Entrevista a Jon Bilbao, el novelista que atenaza

 

Por Benito Garrido.

 

Jon Bilbao es uno de esos escritores que tienen el don de provocar en el lector la sensación impalpable de que algo extraño se ha colado en su mente y le está haciendo pensar.  Es esa desazón que dejan aquellos sucesos que observamos desde fuera pero que nos incomodan por el simple hecho de que podrían habernos pasado a nosotros mismos, porque acarrean impulsos y sentimientos en personas que podrían ser cualquiera.  Personas que en sus actos cotidianos conviven con ese hecho o sentimiento perturbador que no se quiere enfrentar, pero que marca el devenir de una vida.

 

Las suyas son historias que en definitiva dejan la huella indeleble de la memoria.  Son historias que no se olvidan con el tiempo, de las que cuando te preguntan ¿de qué va?, recuerdas perfectamente la trama y lo acontecido, el final y los personajes, pero sobre todo el sabor de boca que te dejó su lectura.  Hemos entrevista a Jon Bilbao, centrándonos más en su faceta como novelista que por su buena labor (ya muy reconocida y premiada) como escritor de relatos.  Las preguntas las hemos focalizado sobre sus hasta ahora dos únicas novelas, El hermano de las moscas y Padres, hijos y primates.  Hemos profundizado en aquellos aspectos que marcan su destacado trabajo novelístico.

 

El hermano de las moscas.  Jon Bilbao.  Editorial Salto de Página, Madrid 2008, 2011.  Novela.  384 páginas.  21,50 €

Héctor es un hombre tranquilo que ocupa un cargo de responsabilidad en una refinería de petróleo y vive felizmente casado en una apacible zona residencial.  El mismo día en que nace su primogénita, recibe la visita inesperada de su hermano Grego, el cual lleva una vida errática y aventurera en el sudeste asiático, malviviendo de un negocio de alquiler de embarcaciones.  Visiblemente enfermo, se retira a descansar al cuarto de invitados.  A la mañana siguiente, Héctor encuentra la habitación ocupada por un inmenso enjambre de moscas.  Los insectos, miles, tapizan las paredes.  Y no hay rastro de Grego.  Desde ese momento la familia se ve inmersa en una pesadilla brotada de su propio seno, horrible y fascinante a un tiempo, que pone a prueba la resistencia de sus vínculos y amenaza la cordura de cada uno de sus miembros.
Héctor atiende el cuidado de las moscas, en las que se ha convertido su hermano, a la espera de que la transformación revierta.  Un hecho extraordinario que dura pocos días pero con el que la familia tendrá que convivir en secreto a partir de ese momento, pues dicha metamorfosis se produce cada cierto tiempo y casi sin previo aviso.  Una situación agobiante, que a fuerza de empeño intentan hacer normal.  Y ahí está el valor del texto, en esa cotidianidad con la que el autor consigue vestir este tremendo drama, y las consecuencias que supone en la vida de sus personajes.
Novela que parte de una propuesta totalmente fantástica, pero desarrollada con el más frío y duro realismo, el que puede afectar a las relaciones diarias, el que afecta a aquellos momentos compartidos que se tienen que silenciar.  La trama, bien medida, alcanza una tensión que acentúa el tono opresivo que la novela rezuma desde el comienzo.  El lenguaje comulga de forma precisa con las sensaciones que se quieren transmitir, y como en una perfecta conciliación matemática arrastra al lector y a los personajes hacia una determinante conclusión.

 

Padres, hijos y primates.  Jon Bilbao.  Editorial Salto de Página, Madrid 2011.  Novela.  176 páginas.  15,95 €

A Joanes la vida no le ha ido tan bien como esperaba. Cuando estudiaba en la Escuela de Ingenieros todos le auguraban un brillante futuro, pero éste no se ha cumplido. Su empresa está al borde de la quiebra. Sin embargo todo podría cambiar, gracias a la posibilidad de un importante contrato.  En estas circunstancias, lo último que quiere es viajar a la Riviera Maya para asistir a una boda. Una vez en México, una alerta de huracán le obliga a abandonar su hotel en la costa y trasladarse al interior en busca de refugio.  Es en ese estado de alarma, cuando Joanes tiene un extraño percance de tráfico sin consecuencias para él, pero que como en un presentimiento amargo, marcará los posteriores acontecimientos.
En el trayecto hacia el interior se encuentra por sorpresa con un antiguo profesor de la universidad, que huye también del huracán. El profesor, un reconocido matemático, tiene un carácter manipulador que invita a desconfiar de cuanto hace y dice. En el tiempo transcurrido desde que terminó sus estudios, Joanes ha llegado a convencerse de que el profesor es el culpable de su pobre carrera profesional.  Ahora, retenidos por el huracán en un villorrio mexicano, Joanes tendrá oportunidad de saldar cuentas con él. Podrá comprobar si sus sospechas son ciertas o nada más que una sofisticada fantasía, aunque para ello no le bastarán sólo las palabras.
Libro tajante y persuasivo donde el autor nos imprime a fuego ese lado animal y peligroso que cualquier hombre puede llegar a albergar.  Nos hace ver el poder y la rabia que provocan las debilidades y pasiones enfermizas, la autoridad que destila el buen manipulador, y la fría crueldad que esconden los silencios.  Novela de ritmo vertiginoso que va acentuando su intriga conforme la situación enfrentada de los personajes se hace extrema.  Texto inquietante, atroz, admirable.

