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Vincent Cassel: “El Monje es un hombre muy religioso que le acaba pudiendo la carne“

 

Por Luis Muñoz Díez.

Fotografías: Joaquín Fernández.

 

  

Estábamos citados en el Instituto Francés de Madrid para ver El monje (2011), una película dirigida por Dominik Moll, y tener un encuentro con el director y su protagonista, el conocido actor francés Vincent Cassel, nacido en París el 23 de noviembre de 1966, hijo del también actor galo Jean-Pierre Cassel. Se inició en el mundo del espectáculo en una escuela de circo y trabaja como actor tanto en producciones  europeas como en americanas. Aunque ha participado en títulos tan interesantes como Promesas del Este (2007), dirigida por el canadiense David Cronenberg, el año pasado fue para el actor un año lleno de sorpresas agradables, después de dar la réplica a Natalie Portman en Cisne negro (2010), dirigida por Darren Aronofsky.

 

Vincent Cassel sorprende por su delgadez, un pelo rizado imposible, ojos azules y unos rasgos formados por aristas. Viste un jersey de pico gris, con las mangas remangadas hasta los codos, sobre una camisa blanca y unos pantalones de lanilla, también grises, todo de una casualidad premeditada, como buen francés. Ni es tan obvio como su personaje de Promesas del Este (2007) ni tan distinguido como el director de ballet que interpreta en El cisne negro (2010).  Había expectación por ver al actor, unos ponderaban su atractivo y otros buscaban las razones de por qué había sido elegido por el corazón de la codiciada y bellísima actriz Mónica Bellucci.

 

El director de El Monje (2011), Dominik Moll, es un director francés nacido en Bühl, Alemania Occidental, el 7 de mayo de 1962, y El monje (2011) es su quinta película como director, con Lemming (2005), protagonizada por Charlotte Rampling y Charlotte Gainsbourg,  optó a la Palma de Oro en el Festival de Caness de 2005, como ya había ocurrido con Harry, él está aquí para ayudar (2000), una singular  película en la que dos compañeros de colegio se reencuentran y se crea una situación tan absurda como angustiosa, propiciada por Harry, interpretado por Sergi López. La película fue un éxito de público, recaudando en taquilla más de quince millones y medio de euros, y de crítica, por la que recibieron Dominik Moll y Sergi López los Premios Cesar al Mejor director y mejor actor en 2001.

 

La novela en que se basa la película

El monje, de Matthew G. Lewis, es una de las obras cumbres de la novela gótica inglesa. Se publicó en 1796, suscitando una fuerte polémica, porque atacaba abiertamente a la Iglesia católica y por su componente marcadamente sexual. Samuel Taylor Coleridge, poeta lakista y crítico, no escatimó elogios para la obra, pero añadió «la obra destila un veneno mortal que los aciertos literarios no hacen más que agravar», y H.P. Lovecraft dijo: «una obra maestra, de verdadera pesadilla, cuyos elementos generales de corte gótico están condimentados con un cúmulo de rasgos macabros».

 

La novela, cuenta la historia de Ambrosio, un monje español que vive en el siglo XVI, que crece en el convento donde fue abandonado nada más nacer. Como no conoce otro mundo que el de los monjes, toma los hábitos y se convierte en un predicador muy popular que atrae a muchos devotos al convento, hasta que, tentado por el diablo, conoce los placeres de la carne. Será descubierto y condenado por la Inquisición, pero antes de morir vende el alma al diablo para que su amada se libre de la locura.  

 

 

Dominik Moll: “La novela de El monje tiene tal riqueza que podría dar pie a diez adaptaciones diferentes, y todas interesantes”

 

Dominik Moll ha hecho una adaptación de la novela de Matthew G. Lewis muy libre, con una deslumbrante fotografía de Patrick Blossier, tanto cuando realiza los exteriores, con una luz inclemente que quiere representar la llanura castellana, como  cuando juega con el contraluz de la noche, con su irrealidad y su sombra, incluyendo apariciones fantasmagóricas. No hay cilicios ni mortificación de la carne, sólo dudas para el espíritu.

