El rocambolesco universo de Paco

Por José A. Cartán.
 

Si algo ha caracterizado la obra de Paco Roca, (Valencia, 1969) desde sus inicios en el mundo del cómic ha sido el eclecticismo, esa magistral forma de transitar por cada uno de los géneros y clichés de las obras artísticas con una eficacia aplastante. Poco le importa al autor confeccionar una obra de corte histórico, surrealista, de realismo social o de burlona comedia, el resultado siempre es el mismo: la admiración del lector. Asimismo, no hay que olvidar la importancia que le ha dado al hecho histórico en sí, los sucesos de la Alhambra durante el siglo XIX, la Guerra Civil española o las peripecias del pintor Salvador Dalí.

 

El estilo gráfico de Roca vuelca todo su peso en un trazo ágil y ligero, pero de contornos armónicos y muy bien definidos. No obstante, si por algo se caracteriza el grafismo del autor es por el papel primordial que tiene el color en todas sus historias. Este mimo por el matiz y la tonalidad logra que en la obra se cree un doble universo de interpretación, donde el simbolismo y el hecho conceptual se tornen indispensables para captar cada uno de los detalles y poder acceder a una lectura más rica y profunda.

 

La carrera artística de Roca comenzó, como suele ser habitual en los primeros pasos de todo creador, con historias cortas que salieron a la luz a través de revistas como Kiss Comix o El Víbora. De esta primerísima etapa destacarían, sobre todo, las dos historias de corte aventurero, explícito y endiabladamente socarrón que hizo con su compatriota Juan Miguel Aguilera. Road Cartoons, la primera de ellas, es una obra muy influenciada por la animación de la Warner Bros y sus archiconocidas Merrie Melodies. En El Víbora apareció, posteriormente, GOG, una especie de continuación de la obra anteriormente citada que divaga entre la dualidad sueño-realidad y que se convertiría en la primera monografía propiamente dicha de Roca.

 

A pesar de los buenos propósitos de estas dos primigenias obras, todavía faltaba mucho para que pudiéramos apreciar el gran talento del historietista valenciano. Su fama se empezó a forjar al año siguiente, corría el año 2001, cuando plasmó sobre la viñeta la extravagante personalidad de Salvador Dalí en El juego lúgubre. Lo que en un principio parece una simple biografía del pintor catalán a través de los ojos de su criado y de la estancia en su residencia de Cadaqués (Girona) se va tornando en profunda extrañeza y desconcierto con el devenir de las páginas. Las viñetas se contagian de un creciente realismo mágico que surge, en un principio, de las rarezas de Dalí y se va dispersando, como si de esporas se tratasen, por el espacio natural en el que transcurre la obra. El juego lúgubre no sólo se configura como la primera gran obra de Paco Roca, sino que sitúa a su creador en consonancia con la parte más genética y originaria de sí mismo, es decir, las raíces, la herencia y la problemática de una nación.

 

Los viajes de Alexandre Ícaro sigue la estela de su predecesor en cuanto al hecho histórico, ya que el autor nos sitúa en una intriga ocurrida en La Alhambra durante el siglo XIX. La obra sigue el mismo esquema narrativo que cualquiera de las aventuras del joven reportero belga que creó Hergé. La intriga y la aventura cobran un papel primordial y se autoproclaman protagonistas de la contienda, la cual desembocará en el clásico tour de force tintiniano y que pondrá punto y final a un cómic que clama por tener más entregas en un futuro.

 

El reencuentro con el pasado y la huella indeleble que éste deja en sus personajes será una de las razones de El Faro. En esta ocasión, el lector se verá transportado a la Guerra Civil española y será testigo de la íntima relación que surgirá entre un joven republicano que huye del bando falangista y un anciano farero que vive su soledad en los mundos marinos de sus héroes, Ulises, Gulliver o Simbad. La libertad se configura como el concepto más importante de la obra y la única razón por la cual sus personajes deben seguir luchando y sobreviviendo.

 

A pesar de todo lo que había hecho hasta entonces, lo que llamamos “éxito” no le llegó a Roca hasta la concesión del II Premio Nacional en el 2008 por Arrugas. Su mirada se fijaba, por aquel entonces, en el problema del Alzheimer y las terribles consecuencias que desencadena en el protagonista de la obra, un anciano que ve cómo su memoria va degradándose irremisiblemente hasta desaparecer. El geriátrico será el espacio donde nuestro protagonista desembocará, recordando los versos de Manrique, “en el morir” de la memoria, en la vastedad de la nada y donde el único y final terrible es la propia realidad. Tras el “boom” que supuso Arrugas tanto para el autor como para la industria española del cómic, Roca realizó junto con Miguel Gallardo, María y yo, el álbum autobiográfico Emotional World Tour, que sirve al lector para conocer los preámbulos creadores de la que hasta ahora es la obra más reconocida, tanto nacional como internacionalmente, del autor valenciano.

 

 

Como buen hombre de su tiempo y de las meta-influencias que han de ser consideradas para toda creación artística, Roca siguió con la opresora y extraña ambientación que plasmó en su versión de los quehaceres de Dalí y dio a luz Las calles de arena, cómic que divaga entre la ambigua y surrealista cuentística de Cortázar y Borges. Tomando como modelo el título borgiano de El libro de arena y utilizando como eje narrativo el relato La biblioteca de Babel, Roca realiza un ejercicio de auténtico virtuosismo, policromía y épica griega, sin olvidar las directrices narrativas y laberínticas que seguía el escritor argentino para confeccionar sus universos. El resultado es un cómic de apabullante belleza plástica y de extrema y confusa complejidad kafkiana.

 

Siguiendo con el interés que siente el autor por la intrahistoria y aquellos sucesos que marcaron las lecturas de su juventud, aparece El invierno del dibujante. En este caso, Roca fija su mirada en los historietistas de Bruguera en los años de la posguerra española. El realismo con el que pincela la personalidad de cada uno de los profesionales de la mítica editorial se agudiza y se ennegrece a causa del debacle de la misma. Las ilusiones de los artistas por fundar una nueva editorial y adentrarse en la libertad creadora se verá frustrada, y el olvido emergerá como la única seña de identidad que se les concede por tantos años de arduo trabajo. El epílogo La navidad del dibujante, publicada primeramente por El País y posteriormente por la editorial Astiberri en su web, sirve para completar la historia principal de El invierno… y nos ofrece una de las mayores preocupaciones de Roca, el ansia de libertad por parte del ser humano y la imposibilidad de acceder a él a causa de los conflictos sociales.

 

Al principio de la retrospectiva se hacía referencia al eclecticismo y a las ganas de renovación por parte de Paco Roca. Gracias a la recopilación de sus tiras semanales que lleva por título Memorias de un hombre en pijama y que aparecieron durante más de un año en el diario valenciano Las Provincias, el autor nos ofrece su visión más irónica y melancólica de la vida y de las relaciones humanas una vez pasado el umbral de los cuarenta años. El cómic bebe de la serie televisiva Seinfeld y sigue la misma estructura narrativa que cualquier sitcom; utilización de los mismos personajes, predominación de las historias cotidianas y, en definitiva, la búsqueda de la carcajada en cada una de sus viñetas. Un regreso al origen del cómic y a las planchas dominicales que tanta importancia tuvieron en las primeras décadas del siglo XX.

 

 
Aclaración: Como cualquier work in progress, se irá actualizando la retrospectiva según Paco Roca vaya publicando sus futuras obras en el mercado español.
 

One thought on “El rocambolesco universo de Paco

  • el 15 marzo, 2014 a las 10:38 am
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    Well I guess I don’t have to spend the weekend finurigg this one out!

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