 

Entrevista:

 

P.- ¿Qué te impulsó a escribir estas novelas? ¿Cuándo uno escribe, busca en el fondo transmitir algún mensaje?
En el caso de El hermano de las moscas, inicialmente tenía pensado escribir un relato. Sin embargo, durante el proceso previo de documentación y toma de notas el proyecto empezó a cobrar complejidad y extensión, y no me quedó más remedio que decirme que estaba ante mi primera novela. Padres, hijos y primates tuvo algo de reacción a la novela anterior. El hermano de las moscas es un libro de cuatrocientas páginas, con muchos personajes y una acción que se extiende a lo largo de varios años, y me apetecía hacer lo opuesto, una novela próxima a una pieza de cámara, con pocos personajes, un conflicto claro, que se desarrollara en un intervalo temporal breve y en localizaciones cerradas, siguiendo casi las premisas aristotélicas; la considero una novela bastante teatral.
A nivel temático, El hermano de las moscas pretende ser una reflexión acerca de la familia; en concreto, sobre hasta dónde llega nuestra responsabilidad con nuestros seres cercanos. En Padres, hijos y primates rondan varios asuntos, como la necesidad de enfrentarnos a nuestras frustraciones y la resistencia que, al mismo tiempo, presentamos a hacerlo, y los recursos a los que echa mano alguien racional cuando se ve en una situación donde la racionalidad pierde terreno ante otras actitudes más primarias.
No busco trasmitir un mensaje porque eso significaría que tengo las cosas claras respecto a algo, cosa que no suele ocurrir.

 

P.- Las dos novelas son profundamente psicológicas.  ¿Tiene uno que saber mucho del comportamiento del ser humano para escribir este tipo de historias?
No pretendo tener un conocimiento del comportamiento humano superior al que pueda tener cualquier otro. La escritura es, de hecho, un recurso para tratar de entender un poco mejor nuestras formas de actuar: construyendo situaciones concretas, eliminando parte del ruido de fondo al que estamos sometidos a diario, creando algo así como unas condiciones de laboratorio que propicien ciertas actitudes.

 

P.- Los personajes son como cualquier otro ciudadano, con su cotidianidad diaria.  Pero, hay algo más…  ¿Tan terribles pueden ser los desafíos y miedos que se esconden detrás de esa cotidianidad?
Sin duda, y revelar esos desafíos y miedos es un gran tema, implícito en esa famosa sentencia que afirma que la buena literatura debe conseguir que lo familiar nos parezca extraño y lo extraño familiar.

 

P.- La humillación, la manipulación y los instintos animales son temas que abordas en mayor o menor medida.  ¿Piensas que el hombre siempre tiende a rebelarse?
Superado cierto punto, sí, todos tendemos a rebelarnos. No obstante, la rebelión puede adoptar formas inesperadas. En Padres, hijos y primates podría esperarse que los personajes, forzados por la situación extrema en que se ven atrapados, reaccionaran de modo visceral, liberando al animal que habita en su interior. ¿Pero qué pasa si el animal interior ha pasado tanto tiempo atado que ya no sabe defenderse, si ha sido domesticado?

 

P.- ¿Podrían haber ocurrido en otro entorno social, físico? ¿Serían diferentes las historias si así hubiera sido?
Por supuesto que habrían sido diferentes. La elección del campo de batalla nunca es trivial.

 

P.- En ambas, el protagonista pasa a vivir una pesadilla inesperada. ¿Siempre se sale reforzado de este tipo de experiencias?
No sé si reforzado, pero sí que se experimenta un cambio, te conoces mejor a ti mismo, aunque puede que lo que averigües no te guste mucho.

 

Foto cedida por el autor.

