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¡Es la educación, estúpido!

Por Paula Corroto.

 

Las crónicas de la señorita Hempel. Sarah Shun-lien Bynum. Libros del Asteroide.

 

Sarah Shun-lien Bynum (Houston, 1972), una de las mejores escritoras estadounidenses de su generación, según la crítica de EEUU (y hasta Jonathan Franzen), ha hecho un notable ejercicio de nostalgia escolar en los ocho fragmentos que componen ‘Las crónicas de la señorita Hempel’, editado por Libros del Asteroide. Lo interesante es que esta vez no se trata del habitual recuerdo de un alumno, sino que la historia está narrada por una profesora de secundaria que se enfrenta a sus primeros años en el oficio. Con mucha ternura, Shun-lien Bynum retrata a esta Beatrice Hempel como una mujer veinteañera llena de dudas que no hace demasiado dejó la adolescencia y que aún no sabe muy bien cómo educar a esa manada de prepúberes que puebla su clase. A la vez que Hempel brega con ellos, la escritora se adentra en los propios recuerdos de la niñez y adolescencia de la profesora con un gran acierto narrativo que no hace perder nunca el hilo al lector. Y todo para relatarnos un periodo en el que crecer es difícil y que un buen maestro puede cambiar la vida de sus alumnos y quedarse para siempre en su memoria.

 

Porque ese es el trasfondo de este libro: lo importante que es la ilusión de un profesor, una persona con sus miedos, sus inquietudes, para el que lo más relevante y a la vez dificultoso es enseñar a sus estudiantes. Como ocurría con John Keating, el personaje interpretado por Robin Williams en la película El club de los poetas muertos –  Shun Lien Bynum consigue una mayor profundidad psicológica en el personaje de la profesora-, Hempel se sale del guión de la sala de profesores y de los manuales de texto para mostrarles a los alumnos cómo fue la guerra civil norteamericana, empatiza con las chicas administrando bien la frontera entre la amistad y la autoridad del maestro.  E incluso se permite un flirteo sano con los niños que ya apuntan maneras de ser los más malotes y populares sólo dos cursos después. Vive situaciones a veces embarazosas como las preguntas con las que le bombardean sus alumnos en la clase de educación sexual y que rozan con la curiosidad sin malicia de todo adolescente su propia actividad sexual. Hempel torea con profesionalidad y da un toque de atención al respecto: la naturalidad en este tema corta de cuajo las risas que a un chaval de doce años le puede producir la palabra sexo.

 

Las crónicas de la señorita Hempel es una historia llena de idealismos. Y aunque puede parecer utópica, ante tanta crítica al profesorado, ahí afuera hay millones de maestros que creen en lo que hacen y que apuestan por ese verbo, educar, en tiempos muy necesarios. Cuando las calles españolas se han llenado de manifestaciones de enseñantes y enseñados contra los recortes sociales, cuando las huelgas atenazan a la educación, hacen falta estos personajes que parecen extinguidos, pero que apuestan por hacer de esos niños no cerebritos ambulantes, sino personas con un espíritu contestatario. Esos profesores que, como le ocurre a la señorita Hempel, algún día muchos años después, se pueden encontrar con un exalumno que les recuerde todo lo que aprendieron (más allá de la guerra civil o las ecuaciones) durante sus clases.

 

Shun-lien Bynum, autora de Madeleine is sleeping (aún no traducida al castellano), ha firmado una bonita historia de amor. Ocho relatos, la mayoría publicados en revistas como The best american short stories,   para darle en los morros a más de uno y gritar aquello de ¡es la educación, estúpido!

 

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