"Esos días azules": encuentro con Fernando Sánchez Dragó.
Por Benito Garrido
“El pasado no es estático. Solo vive en la memoria, y la memoria es una estratagema que sirve para olvidar tanto como para recordar y que tampoco es inmutable. Redescubre, reinventa y reorganiza. Puede ser revisada y puntuada de nuevo, como si fuese un pasaje literario. Toda autobiografía es una obra de ficción y toda obra de ficción es una autobiografía”. Con estas palabras de P. D. James arranca Esos días azules, memorias de un niño raro. Se trata del libro que recoge las memorias de infancia y adolescencia del escritor y periodista Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936). Este es el primero de cuatro volúmenes autobiográficos con los que el autor pretende completar la historia de su vida.
Esos días azules. Fernando Sánchez Dragó. Editorial Planeta, 2011. 500 páginas. 22,90 €
En un encuentro con el autor nos empapamos de sus palabras, que salen continuas como un torrente, así como de sus planteamientos vitales. Nos comenta que, siguiendo un lema de André Gide, “el artista debe contar su vida no como la ha vivido, sino vivirla tal como la contará”. En la India miden la edad de las personas no por el instante de su alumbramiento, sino por el de su concepción. Y es ahí dónde el autor comienza su obra: “me gusta pensar que fui engendrado el día 31 de diciembre del 36, que mis padres dieron rienda suelta esa noche de champán y alegría, a su lujuria y entonces pasó lo que pasó”. Y es que como decía Oscar Wilde, “solo los mediocres evolucionan”.
“Yo era un niño raro, de los que señalan con el dedo. Una vez, una amiga de mi madre me preguntó qué iba a ser de mayor y yo sin dudarlo le dije que iba a ser escritor”. Este libro se convierte por tanto, en la historia de una vocación, la de ser escritor, que guiará y dará sentido a su existencia. “Todo hombre tiene, como mínimo, tres vidas: la pública, que muchos conocen o pueden conocer sin necesidad de que su protagonista la cuente; la privada, hecha de episodios más o menos fútiles (salud, estudios, trabajo, amores, dinero…); y la vida secreta y oculta, que es la única que de verdad importa, define y revela a quien la narra, y puede por ello sorprender al lector.” Y es esa última la que saldrá a relucir en este libro: amor a la soledad, belicosidad, búsqueda de la libertad, el reconocimiento de un pecado capital tan extremo como la lujuria…
Se trata de unas memorias narradas en primera persona, pues como decía Montaigne, así debe ser, monstruo y milagro. Nos confiesa que esta ha sido una experiencia sorprendente: escribir un libro sobre el que uno se va redefiniendo a sí mismo, buscando al mismo tiempo ser el reflejo de una época, un barrio, un mundo plagado de ciudades, personas, películas, paisajes.
“Nací en un mundo femenino”. Con esta aseveración nos habla de su obsesión por ser varón y ser mujer, de la lujuria que le ha acompañado y que le permitió no solo superar las separaciones conyugales sino también romper con los ideales religiosos. De todas formas, “existe también un cajón blindado, cosas que no he contado; si se pierde por completo el misterio, uno pierde el alma”.
El título viene por Machado y porque todos sus recuerdos de felicidad tienen color azul. “La nostalgia es básica para recordar el pasado, pero sin melancolía”. Estamos ante un libro optimista que no deje entrever ninguna señal de decrepitud en el autor. Es más, nos confiesa que viene de hacerse un largo chequeo, y que goza de 75 años con una cabeza y un corazón en perfecto estado, que no se siente viejo, ni melancólico, ni triste. “También aparecen capítulos de vida que son algo agridulces (rupturas sentimentales, implicaciones políticas…), pero que se llevan lo mejor posible, y de los que tampoco me arrepiento.”
Sánchez Dragó nos comenta que odia la palabra solidaridad, que él no es solidario sino solitario. Tampoco tiene vocación de “indignado”, movimiento sobre el que no duda en verter duras críticas, y por las que también él ha sido duramente criticado. “La política no me interesa lo más mínimo, ha sido solo una experiencia para poder escribir. Me han ofrecido ir de cabeza de lista de un partido por Madrid, cosa que claramente he rechazado.”
Considera que escribir es muy difícil y que le cuesta mucho trabajo hacerlo pues es muy minucioso. Son diez horas al día las que dedica a escribir y verificar todo. Para terminar nos habla de los gatos como animal propio de escritores, fieles a sí mismos, animales que siempre están y que siempre ayudan, algo por lo que eran sagrados en el antiguo Egipto. Con la bendición de los gatos nos despedimos.
Fernando Sánchez Dragó es hijo natural de Madrid y adoptivo de Soria. Estudió Filosofía y Letras en la Complutense. Viajero infatigable, ha recorrido numerosos países y ha sido profesor de Historia, Literatura y Lengua Española en trece universidades de muy diferentes ciudades. Como periodista ha trabajado entre otras en la Radiotelevisión Italiana, en las publicaciones del Grupo 16, en la SER, en Radiocadena y en Televisión Española. Es colaborador habitual de El Mundo, Época, Onda Cero, la COPE y otros medios de información. Como escritor ha publicado entre otros libros: los ensayos Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España (Premio Nacional de Literatura en 1979), Del priscilianismo al liberalismo. Doble salto sin red, Volapié, Toros y tauromagia, Discurso numantino, Diccionario de la España mágica y las novelas Eldorado, Las fuentes del Nilo, El camino del corazón, La prueba del laberinto, Soseki, o Muertes paralelas.