P.- Ambas novelas arrancan con reacciones inverosímiles (por chocantes) del protagonista ante hechos extremos.
Me interesan los personajes por encima de cualquier otra cosa. Podría parecer que en ambas novelas la acción se desencadena por la irrupción de un acontecimiento o de un elemento anómalo; en un caso la transformación kafkiana de un personaje en un enjambre de moscas, en el otro la aparición de un chimpancé en mitad de una carretera. Sin embargo para mí se inicia cuando los protagonistas deciden actuar de modos que se apartan de lo esperado, de lo que harían en otras circunstancias; pero en estos casos concretos sienten que deben actuar así, no se detienen mucho a pensarlo. Uno decide aplazar la ejecución de las moscas porque hay algo en lo que sucede que no le encaja, y el otro se detiene a enterrar al chimpancé que ha atropellado, lo que lo lleva a retrasarse y a no sumarse a su familia en el proceso de evacuación del hotel. Las situaciones y hechos atípicos funcionan como catalizadores que permiten a los personajes desarrollar comportamientos que en otras circunstancias no se darían o serían improbables.

 

P.- En El hermano de las moscas algo inexplicable supone un giro en la vida de los personajes.  En Padres, hijos y primates es la aparición de un pasado obsesivo.  Algo que no pueden explicar, y que se convierte en algo secreto, algo de lo que se avergüenzan.  ¿Qué buscas al llevar a los personajes a ese extremo?
En El hermano de las moscas la familia protagonista debe hacer frente a un problema sin precedentes, potencialmente peligroso y causa de vergüenza para uno de sus miembros. La familia decide afrontarlo sin solicitar la ayuda de nadie y manteniéndolo en secreto. Con el paso de los años, se ven en la paradójica situación de que esa iniciativa motivada por el amor fraternal se ha vuelto contra ellos: a fuerza de ocultar y convivir con algo monstruoso, ellos también se vuelven, en parte, monstruosos.
Por otro lado, en Padres, hijos y primates, el protagonista, Joanes, acusa de su poco satisfactoria trayectoria profesional a un antiguo profesor de la universidad; aunque no tiene la certeza de que éste sea el culpable. En caso de que no sea así, el único responsable de que las cosas no le vayan tan bien como desea sería él mismo. Durante la novela se le presenta la oportunidad de aclarar sus dudas.
En ambos casos el objetivo es crear una tensión que conduzca a los personajes a revelar qué es lo que de veras quieren.

 

P.- Tus protagonistas (Hector, Joanes) son personas normales perfectamente identificables.  Sin embargo los antagonistas (Grego, el profesor) tienen algo que desagrada desde el primer momento, aunque lo que sea esté muy difuminado.
Los antagonistas tienen un efecto más poderoso cuando hay algo inasible en ellos, cuando no terminamos de comprenderlos, cuando por detrás de sus acciones y palabras, en apariencia lógicas, e incluso inofensivas, hay algo que se nos escapa y despierta la sospecha. No sabemos en qué medida Grego es responsable de lo que le sucede; tampoco sabemos si el profesor fue el culpable de la insatisfactoria carrera profesional de Joanes.

 

P.- Novelas inquietantes y profundamente realistas (con independencia del toque fantástico que tiene El hermano de las moscas).
A pesar de que en ocasiones recurro a elementos propios de la literatura de género (fantástico, terror, ciencia ficción, negro) considero que lo que hago es básicamente realista, pues lo que me interesa es el comportamiento de los personajes, no los hechos irreales en sí. Ni siquiera soy un gran lector de literatura de género. Sí me interesan autores como Iris Murdoch y John Fowles que inoculan elementos inexplicables en tramas realistas, logrando conjugarlos de forma armoniosa, con el objetivo de que actúen como contraste y para comprobar las reacciones de los personajes.

 

P.- Dejas al lector que imagine lo que ocurre… uff.  Produce escalofríos.
Como lector, prefiero los libros que no me dan las cosas masticadas, que exigen cierta participación. Además, explicarlo todo, dejarlo todo completamente atado mina la sensación de realismo.

 

Foto cedida por el autor.

P.- Ambas son novelas de tensión argumental en aumento, pero siempre bien medida y mantenida hasta el momento culminante.  Los personajes, al límite.  ¿Cuál es tu método habitual de escritura?
Tengo bastante claras las tramas antes de sentarme delante del ordenador, aunque luego, durante el proceso de escritura, surgen muchos cambios, hay partes que se caen y otras nuevas que se introducen. El hermano de las moscas tiene momentos distendidos, incluso digresivos, para transmitir la impresión del fluir de los días, donde no siempre todo lo que pasa es importante. En Padres, hijos y primates, por su carácter teatral y más intenso, todo está más medido.

