Fernando Fernán Gómez, Pedro Beltrán y "El extraño viaje"
Por Luis Muñoz Díez
Fotos de Pepa Martín
En la librería 8 y medio se han presentado dos libros editados por La Página para su colección Miradas/cine. Uno, es el guión novelado por Daniel María de El extraño viaje (1964), y en el otro nos cuenta los avatares de la película fuera y dentro del celuloide, desde que se le pasó por la cabeza a Luis García Berlanga en el café Gijón hasta llegar a esta presentación 48 años después.
Bajo la foto de Federico Fellini, airado y armado con un látigo que cubre todo el frontal y preside la librería 8 y medio, se sentaban Domingo-Luis Hernández y el autor. Eran conscientes de que se hablaba de un clásico, pero el alcance de sus palabras iba más allá del mero homenaje cinematográfico.
El acto fue entrañable, vital y divertido, no podía se de otra forma, se evocaban los nombres de Fernando Fernán Gómez, Pedro Beltrán y Luis García Berlanga unidos en un extraño viaje que se fraguó en una mesa del Café Gijón, cuando Luis García Berlanga auguró que la historia del famoso crimen de Mazarrón, ocurrido en 1956, podía dar mucho juego si se llevaba al cine, y así encendió la llama del ingobernable talento de Pedro Beltrán y de otro grande del cine español, Manuel Ruiz Castillo, que por una coincidencia en tiempo y espacio no llegó a figurar en la cubierta del guión, y el pasado día 26 no llegó a la presentación, por lo que perdimos alguna anécdota, pero llegó a compartir un vino acompañado por Esmeralda Adam.
Habló Domingo-Luis Hernández y Daniel María. Entre el público se sentaba Emma Cohen y el operador Luis Berraquero, entones ayudante de cámara, que aportó detalles del rodaje inéditos, pero sobre todo se contó con la presencia del director Jesús García Dueñas, que salvó la película del anonimato, así lo reconoce el propio Fernando Fernán Gómez en sus memorias Tiempo amarillo con una crítica en la emblemática revista Triunfo y un artículo en el suplemento de Informaciones titulado “Cuando ya no se tiene la vida por delante”, ya que consiguió poner luz sobre una película que a sus productores y distribuidores se les antojaba oscura e indigna de las salas de un país que celebraba en 1964 los 25 años de Paz. Fue estrenada sin aviso ni publicidad en un cine de barriada de programa doble, el Odeón, en 1969, donde la descubre Jesús García Dueñas y da una voz de alarma que tuvo eco entre los jóvenes nombres que gozaban de mucho prestigio para el público de los cine clubs y underground, eran Enrique Brasó, Manolo Marinero y Miguel Marías. Incluso se hacen eco Julián Marías y Alfonso Sánchez, dándose un hecho insólito: una película de 1964, estrenada en 1969, fue reconocida con el Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos en 1970.
Los nombres que se fueron citando, y que participaron en la película, forman parte del diccionario del cine español, y al citarlos bullía el recuerdo y el murmullo evocando historias entre los presentes. El director, Juan Estelrich, el fotógrafo Julio Sánchez Caballero, la secretaria de rodaje Maribel Ruiz Capillas, hija del operador Ruiz Capillas y madre del estupendo montador Nacho Ruiz Capillas, el maestro operadores José F. Aguayo, Hans Burman y Cristóbal Halffter. El decorador Sigfrido Burman, la montadora Rosa Salgado y los actores Rafaela Aparicio, Tota Alba, Lina Canalejas, Jesús Franco, Sara Lezana y Carlos Larrañaga. Por un momento se habló de vivos y muertos con tal vitalidad que todos estaban tan presentes como lo están cuando se proyecta el viejo celuloide, como si la histórica Escuela de Cine aún estuviera instalada en un piso de Chamberí o sólo con enfilar la Gran Vía y torcer por Recoletos pudiéramos llegar al Gijón y ver sentados a una mesa a Berlanga hablando del proyecto con Manuel Ruiz Castillo y Perico Beltrán.
Del genial y polifacético Fernando Fernán Gómez es difícil añadir nada y a Pedro Beltrán no le hizo falta morir para ser leyenda, su personalidad superaba cualquier exageración, se le tildó de “ocupa de ascensores” porque durante años dormía en esos aparatos. Su bohemia le duró toda su vida, era incorregiblemente travieso y suponía un peligro real pronunciar la frase hecha de “estás en tu casa”, yo le traté y le observé moverse en rodajes, casas y bares. En el de El crimen de la calle de Fuencarral (1984), dirigida por Angelino Fons, Perico, ya rondando los 60 y con toda la carrera hecha, luchó como un jabato para que la figuración con frase que había conseguido se convirtiera en papel y así tener más sesiones, él que era el autor de la canción que interpretaba La maña abriendo la película. No vivía el hoy, vivía el ahora mismo, el minuto, el segundo. Su falta de previsión ante el minuto siguiente y su bohemia llegaba a tal punto que cuando la farra acababa y cada uno se iba a su a casa y no tenía donde acudir pensaba que era él el que se quedaba encerrado en la calle.
El trabajo que ha hecho Daniel María de novelar El extraño viaje y editar, con tanto mimo, en la colección de Miradas/cine, es una labor necesaria y valiente en un momento como este en el que hay gente que se llama cinéfilo creyendo que el cine comienza con La guerra de las Galaxias (1977). Meritorio y loable es igualmente la publicación del exquisito acercamiento que hace de la película el joven cinéfilo, titulado El caso de la película: El extraño viaje.
La presentación tuvo algo de mágico optimismo, y en lo único que no puedo estar de acuerdo con Daniel María es que El extraño viaje (1964) sea una película “maldita”, como se reza en su contraportada, incluso se le puede suponer una buena estrella ya que siempre ha encontrado un valedor, como lo fue Jesús García Dueñas y hoy lo es Daniel María, ellos toman hoy el testigo en un suma y sigue de lo que hicieron otros para que continúe este “extraño viaje”, y que mejor sitio para tomar ese relevo que la librería 8 y medio, un lugar donde a los libros les cae polvo de estrellas, que es el material con el que están forjados los sueños.