 

Dominik Moll

¿Qué le atrae a Dominik Moll de la obra de Matthew G. Lewis, una novela que se define como gótica, por no decir oscura?

Principalmente, lo que me pareció interesante del libro fueron dos cosas, por una parte, tiene un gran placer narrativo, se ve que el autor en el momento de escribirla tenía diecinueve años y trasmite la pasión por la vida y la fuerza sensual propia de esa edad, y, por otro lado, es un libro que produce un gran placer visual, ofrece muchas imágenes muy precisas de lo fantástico, de lo “subreal”, y al contener estos dos aspectos me interesó, y me parecía que podía dar lugar a una película apasionante.

 

¿Qué diferencia hay entre el Ambrosio de Matthew G. Lewis y el de Dominik Moll?

El personaje de Ambrosio que describe Matthew G. Lewis en su novela es más caricaturesco, simplemente, porque el autor quería saldar cuentas con la religión católica y con lo que él consideraba la hipocresía de la religión. Yo he intentado hacer un personaje más sincero, más convencido por su fe, porque realmente no ha conocido otra cosa y el fundamento de su vida es el amor de Dios, y, sin embargo, se va dando cuenta que hay otras cosas en la vida que también le atraen. El protagonista de mi película es más lírico, más serio y se enfrenta a sus problemas de conciencia.

 

En la película, el monje es un personaje muy limpio.

La película es una historia de amor trágico e imposible entre Antonia y Ambrosio, no es una historia de sexo depravado o un arrebato sexual. Ambrosio, simplemente, cuando conoce el sexo se entrega a él.

 

Dominík, la película es un cuento gótico con imágenes muy bellas, pero esa pasión de Ambrosio y sus reparos morales, ¿qué vigencia tiene hoy?

Quizá, los temores y las inquietudes, tal y como los  tiene Ambrosio, no estén del todo vigentes, pero lo que sigue vigente, y es de  lo que trata la película, es que no se puede llenar la vida con un solo aspecto. En el caso de Ambrosio, es la religión, y ahora puede ser por una ideología política. Es lo abstracto que puede llegar a tener mucha importancia en una vida e influir tanto en las personas que les impida disfrutar de lo cotidiano, y eso siempre está de actualidad, pero no era ese, fundamentalmente, mi interés.

 

¿Cuál era, entonces?

Me atraía el placer de contar una historia que tiene unos componentes de tragedia griega, sin necesidad de buscar ese vínculo con lo real.

 

 

Hay una secuencia en la que Dominik Moll recrea una procesión de una gran belleza plástica, que retrata muy bien las manifestaciones más propias del barroco que del siglo XVI. La protagonista, es una Virgen traspasada por varios puñales en su corazón de plata, y los ojos rebosan llanto, unos ojos, que por el juego de planos, parecen mirar al balcón donde Ambrosio está consumando su deseo carnal con Antonia. A mí, esta secuencia me recuerda a Buñuel, sólo esa secuencia aislada, y en mi ánimo no estaba el comparar la película de El monje (2011) con un proyecto frustrado del director aragonés de adaptar la novela a la pantalla, con guión de Jean Claude Carrière,  pero el comentario está hecho:

  

La secuencia de la procesión de la Virgen tiene mucho que ver con el cine de Buñuel.

En principio, en la película sí se puede ver esa influencia de Buñuel, porque en su obra está muy presente la religión católica. La película de Buñuel que quizá tenga más influencia en la mía es Simón del desierto (1965), que presenta esas tentaciones, esa negación, ese hombre que renuncia a los placeres terrenales, pero el enfoque de Buñuel, que escribió un guión sobre esta novela con Jean Claude Carrière,  y que no llegó a rodar, era más irónico con respecto a la religión que el mío, y saca más esas dobleces, esa burla de los personas que se dicen religiosas y que en realidad no lo son. Mi enfoque es más serio, por así decirlo, y no digo que uno tenga más valor que el otro, yo creo que la novela de El monje tiene tal riqueza que podría dar pie a diez adaptaciones diferentes, y todas interesantes.

