No te signifiques (Extra)

Por Jorge Díaz.

 

Era una chica muy mona, que vivía en Barcelona… Era la más guapa, la más moderna, la que salía todas las mañanas a trabajar y que, si la hubieran dejado, habría ido en su scooter guay y se habría teñido el pelo de color naranja.

 

De la Ciudad Condal tú eres, pero tú ya no me quieres… Conoció a un hombre que parecía encantador, tan guapo, tan alto, tan distinto al novio de su hermana mayor…

 

Se enamoraron, se casaron, tuvieron hijos, fueron felices y comieron perdices… Y caviar, y langosta, y champán del bueno, y de lo que les dio la gana porque si algo nunca faltó en aquella pareja fue dinero a espuertas. ¿Era dinero legal? Eso deben decirlo los jueces.

 

Sé que con esto me significo, sé que no debo decirlo, sé que pueden hasta secuestrarme la columna y meterme con él en el trullo, pero si no lo digo reviento: al final, el del balonmano ha resultado ser un listo. Se ha pasado media vida con camisetas con las rayas verticales del Barcelona y debería pasarse otra media con las horizontales del uniforme de Alcatraz. Es lo que tiene el balonmano de elite, que los jugadores tienen mucha fuerza y se acostumbran a los pelotazos.

 

Vaya comida de navidad les espera en la familia.

 

–          Cariño, cuidado con los cubiertos de plata que viene el marido de la pequeña…

 

–          ¿Saco mejor los de diario?

 

–          No, con que tengamos cuidado basta. A ver si no vamos a poder estar tranquilos en casa y sacar la cubertería buena cuando nos apetece. Que es un día al año.

 

–          Contaré las cucharillas de postre antes de que se marchen, que son muy fáciles de esconder. Qué disgusto, con lo buen mozo que parecía…

 

–          Ya ves, y tú metiéndote con el marido de la mayor.

 

–          Es que iba en patinete, ¿tú crees que eso nos dejaba en una buena posición delante de prima Elizabeth?

 

–          Eh, a prima Elizabeth ni me la mientes, que ella bastante tiene con lo suyo para mirar a los demás por encima del hombro.

 

–          Lo que nos hemos metido con sus nueras y mira ahora nuestros yernos. Nos lo tenía guardado Dios por hablar de más.

 

–          No te pongas dramática.

 

–          Lo que tú digas. Vas a llegar tarde a la grabación del mensaje y ten cuidado al cerrar la puerta del armario, no te vuelvas a dar un golpe…

 

A lo mejor se me ha olvidado poner presunto alguna vez. Si eso, que digo presunto de todo. Hasta presunto balonmanista puedo llamarle.

 

Cuatrocientos mil euros le cobró su empresa a la Sociedad General de Autores por mejorar su imagen. Soy socio de la SGAE y sé que, como mínimo, fue dinero desperdiciado. La imagen de la SGAE es una mierda, y siento usar esta palabra, pero es la única que se adecúa. El Villarreal pagó 690.000 euros por un informe de diez folios, que no lo gano yo escribiendo ni en un buen día…

 

–          Yaya, ¿es verdad que vienen los primos de Nueva York a comer?

 

–          Claro, es Navidad.

 

–          Voy a guardar los juegos de la Play, que el año pasado me desapareció el Mortal Combat…

 

–          No digas eso de tus primos…

 

–          No, si es el tío el que se los lleva.

 

Ellos se consideran la primera familia del país. Si ellos hacen eso… Vamos, que yo aún no sé si lo hacen de verdad, que eso lo tendrá que decidir un juez, que yo sólo hablo en el terreno de las hipótesis, si eso fuera verdad…

 

Si eso fuera verdad deberíamos echarlos… Mandarlos al paro, con lo que les correspondiera, sus dieciocho meses de prestaciones o lo que tengan en contrato.

 

–          ¿Qué culpa tiene el abuelo?

 

–          Que hubiera educado mejor a la niña.

 

Si eso fuera verdad el yerno debería ir a la cárcel… Con su juicio justo, sus abogados buenos y su madre hablando en la Noria.

 

–          ¿Los padres de él no eran ricos?

 

–          Eso decían. Pero en buenos principios no debieron gastar mucho.

 

Si eso fuera verdad deberíamos pensar muy bien dónde hemos llegado. En casi cuarenta años de democracia no hemos conseguido que una sola familia, una a la que además pagamos los gastos entre todos, haya entendido que el bien común está por encima del individual… Pues va a ser verdad que hay que gastar más, o por lo menos mejor, en educación.

 

Y al final todo será de una tristeza y un costumbrismo patéticos.

 

–          ¿Tiene algo que alegar?

 

–          Todo lo hice por ganar más que mi cuñado. Para comprarme un coche mejor que el suyo, que siempre estaba presumiendo.

 

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