 

P.- Sabes dirigir tu escritura para que el lector se identifique con el personaje que centra la trama.  Y eso hace que el lector justifique a veces actos realmente terribles.  ¿Qué debe tener un personaje para que resulte eficaz?
Debe ser reconocible pero no arquetípico, debe albergar contradicciones pero no ser caótico.

 

P.- Lectura que a veces puede llegar a resultar incómoda, pero no puedes evitar seguir leyendo.  Es como una adicción, quieres saber qué más va a ocurrir.  ¿Cómo se hace eso?
No creo en las fórmulas. Puede que funcionen una vez, dos… pero el lector perspicaz las detecta y acaba aburriéndose. Y si las aplicara, yo también me aburriría.

 

P.- ¿Estás ya trabajando en nuevos proyectos?
Tengo un par de frentes abiertos: una novela histórica-metaliteraria (que nadie se asuste, por favor) y una nueva colección de relatos.

 

P.- ¿Qué te resulta más satisfactorio a la hora de escribir, la novela o el relato?
Disfruto mucho con ambos. El relato tiene algo de laboratorio; hago experimentos, pruebo cosas diferentes teniendo la tranquilidad de que si salen mal no he perdido mucho tiempo. La novela permite desarrollar tramas más complejas y explorar en mayor profundidad a los personajes; además puedes trabajar durante meses o años sin que te acose esa pregunta siempre angustiosa: “¿Qué hago a continuación?”.
En cuanto a la técnica de cada uno de los géneros, aunque existen diferencias, creo que los relatos deberían parecer novelas y las novelas relatos. Me parece equivocada, o al menos limitadora, esa premisa que dice que en un relato todo debe poseer una función y que la acción debe ser única y el final impactante; también puede haber digresiones y pausas y ramificaciones. Por otro lado, me molestan esas novelas en que el autor, amparado en que escribe una novela y puede hacer lo que quiera, sin límite de páginas, se entretiene narrando, por ejemplo, las biografías de todos los personajes, sin que eso aporte gran cosa.

 

P.-  ¿Cuando y como te lanzaste a escribir?  ¿A nivel literario te ha aportado algo el hecho de ser ingeniero?
No hubo un momento concreto en que empezara a escribir. Fue una afición que nació como complemento a la lectura y como algo privado. Supongo que el proceso posterior fue similar al de la mayoría de la gente que acaba publicando: acumulas textos, los valoras y te preguntas por qué no probar suerte.
Respecto a lo que me ha aportado la ingeniería, es una disciplina que me interesa, cuyo ámbito profesional conozco, por lo tanto recurro a ella de cuando en cuando: personajes, situaciones, decorados… En cuanto a si ha influido en mi forma de escribir, no estoy seguro. Es cierto que no valoro la forma si ésta carece de función y que no me gustan los circunloquios ni cualquier otra forma de pérdida de tiempo, que son actitudes muy ingenieriles, pero nunca se sabe por dónde van a evolucionar el estilo y los gustos personales.

 

P.- ¿Crees que la actual situación editorial y cultural (crisis, saturación, cierre de revistas o periódicos, etc.) se solventará en algún momento? ¿Qué opinas?
Doy poco crédito a los argumentos apocalípticos. Puede que la industria cultural experimente cambios, pero ha pasado por situaciones peores. Dentro de unos años seguiremos leyendo libros y periódicos, y no creo que las proporciones de buenos y malos sean muy diferentes a las de ahora.

 

Jon Bilbao nació en Ribadesella (Asturias) en 1972. Es ingeniero de minas y licenciado en Filología Inglesa. En 2005 participó en la recopilación Ficciones, publicada por la editorial Edaf en colaboración con la Asociación Colegial de Escritores, y el mismo año obtuvo el premio Asturias Joven de Narrativa por su libro 3 relatos. Dos años después resultó ganador del XXXVI Concurso de Cuentos Ignacio Aldecoa. Su primera novela, El hermano de las moscas (Salto de Página, 2008) fue finalista del Premio Celsius a la mejor novela fantástica en la Semana Negra de Gijón y obtuvo el premio Xatafi-Cyberdark al mejor libro de ficción fantástica de ese año. También en 2008, y en la misma editorial, publicó Como una historia de terror, conjunto de relatos que obtuvo una excelente acogida de crítica y público y por el que mereció el Premio Ojo Crítico de Narrativa 2008. En 2010 publicó la colección de relatos Bajo el influjo del cometa, ganadora del XXXII Premio Tigre Juan. Su última novela es Padres, hijos y primates.

 

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