Vuelve el rock marciano de Tom Waits
Vuelve el canalla redentor, el trapecista del rock, el lobo aullador, el poeta noctámbulo, el trilero, el tunante, el viejo loco, el compositor de las almas perdidas, el que no se deja avasallar por nada ni por nadie. Vuelve un Tom Waits con ganas de seguir dando guerra, de poner todo patas arriba. Vuelve, aunque nunca se fue. Con siete años de silencio en cuanto a material nuevo se refiere, lo último que habíamos podido escuchar del norteamericano era el disco en directo Glitter and Doom y el áltamente recomendable Orphans: brawlers, bawlers & bastards, triple álbum en el que Waits recopila material mayormente inédito de sus casi cuatro décadas de carrera discográfica.
Sin embargo, a pesar de la aparente sequía del compositor, nada parece cambiar en el universo Waits. Rock marciano, blues rasposo y ciertos guiños al viejo arte del vaudeville siguen pasando por la trituradora artística del músico. “Creo que toda esta división entre géneros tiene más que ver con el marketing que con cualquier otra cosa”, afirmaba hace poco Tom, consciente de que su música siempre ha jugado en el terreno de lo inclasificable. Y es que el artista norteamericano se ha mostrado a lo largo de los años como una auténtica esponja a la hora de recoger elementos para su abecedario musical. Desde sus comienzos en los barrios bajos del blues y el jazz hasta sus primeros pasos como genio iconoclasta del rock en discos como Swordfishtrombones y Rain Dogs, Waits ha sabido mantenerse en el alambre, dando esquinazo a todo aquel que pretendiera meterlo en algún saco. Una intención que prevalece en Bad As Me, un retrato de todo lo que es capaz el estadounidense.
En él el blues de Chicago se da de la mano con la música de ascendencia española (“Back In The Crowd”), en la que el californiano echa mano de David Hidalgo, cantante de Los Lobos. No es el único músico que el artista termina invitando a su fiesta privada. Keith Richards, otro viejo lobo de la música, pone su guitarra al servicio de Waits en varias canciones de Bad As Me y, en un ataque de nostalgia, canta a dúo “Last Leaf”, uno de los temas más destacados del LP. No obstante, si cabe señalar una punta de lanza dentro del álbum son las composiciones en las que el poeta saca las pies del tiesto, se ríe de sí mismo, acecha a su víctima y ataca. Como en el tema titular, en el que Tom hace blanco con el blues como munición. También “Hell Broke Luce”, que nos recuerda al Waits de los ritmos machacones e industriales, y “Face To The Highway”, en el que la voz parece alejarse lentamente hacia el horizonte. Hasta se pone respondón con “Satisfied”, una vuelta de tuerca al mítico tema de los Stones.
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Claro que un buen luchador tiene que también saber poner la otra mejilla. “Talking At The Same Time”, “Pay Me”, “Kiss Me”. Melodías que penetran en el corazón, canciones llenas de duende y humo, composiciones que Waits parece cantar desde sus propio cabaret de medianoche. Un descanso para un artista que no parece querer abandonar el ring. Y es que Bas As Me nos devuelve al Waits más peleón, al que toma el camino más recto hacia el final de la canción. Pisando el acelerador, el artista vuelve a perderse a lo lejos. Ya lo decía él mismo en una entrevista cuando le preguntaban acerca de si el coche es un buen sitio para componer: “Hay una sensación de dejarte llevar. Y te estás moviendo, como se mueve una canción cuando va a través de una cinta”. Siempre hacia delante.