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Sabina, poeta en Nueva York

Por Rebeca García Nieto

Foto de Leo Correa en el ICNY

 

Esta vez hubo suerte. Aunque en mayo un problema de salud le hizo cancelar su gira por Estados Unidos y México, el 18 de octubre, el autor de La canción más hermosa del mundo pudo dar por fin su primer concierto en Nueva York. Y los fans, siempre esperándole en la lista de espera, no éramos los únicos que estábamos emocionados… El propio Sabina, debido a su “corazón cursi de peluquera maricona”, admitió estar también conmovido por poder tocar en la Gran Manzana.

 

Pero antes del concierto en el Manhattan Center, en un ambiente distendido, casi entre amigos, el cantautor fue entrevistado por Javier Rioyo en calidad de poeta en Nueva York. Presentado por el nuevo director del Instituto Cervantes NY como “el Leonard Cohen con guitarra madrileña”, Sabina habló de sus versos: “Nunca he pensado que escribía poesía. Yo escribo versos, versos de campanario… Y no rimados, sino ripiados. A la antigua usanza”. Aseguró que se había decidido a publicar sus poemas porque la obligación de cualquiera que se sube a un escenario es traicionar a su público: “Mi público esperaba canciones muy barriobajeras, en metros muy libres y muy vanguardistas; yo decidí someterme al estrecho corsé del soneto para joderlos un poco”. Como muestra de su poemario Esta boca es mía (Ediciones B), leyó su poema Dicen que Dylan anda suelto por aquí, y uno de sus sonetos favoritos, Lo peor del amor cuando termina.

 

No obstante, afirmó ser mejor lector que escritor y, como Borges, dijo sentirse más orgulloso de lo que leía que de lo que escribía. Durante la entrevista, Sabina habló de García Lorca, mostró su simpatía por los Indignados de Wall St., habló de su próximo disco, escrito “a cuatro manos” junto a Serrat, y de su recién estrenado musical, Más de cien mentiras. De éste dijo que, al verlo, “no vomitó y aguantó tres horas sin fumar”, así que “no estaba tan en desacuerdo”.

 

Humilde y cercano en todo momento, Sabina reiteró lo que ya había dicho en otra ocasión: que le gustaría haber sido una “chica Almodóvar”. Además de reconocer esta frustración, dijo que no se sentía en absoluto un triunfador. Aparte de un talento natural para la estafa y la impostura (“Soy un estafador profesional”, aseguró), afirmó no saber cuál era el secreto de su éxito. Yo, como fan desconcertada, y fascinada, por estas palabras, sólo puedo decir que ojalá todos los estafadores fueran como él. Además, parafraseando al propio Sabina (que a su vez parafraseó al New York Times cuando presentó a Lola Flores), sólo me queda hacer una recomendación: NO CANTA. NO BAILA. ¡NO SE LE PIERDAN!

 
 

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