Entrevista a David de Juan Marcos, autor de "El baile de las lagartijas"

Por Rebeca García Nieto

David de Juan Marcos es licenciado en Biología y máster en Gestión y Conservación de la Naturaleza y en Desarrollo Sostenible. A lo largo de su vida profesional ha trabajado como consultor medioambiental, tanto en España como en el Reino Unido. En la actualidad compagina su dedicación a la conservación de espacios naturales con la conservación de territorios inexistentes, como Almoneda, lugar ficticio donde transcurre su primera novela, El baile de las lagartijas (Ediciones Temas de Hoy, 2011), galardonada con el Premio Internacional de Novela Ciudad de Valencia Vicente Blasco Ibáñez.

 

Esta novela coral narra la historia de un grupo de jóvenes residentes en un pequeño pueblo que linda con la frontera portuguesa. Con nostalgia pero también con mucho sentido del humor, David de Juan nos ofrece una pléyade de peculiares personajes cuyas vidas están irremediablemente entrelazadas. A través de ellos, el autor logra capturar el encanto de un entorno rural en peligro de extinción.

 

No corren buenos tiempos para el realismo mágico. En los últimos años, algunos escritores han declarado su defunción; otros, como Roberto Bolaño, han cuestionado la calidad de la narrativa en que ha degenerado. ¿Crees que el género está agotado o se han precipitado al darlo por muerto? 

 

En primer lugar te diría que no creo en los géneros literarios. Ha llegado un momento en que la línea que los separa es demasiado difusa y es muy difícil encontrar novelas o historias que puedas catalogar de manera científica dentro de uno u otro género.  Además no creo que ningún escritor se planteé a la hora de escribir en cumplir los cánones estrictos de uno u otro género. En mi caso yo no lo he hecho, más bien he procurado contar historia insólitas de un modo divertido y melancólico al mismo tiempo.

 

Ahora bien, no hay más que mirar alrededor para descubrir que el realismo mágico, o la magia de las historias cotidianas, está más de actualidad que nunca; series como Los Simpson, Padre de Familia o películas como Forrest Gump o Eduardo Manostijeras están llenas de realismo mágico. En literatura ocurre algo similar, y en cuanto a su calidad narrativa habrá de todo. Otra cosa es si vamos a comparar cualquier pasaje de realismo mágico o situación inverosímil con “Cien años de soledad”, porque frente a eso es muy difícil dar la talla.

 

Para mí la realidad está llena de magia que merece la pena ser contada. Lo que digan los sesudos que analizan estas corrientes literarias me trae sin cuidado, mi trabajo es contar historias y cada historia tiene su manera de ser contada. Además no tengo dudas de que hay millones de lectores deseosos de buen realismo mágico.

 

 

En su ensayo La gran novela latinoamericana, Carlos Fuentes vincula el nacimiento del realismo mágico al descubrimiento del Nuevo Mundo. En mi opinión, el único ejemplo solvente de realismo mágico en Europa es El Tambor de Hojalata,  tal vez porque Günter Grass se vio en la necesidad de descubrir un nuevo mundo bajo los escombros de la guerra… ¿Piensas que aún es posible el realismo mágico en el Viejo Continente?

 

No solo lo creo posible sino que lo veo tanto o más que en Latinoamérica. La magia que tiene la realidad no es exclusiva de un lugar o un tiempo. El término realismo mágico no es originario de la literatura latinoamericana, sino fue acuñado por el crítico alemán Franz Roh para describir a un grupo de pintores post-expresionistas.

 

En ocasiones parece que las historias mágicas solo resultan creíbles cuando llegan de la melancolía del Caribe cuando aquí, en Europa, tenemos muchas historias mágicas que contar. Tal vez ocurra que hay pasajes de nuestra historia reciente que no queramos recordar con cierta nostalgia y sin este componente es difícil echar la vista atrás y contar historias con el humor que requiere el realismo mágico. Esto solo lo consiguió Cervantes con su Quijote.

 

También  puede que influya el miedo a que te comparen con los dos últimos premios Nobel en literatura en castellano (García Márquez y Vargas Llosa) lo que hace recelar a los escritores de abordar estas historias. Que por muy bueno que seas no pases de ser un Salieri frente a Mozart. De todos modos, a mi modo de ver hay algo evidente, y es que cualquier novela de nuestros días está llena de pinceladas de realismo mágico. Invito a cualquiera a leer la página de sucesos de cualquier periódico para comprobar que la realidad siempre va a ir más allá que la imaginación de un escritor.

 

Salman Rushdie, uno de los mayores exponentes del realismo mágico, ha dicho que, independientemente del género, el escritor debe retratar el mundo en que le ha tocado vivir. En el caso de El baile de las lagartijas, se alude a la realidad de la despoblación de algunas zonas rurales.

 

Ciertamente es una realidad de nuestros días. A nadie pilla por sorpresa que los jóvenes quieran buscar su futuro en la ciudad a pesar de las ayudas que llegan desde Europa para fomentar la vida rural y el trabajo en el campo. La despoblación de las zonas rurales está provocando no solo daños ecológicos sino también culturales. Cortamos de manera radical con nuestras raíces y, en ocasiones parece que incluso queramos olvidarlas.

