“El mundo de los Cabezas Vacías”, de Pedro Ugarte

El mundo de los Cabezas Vacías, de Pedro Ugarte. Editorial Páginas de Espuma, 2011, 187 páginas, 16 euros.

Por Robert Sendra.

El título del libro y su portada colorista y psicodélica, protagonizada por una ilustración de Daniel Tamayo poblada de motivos oníricos y de monigotes grotescos, invita desde buen comienzo a adentrarse en las doce propuestas que el escritor vasco Pedro Ugarte (Bilbao, 1963) ha plasmado en El mundo de los Cabezas Vacías (Páginas de Espuma), la última colección de cuentos que lleva su firma. El ejercicio de Ugarte constituye una interesante cascada de situaciones y de historias que ponen entre las cuerdas a la realidad cotidiana para moverse sibilinamente entre lo absurdo, lo caricaturesco y lo dramático subidas al ferrocarril del humor y la ironía. Su objetivo: plantearse los desajustes, las excentricidades y los desequilibrios que conviven en el primer mundo del siglo XXI para jugar con ellos a través de la ficción y llegar a conclusiones que muchos podrán llegar suscribir. De hecho, la identificación con lo que cuenta Ugarte es inevitable.

 

Pasada la frontera de la portada y de las primeras páginas, que en algunos libros resulta infranqueable y causa bajas prematuras entre los lectores, no es extraño que quien emprenda El mundo de los Cabezas Vacías quede atrapado en las historias inteligentes y ágiles que pueblan los relatos, como si en cada página creciera más el interés sobre qué sentimientos, inquietudes, ideologías y comportamientos conviven en el inhóspito y desértico territorio de los Cabezas Vacías, que no deja de ser nuestro mundo. En el primer cuento del libro, que da título a la colección, el padre del protagonista es un idealista desfasado que profesa proclamas antisistema tan vehementes como vacías, y que, como grito de guerra, no duda en repetir: “El mundo está lleno de cabezas vacías”. Pues resulta que el libro también está lleno de dicho prototipo de cerebros deshabitados. Sin ir más lejos, un hombre que se catapulta socialmente gracias a la forma exquisita en que primero su madre y luego su novia le eligen la ropa (en “Azul marino o gris marengo”); dos hombres autocomplacientes de una ciudad provinciana y decadente que se consideran la “aristocracia intelectual” del pueblo (en “Habitantes del limbo”); un alto funcionario extremadamente preocupado en asistir a inauguraciones y actos oficiales (en “País en armas, héroes de barro”), y padres que buscan a sus hijos cuando ya puede ser demasiado tarde, son algunos de los pintorescos habitantes del mundo creado por Pedro Ugarte.

 

Además, resulta curioso que muchos de estos personajes, concretamente los protagonistas, son los narradores en primera persona de sus propias historias, y pese a ser muy distintos los unos de los otros, pese a vivir en pieles, lugares, ambientes y acontecimientos dispares, todos se llaman Jorge. Se trata, según Ugarte, de un alter ego suyo que frecuenta la mayoría de sus proyectos literarios: “La abrumadora mayoría de mis cuentos los protagoniza él y también dos de mis cuatro novelas publicadas. Cambian sus ocupaciones, su estatus económico o social, su edad o sus mujeres, pero el modo en que reflexiona, y también el modo en que padece la vida, son los mismos”, afirma.

 

En definitiva, los cuentos de Ugarte producen la sensación de que el mundo ha perdido algo el norte, si es que en algún momento lo ha llegado a tener, lo que visto desde la distancia puede hacer reír, y a la vez muestran sus consecuencias más dolorosas: niños desprotegidos, injusticia social, gente atrapada en la soledad, insatisfacción, nostalgia… Aunque pueda parecer paradójico, El Mundo de los Cabezas Vacías no cesa de llenar de ideas la cabeza del lector. Los cuentos observan las mismas pequeñas miserias que, quién más quién menos, todos hemos visto alguna vez, pero lo hacen con otros ojos y lo explican con otras palabras.

 

Para obtener más información sobre El Mundo de los Cabezas Vacías, puedes leer la entrevista a Pedro Ugarte publicada en Culturamas.

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