José Manuel Ciria: pintor en Manhattan
Por Juan J. Martínez.
José Manuel Ciria (Manchester, 1960) es hoy por hoy el pintor español vivo más cotizado en Nueva York. Su obra ocupa lugares insignes en los mejores museos del mundo, desde Berlin hasta Buenos Aires, desde Moscú hasta Toronto. Se trata de uno de los máximes representantes del expresionismo abstracto español. Su investigación, unida a una sensibilidad única de enorme potencia constructiva, le permitió aunar, en un gesto mágico que perdura ante la mirada del espectador, la tradición constructivista rusa y la explosión irreverente del expresionismo abstracto de la escuela de Nueva York. Y todo eso en los años 90, en Madrid, sitio desde el cual residía mientras soñaba con las calles del Village, la música de los Rolling y el libertinaje de las calles de Nueva York. Fue años más tarde cuando inició su propio rock abstracto en Manhattan, su propia poesía visual de escaldo urbano, cuando los trazos se ejercitaron absorbiendo la imponente energía de la Gran Manzana. Después de marcharse a Nueva York en el año 2005 y establecerse en corazón del West Village, desde su estudio de LaGuardia Place mira a España con nostalgia. Hace unos meses, el IVAM inauguró una exposición retrospectiva de su obra, y durante el año 2011 se ha filmado un documental que recoge un año de vida del artista español, dirigido por Artur Balder (Little Spain, 2010), con la colaboración de los más importantes críticos norteamericanos de las últimas décadas, los profesores Robert Morgan y el ya septuagenario Donald Kuspit.
José Manuel Cira responde a una entrevista exclusiva para Culturamas.
Supongo que no es casual que su estudio esté en el Village, ¿hay alguna razón por la cual Vd. decidió escoger esta parte de Manhattan?
Greenwich Village, es como un pequeño pueblo inmerso en el centro de la monstruosa y desproporcionada isla. Simultáneamente todo está a un paso. Soy muy feliz con mi taller del Village, y la zona invita a dar agradables paseos siempre que el clima lo permite. Como es lógico, puedes imaginar que lo que buscaba cuando encontré mi taller, era un espacio con unas proporciones determinadas y con mucha luz natural. Tuve mucha suerte de encontrarlo en mi barrio favorito de la ciudad.
Se ha hablado mucho sobre la energía de la ciudad de Nueva York, ¿ha habido algún momento en el que se haya sentido cansado del ritmo de Manhattan o se produce una sinergía positiva con su trabajo diario?
Nueva York para mi es casi como un balneario. El problema de Madrid, es que conozco a demasiada gente, tengo decenas de amigos y todo tipo de compromisos sociales ineludibles. No quiero quejarme, hay muchas personas a las que quiero profundamente, pero me resulta imposible estar con todo el mundo. En Nueva York, me relaciono con menos gente y me consigo centrar mucho más en el trabajo. Luego hay una enorme ventaja con los horarios. Si un neoyorquino te invita a una cena, sabes que a las once y media de la noche estás en casa; te da tiempo a escribir, a leer, a ver una película, a no hacer nada… Mientras que en España empezamos a cenar a las diez o diez y media. Me gusta mucho madrugar y que el día me cunda, en Madrid es casi imposible. Siempre se habla de la energía de la ciudad, suelo decir, que basta con quedarse un parado en cualquier punto de Manhattan para sentir ese “fluir”. Otra cuestión importante es que aquí el consumo de alcohol se reduce exponencialmente.
Puedo contarte una anécdota. Cuando llegué en el 2005, no tenía todavía una Visa ni la Green Card, por lo que el tiempo máximo que podía quedarme eran tres meses. Después de los primeros noventa días, tuve que volver a España; al regresar a Nueva York, nada más atravesar el umbral de la puerta de mi estudio y depositar las maletas en el suelo, tuve la percepción de estar “de vuelta en casa”. Desde el primer momento he sentido que mi lugar es este, independientemente de que mi familia, a la que adoro, viva en Madrid.
¿Cómo ve España desde Estados Unidos y concretamente desde Nueva York?
No hay posibilidad de ver a España de otra manera se mire desde donde se mire: MAL. Completa y total irracionalidad. Aunque hay algunas honrosas excepciones, la gente importante no se mete en política.
Es cierto que algunos artistas, escritores e intelectuales españoles se trasladan a Nueva York y se establecen en la metrópolis. ¿Cuál es su experiencia con la comunidad española de Nueva York?