 

Volviendo a la idea de retratar el mundo que ha tocado vivir, tengo que decir que las historias más insólitas y difíciles de creer que aparecen en “El baile de las lagartijas” han sido o han terminado siendo rigurosamente ciertas: hay un sacerdote brasileño que salió volando en una silla de campo con globos de helio; el otro día alguien encontró en un bosque a dos personas momificadas colgadas de un árbol como dos enamorados; y un amigo atropelló tres veces en una noche a la misma vaca. Cualquiera que lea el libro entenderá de lo que hablo y se reirá.

 

 

 

¿Por qué elegiste El baile de las lagartijas como título para la novela?

 

La novela se puede leer de un modo directo o como una completa metáfora. Lo mismo le ocurre al título. Cuando una lagartija ingiere nicotina comienza a bailar de una manera desacompasada y frenética. Esto lo hacen los protagonistas de “El baile de las lagartijas” para montar conciertos de estos reptiles en la plaza de Almoneda. Pero en realidad ese escenario es también Almoneda, como un espejo dentro de otro, donde sus habitantes se mueven por la realidad, por sus obsesiones y locuras como estas lagartijas que entran en éxtasis.

 

He leído que El Señor de los Anillos es uno de tus libros favoritos. Además de Tolkien, ¿cuáles son tus autores de cabecera?

 

No tengo autores de cabecera, sino libros de cabecera. No todo lo que escribe un buen escritor tiene porque llegar a todas las personas. Es inevitable dejarse llevar por los nombres que el marketing y la industria editorial nos mete por los ojos, pero trato de evitarlo todo lo que puedo. Sin embargo, sí que tengo que reconocer que trato principalmente de leer literatura escrita en castellano antes que traducciones. Y, muy por encima de todo, que estén bien escritas. Esto último parece una perogrullada pero, por desgracia, no es tan común en nuestras letras hoy en día.

 

A priori, tu profesión parece alejada de la literatura. ¿Ha influido tu formación como biólogo en tu forma de escribir?

 

Es una de las cosas que más sorprende a los lectores de “El baile de las lagartijas”. Mi opinión es que para escribir toda formación es poca. Mis estudios y experiencias me permiten hablar de ciertos temas sin necesidad de una documentación minuciosa, mientras que tengo muchas lagunas de otro tipo.  A la hora de escribir no hay nada excluyente sino que todo es complementario.

 

¿Cómo ves el mundo editorial español en la actualidad?

No dejo de ser más que un recién llegado a una de las grandes editoriales en lengua española. Mi visión por lo tanto es muy sesgada. Soy un afortunado y como tal no puedo hablar con objetividad. No dejo de aprender y de sorprenderme día a día con la manera en que funciona el mundo editorial.

 

Quizá se publica demasiado cuando somos uno de los países que menos lee. Esto obliga a que la vida de un libro en la librería sea muy escasa y el tiempo para llegar al lector casi nulo. Es un negocio y como tal hay que verlo. Un zapatero quiere vender zapatos y un editor, al igual que un escritor, quiere vender libros, y a veces la gente se lleva las manos a la cabeza por ello. El pensamiento alentador con el que me quedo es que si el libro es bueno terminará por encontrar un hueco.

 

Donde si veo carencias es en que se potencia poco el amor por la lectura desde niños como hacen en el resto de Europa, pero esto ya es otro tema.

 

 

Trabajas como profesor de secundaria. ¿Crees que hoy en día se puede vivir de la literatura?

La ilusión no se la lleva nadie (ni la crisis), sin embargo, la realidad te pone en tu sitio. Tengo claro que es posible, de la misma manera que tengo claro que es tremendamente difícil y que no depende de mí. La suerte es un componente fundamental a la hora de dedicarse a la escritura “full-time”.

 

Sin embargo, obsesionarse con las listas de ventas llevaría a cualquier escritor a no volver a escribir una letra o a venderse al mercado. En mi caso no me gustaría que me ocurriera ninguna de las dos cosas. El tiempo dirá dónde termina cada uno. Yo de momento espero poder compaginar ambos trabajos.

 

 

¿Cuáles son tus proyectos más inmediatos? ¿Estás trabajando en una nueva novela?

 

Aquí abandonamos todo lo racional y entramos dentro del terreno de mis supersticiones. Siempre estoy pensado en nuevas historias lo que ocurre es que basta con contar mis ideas para que se desmoronen como un castillo de naipes. Hasta que no tenga algo terminado prefiero guardármelo y darle las vueltas que haga falta antes de que vea la luz.

3 thoughts on “Entrevista a David de Juan Marcos, autor de "El baile de las lagartijas"

  • el 30 diciembre, 2011 a las 7:57 pm
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    Enhorabuena David por tu novela y por la entrevista.
    De parte de un lector y también en ocasiones, editor
    Feliz Año
    Javier de Juan

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  • el 1 enero, 2012 a las 10:18 am
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    “El baile de las lagartijas” es una muy mala copia de realismo mágico. De hecho, creo que hace bastante daño al género. Los personajes son excesivos, sus historias no acaban de encontrarse, está construido a base de lugares comunes, carece de estructura alguna. Y la afirmación de Antonio Gala que figura en la portada, eso de que es “el libro más emocionante en que se ha concretado, hasta ahora, el realismo mágico” me parece una tomadura de pelo.

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  • el 3 enero, 2012 a las 9:06 am
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    ¡Lo que hay que oír! Así que Los Simpson y Padre de Familia están llenas de realismo mágico… Y yo que pensaba que eran dibujos animados…

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