Viaje a los dos Orientes.
Por Alfredo Llopico
VIAJE A LOS DOS ORIENTES
El viaje es una experiencia de vida y de conocimiento y, como tal, un movimiento que relaciona al que lo inicia con el espacio visitado. Si el viaje es a Oriente, viene a representar, además, el retorno al origen de la sabiduría del hombre.
Dado que la Tierra es redonda y Oriente es el punto cardinal del horizonte por donde aparece el sol en los equinoccios, todos sus espacios pueden revestir la condición de Oriente. Ahora bien, oriente puede ser también un impulso, un lugar interior. Oriente es además –y es belleza– «el brillo especial de las perlas», el «nacimiento o principio de las cosas», y es, igualmente, un viento.
Pero también el viaje y la aventura –sobre todo para un niño–, lo próximo y lo lejano, no sólo geográficamente. Hay aquello que uno reconoce de inmediato como distinto, países con pobladores de otras razas, que visten de modo extraño, que escriben con caligrafías indescifrables, que seducen por su colorido y aquellos en los que uno se reconoce, cuyos textos se pueden leer aunque no se entiendan.
Y además, situándonos en España, todos los países visitados quedan al Este, excepto uno: Portugal. Pero, a decir verdad, y como afirma la escritora y poeta catalana Clara Janés, nunca sabemos si se mira a Lisboa como Occidente, desde Barcelona, o como Oriente, desde la imaginada Kioto.
«La vida es en sí movimiento, pues el respirar es el viaje del aire por nuestro paisaje, atrapar el aire y devolverlo, de modo que pasa de lo exterior a lo interior y regresa enriquecido. Resulta natural, pues, que el hombre sienta el impulso de salir hacia el otro, que es lo que está en la esencia del viaje». Así valora Clara Janés esa íntima trama psicológica que esconde el deseo de viaje.
En Viaje a los dos Orientes (Siruela, 2011), asume un viaje a Oriente Medio y Extremo Oriente. Su mirada poética y atenta nos acerca a culturas como la turca, la india o la japonesa, y nos desvelan panoramas llenos de color y belleza, costumbres y vínculos históricos y de pensamiento que suponen ya de por sí una aventura. Y nos enseña a viajar, a mirar no sólo con los ojos sino con el alma y el corazón. Una realidad visual que esconde otra realidad espiritual más profunda que cala en el visitante.
Los lugares que visitamos ofrecen variedad de paisajes, costumbres, arte, literatura y distintos modos de despertar el intelecto. El viajero curioso, en este caso la escritora Clara Janés, no puede dejar de asombrarse, anotarlo. Así, nos conduce fascinada ante el paisaje azul de Ispahán, el misterio del Wadi Rum y la noche cerrada en el Adén en una declaración de amor a la música persa, a la poesía yemení o a los versos de Adonis.
Viaje a los dos Orientes. Clara Janés (Ed. Siruela, 16.95 euros)