Supongo que cada uno viene buscando algo. No creo que sea solamente una cuestión de ego, invertir dinero en tu propio ego es siempre una torpeza poco rentable. En mi caso necesitaba escapar de Madrid y las posibilidades que brinda Nueva York son infinitamente superiores a las que ofrece ninguna otra ciudad del planeta. Conocía bien la ciudad y desde el primer viaje en 1988 quedé fascinado. Todo el mundo pasa por Nueva York, es el lugar perfecto para hacer networking. Después de seis años en la urbe, tengo tejida una red de contactos que cualquiera que visite la ciudad, me refiero a gente del mundo del arte, viene a mi casa-taller. Tengo muy buenas relaciones con la comunidad española, aunque evito intencionadamente relacionarme con artistas españoles, para la mayoría, estar en Nueva York es alcanzar una meta que te coloca a un nivel diferente. No comparto dicha opinión, hay demasiado “estirado”.
Se empieza a hablar de la película documental sobre su vida y su obra, dirigida por Artur Balder. ¿Cómo está siendo su experiencia con el séptimo arte?
La experiencia con Artur ha sido fascinante y demoledora. Artur es una maquina trabajando y si nivel de exigencia e implicación es sumamente elevado. Termina uno muy cansado después de un año de rodajes, uno casi cada semana, se generan muchas tensiones y problemas. También es verdad que simultáneamente se suscitan muchos momentos mágicos y muchas risas, compañerismo y amistad.
Artur siempre intenta llevarte a situaciones límite, por ejemplo, cuando pregunta: ¿has pensado alguna vez en suicidarte? No se cómo quedará el montaje final, pero supongo que voy a dar una imagen de ezquizofrénico total. Hay dos momentos en la película que Artur me pide llorar, el primero fue al poco tiempo de morir mi padre, el segundo fue inevitable, él y su equipo llevaban horas machacándome los ojos con un proyector muy cerca de mi cara. Lo de la imagen de esquizo no me importa en absoluto, mi familia y amigos me conocen, el resto da lo mismo que piensen que estoy loco. ¿Queda alguien cuerdo en el planeta?
¿Cuál es su película favorita?
Cualquiera de Kubrick. También, Alguien voló sobre el nido del cuco. Me gusta mucha gente: Wilder, Huston, Cukor… Almodóvar.
¿Es arriesgado entrar en un trabajo de figuración después de haber sido reconocido como pintor abstracto clásico europeo?
Empecé mi carrera siendo un pintor figurativo y muy apegado a la tradición. Nunca he visto diferencia entre lo abstracto y lo figurativo, incluso en los momentos de investigación y profundización más abstracta, aparecía algún trabajo que podemos tildar de figurativo. En el 2000 empiezo a hacer unas estructuras dibujadas que son cabezas, que “sujetan” todo el acontecer de las manchas abstractas. En cualquiera de los casos, siempre afirmo que mi obra es abstracta, incluso ahora que estoy pintando las Cabezas de Rorschach.
Su figuración, ¿es consecuencia en cierto modo de su llegada a Manhattan?
Cuando llego a Nueva York me quedo literalmente en blanco. Probablemente me traicionaron mis propias expectativas. Para mantenerme “ocupado” decidí recuperar una idea que tenía almacenada, un homenaje a la última etapa de Malevich. Inconscientemente a través de dicha serie (Post-Supremática) volví a la estructura, a la línea, al dibujo… El desarrollo posterior es consecuencia de aquella decisión. Recientemente hablaba con una amiga, crítica de arte, y la conclusión de nuestra conversación fue, que si en lugar de venir a Nueva York, hubiese aterrizado en cualquier otra ciudad o en un pueblo apartado de Alicante, el desarrollo de la obra, seguramente, hubiese sido muy parecido. Es más un tema de investigación e interiorización que algo que pueda ofrecerte el entorno, aunque este sea tan poderoso como Manhattan. Lógicamente la ciudad te genera unos in-puts que no tienes la oportunidad de alcanzar en otros lugares. En Madrid puedes ver una decena de buenas exposiciones mensualmente, aquí puedes ver un centenar. No exagero, solamente hay que dar una vuelta por los diferentes museos y las galerías de Chelsea. Cuando uno es un caníbal, eso marca una gran diferencia. Con ello me refiero más a un plano formal, en el terreno conceptual mi ideario se ha mantenido en mis propias diatribas.
Si supiese que van a arder todos los libros de la tierra y sólo pudiese salvar uno, ¿cuál sería?
El Ulises de Joyce.
Y lo mismo respecto a la historia del arte, ¿qué cuadro salvaría, qué pieza consideraría Vd. la más imprescindible de todas…?
Las Meninas de Velázquez. Si diera tiempo de salvar un segundo cuadro, me decanto por El carnaval de Arlequín de Miró.
Su rincón favorito de Manhattan es…
La librería Strand.
¿Y su restaurante predilecto en la ciudad?
En los tiempos de Noemí Barnatán, sin duda Cipriani. Ahora, quizá el Monster Sushi de la 23.
Ciria I go no in Fortaleza/Brasil and I would like to hear some news from You . A big Hug
Joao