 

En el montaje se han recuperado muchos efectos del cine clásico, como fundidos en negro y sobre un personaje.

Sí, yo le veo más relación con el cine mudo, con Murnau, con su Nosferatu (1922), o con Fausto (1926). Incluso tiene más que ver con Vértigo (1958), de Alfred Hitchcock,  por esa obsesión que tiene Ambrosio por una mujer. Esas películas son mucho más cercanas por la ensoñación, y es lo que empuja al personaje a esa zona onírica.

 

 

Vincent Cassel “El monje tiene elementos sobrados para convertirse en un asesino en serie”

 

Vincent Cassel interpreta a Ambrosio, un monje que atrae con sus sermones a gente de todas partes, con fama de hombre santo, ejemplo de elocuencia, sabiduría y de virtud. Dominik Moll, no ha querido dibujar un personaje oscuro ni atormentado, sino alguien que no conoce la pasión y cuando lo hace se entrega de una manera natural y ciega. Es la historia de una caída del pulpito a la cama, de la promesa del cielo a lo más profundo del infierno. La película, incluye un desnudo integral de Vincent Cassel, y nunca he visto un desnudo más justificado, cuando le encuentran dormido sobre su amada Antonia y, además, ha cometido incesto sin saberlo. Es un desnudo rotundo, como el que se cuenta en el mito del Génesis que sintieron Adán y Eva, así le vemos nosotros, se rompe la inocencia, su mística.

 

Vincent Cassel

¿Qué le interesó a Vincent Cassel de este proyecto?

Para que me interese un proyecto influye mucho el director, y en este caso, pesó mucho que la película la dirigiera Dominik Moll. Conocía su trabajo y me gustaba. Es un director al que yo admiro porque es un director de los grandes. Del personaje, lo que me interesó era tener la oportunidad de interpretar a un personaje oscuro y atormentado, de manera minimalista, en su raíz primaria. Como pase años en un internado de curas y sufrí mucho me pareció que podría aprovechar mi experiencia y aportársela al personaje, y al tiempo me podía servir para exorcizar ese sufrimiento.     

 

¿Al final, Ambrosio, tiene más de carnal o de espiritual? 

Realmente lo que representé fue el personaje de un niño grande. Un niño de cuarenta años.

 

¿Por qué?

Porque es un niño de cuarenta años que no sabe nada de la vida. Ha vivido siempre en un convento entre monjes, y lo que me parecía fascinante era ese arrojo de dar consejos a los demás para vivir sin tener él ninguna experiencia de la vida, esa era la prueba de fuego. En ese sentido, es un hombre muy religioso que le acaba pudiendo la carne, y es interesante ver cómo va descubriendo las cosas y se van produciendo los cambios del personaje, y cómo es capaz de pasar de una inocencia total a llegar a esa situación extrema de matar a su familia, a su madre, pero es algo que se comprende, aunque yo no lo justifique. Es un niño abandonado, con una educación muy estricta, rodeado de hombres con hábito que no conoce ni el sexo ni el amor. Tiene elementos sobrados para convertirse en un asesino en serie.

 

Al salir del Instituto francés tengo las imágenes de la película vivas rondando por mi cabeza y recuerdo, en parte, las palabras de H.P. Lovecraft «una obra maestra, de verdadera pesadilla, cuyos elementos generales de corte gótico están condimentados con un cúmulo de rasgos macabros», y les aseguro que, exactamente, de eso no van a encontrar nada en la película de El monje (2011), pero pueden disfrutar de ella, e, independientemente, y si tienen ocasión, lean el libro de Matthew G. Lewis.

 

El monje (2011) se estrenó en España el pasado 27 de enero de 2011.

 

 

 

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