El rock elástico de Sidonie
La sustancia de Sidonie es elástica. Tiene alma de goma, cuerpo alado y un corazón cimbreante, pero muy vigoroso. En El Fluido García, su último disco, la banda barcelonesa juega a reinventarse una vez más estirando los sonidos al máximo bajo el paraguas de la psicodelia, el universo en el que Marc Ros, Jesús Senra y Axel Pi gravitaron en sus primeros trabajos, hace más de una década. El resultado es un álbum arriesgado de carácter hipnótico y actitud escapista que poco (casi nada) tiene que ver con su disco anterior, El Incendio, en el que predominaban los pentagramas biensonantes, de ritmo pegadizo. Ahora esta ductilidad les hace retornar a sus raíces más experimentales y transitar por una atmósfera lisérgica y sideral, en la que el trío se mueve con una libertad sin precedentes.
Las ganas son el principal combustible de Sidonie. Esta es la primera sensación que uno tiene cuando pisa los estudios de Octubre Music/Sony Music y se encuentra con sus integrantes. Sobrepasan las tres de la tarde y Axel –batería de la banda– se repone de la entrevista anterior dando un par de bocados a una manzana. Jesús y Marc – sonrisa en ristre– aseguran no estar cansados, a pesar de la falta de sueño y de la jornada maratoniana de encuentros que han tenido con diferentes medios.
Desde el primer minuto, el grupo exhibe sin reservas su orgullo por un trabajo que consideran bien hecho: “En El Fluido García se apuesta por un sonido que no se ha hecho nunca en España”. Toda una declaración de principios que Axel se presta a defender con rotundidad: “Hemos trabajado con la intención de que este disco se coloque en un sitio donde no hay otros discos y coloque al grupo donde tampoco hay otros grupos. Hemos hecho un gran esfuerzo para que cuando se escuche se entienda que solo los Sidonie de 2011 habrían podido grabar este disco. Es un trabajo valiente.”, remata el percusionista, que insiste en la “exclusividad” del álbum.
Marc Ros, vocalista, guitarrista y principal compositor, reivindica también la originalidad del grupo aunque encuadra a este último trabajo en un género muy concreto, en cuya senda habitan algunos músicos de cabecera del trío: la psicodelia. “El Fluido García es un disco de psicodelia, aunque de una psicodelia entendida a nuestra manera. Tiene un estilo es muy personal”, sostiene.
La aceptación de la etiqueta psicodélica –“un estilo muy abierto y muy dado a la improvisación”, según Ros– supone el reconocimiento de un cóctel de influencias que alimenta a los integrantes de Sidonie casi desde la adolescencia y que asoma sin disimulo en el sonido eléctrico de El Fluido García. En este camino figuran los nombres capitales de Donovan, David Bowie, The Doors, los Pink Floyd de Syd Barrett, y por supuesto The Beatles, a los que la terna catalana rinde esta vez un particular homenaje.
Pero además de conformar un “background musical” exquisito, el influjo de los psicodélicos, proporciona a Sidonie una gran libertad de movimientos. La flexibilidad de los nuevos temas son buena prueba de ello: “En El Fluido hemos tenido la libertad suficiente para jugar con las estructuras de las canciones, para romper el molde estrofa-estribillo-estrofa-estribillo… para probar, estirar y ensayar cambios que no te esperas”, relata Jesús.
En opinión de Axel, la flexibilidad y el nervio de los nuevos temas tiene mucho que ver con el hecho de haber grabado por primera vez en directo: “Al fin y al cabo son las canciones las que han terminado hablando. Es en el estudio donde te das cuenta de que una canción te pide cosas y tú respondes a esa demanda. Y esta vez las canciones nos han dicho “oye chicos, creo que podéis jugar un poco conmigo””, subraya el batería.
Al abrigo de esa especial libertad, la banda ha rebasado las fronteras de la psicodelia, abrazando en algunos temas al soul y el jazz, también presentes en la particular formación musical del grupo. Además, en este álbum los tres se han atrevido con nuevos instrumentos como el theremin que, en lo que parece una suerte de alquimia, reproduce sonidos eléctricos al acercar o alejar la mano a sus antenas.
Revisión de la psicodelia
La superación de la psicodelia comprende también su reinterpretación. Y en cuanto a la vieja asociación de esta corriente experimental con las drogas, el grupo lo tiene claro: “Ni el rock ni la psicodelia necesitan a las drogas”, declara Marc, que reniega de los psicotrópicos a la hora de componer: “Nunca nos ponemos hasta las orejas para componer una canción, lo hemos probado en el pasado y no ha dado frutos. No eres capaz ni de interpretar porque no puedes sujetar una guitarra”. Quizá por este motivo, los tres se lamentan de episodios como el que acaba de ocurrirles en Francia, donde se ha censurado el vídeo de El bosque, el primer single del disco, por apología de las drogas.
De lo que no prescinde el trío es, sin embargo, de las emociones, el único ingrediente imprescindible para lograr componer, dicen, y del que se vienen nutriendo desde siempre. La diferencia estriba esta vez en el impulso que les motiva, ya que al contrario de lo que pasaba en El Incendio –disco rendido a los pies del amor–, en El Fluido las letras remiten a territorios más oscuros, como el sexo, la violencia o la muerte.
Para Marc, es el ansia de escapar de la realidad más inmediata el que vertebra este álbum, con constantes reminiscencias a los poetas románticos y simbolistas pero influido también por lecturas como el Poeta en Nueva York de García Lorca o el lirismo musicado de Bon Dylan. “Ahora hablamos principalmente del viaje físico e interior”, apunta el vocalista, que añade que esta vez se hace “con un discurso cambiado y con letras más interpretativas y abiertas, que prescinden a veces de contar historias cerradas de principio, nudo y desenlace”.
Se trata al fin y al cabo, puntualiza Axel, de un “un trabajo diferente y arriesgado” con el que esperan conquistar al público durante los directos programados para este otoño, en los que “se dará un paso más”. “Vamos a esforzarnos muchísimo para que la gente salga satisfecha de nuestros conciertos, que es de lo que se trata”, declara.
Un propósito que concuerda con la aspiración principal del grupo de marcar la diferencia –y estirar al máximo la experiencia del El Fluido García– también en los escenarios, en donde, dicen, habrá sorpresas, proyecciones y un nuevo decorado (que, puestos a soñar, quizá sea azul y de papel celofán).