Los tres mosqueteros (2011)
Por Lucía Ábalos.
Suceden extraños acontecimientos en Venecia. Unos ladrones realiza el robo simultáneo de unas antiquísimas llaves pertenecientes a Leonardo Da Vinci. En cada uno de los casos, en el ladrón se nos irá presentando cada uno de los mosqueteros, junto a la temible Milady. La llaves son utilizadas para llegar a un tesoro escondido consistente en el plano de un artilugio bélico, que finalmente es robado por… exacto, por Milady, que escapa con el botín. Los mosqueteros, burlados, vuelven a París, donde el clima político derivado de un monarca inexperto en manos del ambicioso Cardenal Richelieu es bastante gris y el propio cuerpo de mosqueteros se encuentra disuelto. D’ Artagnan aparece entonces como un insolente chico de provincias que desconocía este hecho y ha llegado a la ciudad para convertirse en uno de ellos a imagen de su padre. Este chico les devolverá la esperanza en la lucha por Francia y contra el Cardenal.
Hastiados como estamos de las adaptaciones cinematográficas de esta novela (Dumas debería estar más que orgulloso de ser el autor de la novela histórica de aventuras por antonomasia), la predisposición para sentarse a ver una más es a priori difícil, si no se nos vende algún punto novedoso. Este punto trata de ser el alarde de escenas de acción, los efectos especiales y el plantel de famosísimos actores que forman el reparto. Respecto al primer punto, acción se encuentra a raudales, pero resulta un poco monótona por el abuso de las tomas a cámara lenta. Para poder aprovechar el potencial de los efectos digitales, se ha “maquillado” el argumento con la aparición del dirigible, estéticamente similar (evidentemente con tintes más artísticos) a los usados durante la Primera Guerra Mundial, y se han introducido múltiples escenas de acción llenas de explosiones y persecuciones.
El reparto es realmente de lujo. Actores de la talla de Orlando Bloom (El Señor de los Anillos (2001)), Christoph Waltz (Malditos Bastardos (2009)), Milla Jovovich (Resident Evil (2002)), etc., participan en la cinta, sin conseguir ninguno de ellos una actuación más allá de muy mediocre. En esta situación el colmo se lo lleva el intérprete “cómico” de la película, que es James Corden (Los viajes de Gulliver (2010)), que gracias a un diálogo penoso, se carga todas las escenas que pretenden ser el guiño gracioso de la misma. La actriz seleccionada para la dulce Constance, Gabriella Wilde, no parece una buena elección pero vuelve a ser crucial que ni el argumento ni el diálogo le dan alguna oportunidad.
Paul W.S. Anderson (Resident Evil (2002)) como director vuelve a contar con su protagonista favorita de todas las entregas de Resident Evil, Milla Jovovich, por lo que el propio personaje de Milady, tiene unos tintes de acción que quitan el aire de la novela original y la convierten en algo así como la superespía malabarista de una Misión Imposible en el siglo XVII.
La escenografía destaca algo más debido al colorido del vestuario y la fotografía. Pese a ello, en algunas escenas se aprecia un exceso de personajes inocuos, como una señora con un bebé en una ventana que destaca innecesariamente, unas monjas que pasean junto a los protagonistas, que no aportan nada y descentran al espectador.
Realmente los intentos por renovar la novela, han conducido a un brebaje penoso, a raiz de un argumento realmente mal construido, con diálogos aburridos y muy poco fluidos. Para ver esta película hay que ir al cine solo con la intención de disfrutar del despliegue de efectos, el vestuario y los escenarios de esta nueva recreación de la novela.
Los tres mosqueteros (2011) se estrenó en España el pasado 30 de septiembre de 2011.