Más cultura

Un lugar para la Literatura

Por Jesús Villaverde Sánchez. (@jesusvs_txetxu)


Donde se guardan los libros. Bibliotecas de escritores. Jesús Marchamalo. Siruela. 224 páginas. 18’95 €.


Cada lector, igual que cada persona, es un mundo diferente. La galaxia, por tanto, es inmensa y posee diferentes cualidades, manías y costumbres. El periodista y escritor Jesús Marchamalo nos abre las puertas de las bibliotecas de veinte escritores en lengua española y conversa con ellos, que nos desvelan sus manías, gustos y peculiaridades sobre su relación con los libros.


Lo mejor que se puede hacer es leer la obra antes que esperar que aquí se desvele alguno de esos secretos. Flaco favor le haríamos de esta manera a Marchamalo. Sin embargo, sí que podemos decir que la lectura de este libro es muy constructiva y que probablemente tras ella notaremos que hemos empatizado con la manera de ordenar los libros de alguno de los autores o que nos parece que alguno hace verdaderas locuras con ellos. Cuestión de percepción.


El propio escritor cuenta que, a veces, encontrarte lecturas en común te hace tener instantáneamente una opinión más benévola de la persona como lector, se crea un vínculo especial entre ambos. Por eso este libro es, además, de un catálogo sobre las estanterías de otros escritores, un compendio de gustos literarios, de filias y fobias.


El desfile de autores que tiene lugar en estas páginas es inmenso y de lo más dispar. Un Nobel como Vargas Llosa y los restos de sus más de cuarenta bibliotecas, originales de todas las casas en las que ha vivido; sucede a Andrés Trapiello, Clara Janés, la inmensa y pulcra biblioteca de Javier Marías, la divertida anécdota de Vila-Matas y un sin fin de curiosidades de escritores como Gamoneda, Luis Mateo Díez, Savater, Soledad Puértolas o el marinero Arturo Pérez Reverte, entre otros. Son veinte en total los escritores que permiten a Jesús Marchamalo husmear entre su vida, ya que los libros conforman buena parte de nuestra historia.


El autor de La tienda de palabras vuelve a escribir sobre la forma en la que leemos, como ya hizo en Tocar los libros o Cortázar y los libros, de este mismo año. Marchamalo se está convirtiendo en el exponente más prolífico de lo que podríamos llamar meta literatura, esas obras en las que se habla de otros escritores y en los que la propia Literatura se erige como tema central, por méritos propios y del escritor, que cumple con solvencia y brillantez el papel de ojos del lector en esta obra.

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