El Capital en versión libre o la crisis de las ideas

Por Elena Higueras

 

Un siglo y medio después de que Karl Marx publicase la que se considera su obra cumbre, su tratado sobre la economía política ha pasado por el filo de la trituradora escénica de ocho dramaturgos contemporáneos decididos a reescribir aquella crítica a la organización moderna desde la no mucho más agraciada sociedad actual.

 

En “Mein Kapital” la compañía aragonesa Tranvía Teatro-Teatro de la Estación, la catalana Teatre Tarantana y la madrileña Teatro del Astillero presentan ocho pequeñas piezas independientes con un denominador común: el texto marxista. Si en 1867 el autor del manifiesto comunista ponía en tela de juicio los principios del capitalismo, en 2012, la obra colectiva de Inmaculada Alvear, Marta Buchaca, Francesc Cerro, Luis Miguel González Cruz, Raúl Hernández Garrido, Daniel Martos, Albert Tola y Helena Tornero, plantea una realidad apocalíptica donde la crisis de las ideas (de la que solo se salva la del consumismo desenfrenado) lleva a un grupo de intrépidos a “emigrar” a Marte para crear una nueva sociedad extraterrestre y … ¿perfecta?

 

Empresarios sin escrúpulos capaces de cargarse –literalmente- a sus trabajadores menos serviles, medios de comunicación dispuestos a bajarse los pantalones por la audiencia, hijos decididos a dilapidar la fortuna de sus padres o progenitores que ven en la desgracia de los suyos una oportunidad para sumar ceros a su cuentas. Ante este panorama quizá el disparatado viaje que propone Mein Kapital acabe por convertirse en una razonable opción de futuro. Pueden valorar la idea en la sala Cuarta Pared de Madrid hasta el próximo 21 de enero.

 

La encargada de articular esta original deserción a Marte es Cristina Yáñez, quien tiene a su buen recaudo a cinco actores absolutamente camaleónicos: Teresa Urroz, Laia Martí, Daniel Martos, Alfonso Pablo y Ana García. El quinteto pasa de un personaje a otro con la habilidad con la que cambian de registro, de comedia a tragedia, de entrevista a misterio y hasta a algo que ellos mismos denominan auto de fe. Sin embargo, a pesar de sus irreprochables actuaciones y de lo novedoso y arriesgado de esta propuesta escénica, quizá el espectador pueda echar en falta un hilo conductor algo más fuerte, capaz de sostener el peso de la atención del público durante los cien minutos de espectáculo sin resquebrajarse.

 

Al margen de esta apreciación, cabe reseñar los geniales destellos de absurdo que se cuelan por la ventana del decorado de la mano de la mismísima cabeza de Karl Marx (confundido por alguno con el Yeti), o en la que, a mi juicio, es la mejor de las piezas: “Un capitalito”, de Daniel Martos.

 

Dejando la puesta en escena a un lado, creo que Mein Kapital es una obra de teatro para ser leída, un libro de esos que tardas en terminar porque necesitas regodearte en cada línea, masticarla y digerirla hasta obtener el buen sabor de boca que deja un texto tan cómico y profundo como éste. Y entrados en materia, con los colmillos afilados, quizá, por qué no, atreverse con el inspirador de todo este tinglado. Vamos a por el tomo I: El proceso de producción del capital…

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