El incombustible Christopher Cross
Por Javier D. Taylor.
Cuando surgió la figura de Christopher Cross a finales de 1979, el panorama musical pop y rock convulsionó. Y lo hizo hasta tal punto que buena parte de la industria hubo de revisar sus esquemas hasta el tuétano, ya que de un modo aparentemente sencillo, un tejano entrado en carnes, y con cara de tipo “normal”, se encaramó en los primeros puestos de las listas de todo occidente, cosechó cinco premios Grammy de golpe y porrazo en la gala del ´81, y ese mismo año obtuvo un Oscar y un Globo de Oro.
Y es que, el secreto del éxito sigue siendo un arcano incluso para los gurús de las grandes multinacionales discográficas, que a pesar de las décadas que llevan desde que se inventó el negocio del rock, deben de reconocer que la mayoría de las veces no saben cómo surge una Madonna, un Frank Sinatra, o como en el caso que nos ocupa, un músico tan alucinante como C. Cross, que consiguen el favor del público en todos sus estratos sociales y geográficos.
Algo de historia
Christopher Charles Geppert nació en San Antonio, Texas, en mayo del ´51, y pasó de tocar con Flash – un grupo desconocido de Austin, la capital del estado -, a firmar contrato con una multinacional del ramo, y de ahí a publicar un primer álbum llamado Christopher Cross.
Con este primer disco Cross da en el clavo, con un estilo muy personal, que redefine el rock contemporáneo dirigido al público adulto, con un puñado de baladas sofisticadas pero sin aparentes complicaciones para el oyente, que le permite llegar a un amplísimo espectro de consumidores, y convertirse en la nueva estrella más grande de la recién comenzada década de los ´80s.
Pocos meses después ganó cinco premios Grammy. Recibió en una misma gala (la de 1981) los cuatro premios principales: Mejor Grabación, Mejor Canción, Mejor Álbum y Mejor Nuevo Artista, record tan difícil de igualar, que sólo lo comparte con Norah Jones. De este álbum (que tiene un flamenco en la portada, el cual incluirá como distintivo durante décadas), destacan canciones que “todos-hemos-oído-alguna-vez” como «Sailing»(que llegó al nº 1 en USA), «Ride Like the Wind» (nº 2, y en la que canta el Doobie Brothers, Michael McDonnald) y «Never Be the Same” (en el nº 15), tres hits en tan sólo cinco meses, a niveles de los Beatles o Elvis.
Probablemente por ser el compositor pop y rock de moda, Cross aceptó un encargo de Hollywood, y compuso junto a los enormes Burt Bacharach, Carole Bayer Sager y Peter Allen, quizás su canción más conocida: «Arthur’s Theme (Best That You Can Do)» para la película Arthur, el soltero de oro (tal y como se tituló por aquí), la cual fue protagonizada por Dudley Moore – el cómico más importante por aquella época – y Liza Minnelli. Ganó el Globo de Oro a la mejor canción original, y el Oscar por Mejor Canción de Banda Sonora en 1981, y en agosto de ese año se catapultó, por segunda vez, hasta el nº 1 en USA. En una entrevista que tuve el placer de hacerle en 1996, Cross me confesó que fue atropellado por la fama a los 29 años, y que es muy sencillo sucumbir a la adulación y la pasta. Quizá la imagen con la que el artista tejano resumía ese estado de cosas fuera la siguiente pregunta: “¿Pero qué hacía un tipo como yo (sencillo, procedente de una ciudad pequeña, con un físico normalito…), vestido con un smoking y pajarita en plena gala de los Oscar, recibiendo los honores del todo Hollywood?”
Su segundo disco se tituló Another Page (1983) e incluía las canciones «Think of Laura» y «All Right», que también escalaron los puestos más altos de las listas de EE.UU. (en la biblia-Billboard) y de occidente en general.
Actualidad
Cross bajó de la nube de la popularidad de un modo brusco, y no sin problemas.
Depresión, y una afición desmedida a los coches de carreras – accidente incluido -, le hicieron replantearse la vida de otro modo, y curiosamente, en vez de avanzar hacia la autodestrucción como en tantos casos en la historia de la música popular, Cross se convirtió en un ejemplo para la tribu del pop y el rock: lleva grabando discos y girando por todo el mundo, 25 años después de no aparecer en las listas de éxitos de EE.UU., sólo por amor a la música. Oficia unas 100 actuaciones al año en directo, y lleva publicados 11 discos, el último en mayo de este mismo año. Todo un ejemplo de buen hacer.
Actualmente se encuentra en plena gira por Europa, habiendo comenzado el pasado día 7 de noviembre en Londres, para continuar por Alemania, Italia, y recalar en su cuarta visita a España, en Barcelona (el 22 del mismo mes), en Madrid (el día 24), Palma de Mallorca (el 25), y echar el cierre en el viejo continente el 26 de noviembre en la Sala BBK de Bilbao. Todo un maratón para este grandísimo compositor, que mezcla como pocos las baladas románticas (con su atiplada voz), con unos poderosos punteos de guitarra eléctrica en la línea de los mejores Toto de Steve Lukather.