CríticaMúsica

Lou Reed & Metallica. Lulu

Por Miguel Andúgar.

Hace tiempo que conocemos el proyecto de colaboración entre dos dinosaurios del rock: Lou Reed y Metallica. Las canciones, escritas por el primero basándose en la obra de Frank Wedekind, prometían a muchos un disco conceptual «salvaje», un atrevimiento sonoro, etc. A otros nos rechinaba y no nos sentíamos especialmente inclinados a esperar con ansiedad el desenlace.

 

Cuando faltan pocos días para que llegue el lanzamiento real el 31 de octubre, ya podemos escucharlo. El resultado es, como mínimo, discutible. Para que te guste este disco es necesario que te gusten los últimos devaneos de ambas entidades artísticas: el coqueteo -ya casi en exclusiva- de Lou Reed con lo literario, y la deriva de Metallica entre el mainstream y el «vamos a petarlo (mal)». Resultado: una maquinaria musical muy poderosa, pero limitada a cumplir con determinadas transgresiones muy medidas. Por mucho que digan algunos, si quitamos el concepto, la cosa de experimental tiene bien poco. A no ser, claro, que experimental sea ampliar a más de cinco minutos todos los temas menos uno, a contener cambios imposibles cada par de minutos -algunos de ellos, en serio, dan grima-, o a unas letras crudas y oscuras. Ah, y si me olvidaba, a la gente que dice: «¡guau, las letras del título parecen estar escritas con sangre!» ¿A qué nos puede sonar todo esto?

 

Y es que en Lulu, la pegada que parecía haber recuperado Metallica en Death Magnetic ha desaparecido para convertirse en un sonido digno de una buena banda de acompañamiento. La cosa, por mucho que afirme Hetfield que es lo mejor que ha hecho en su vida, no pasará de anécdota y pronto será olvidada. Lo único que consigue que soportemos la escucha hasta el final son precisamente los momentos en los que se desata una cierta pasión -más cerca del hard rock clásico que del metal-, como sucede en los minutos finales de «Dragon»

 

Y es que el rechazo ante las escuchas previas es patente. No satisface a los fans del Reed menos poético, no satisface a los fans de los Metallica clásicos, y no satisface, desde luego, a los fans de ambos. Un producto destinado a esos otros apasionados de ambas partes que abrazan cualquier cosa que sale de la mente creativa de sus adorados ídolos, sea lo que sea. Claro que hablamos de Metallica y de Lou Reed. Estos son legión. ¿Qué más da entonces?

 

Una nota curiosa: no puede dejar de llamarme la atención que el grupo de Lars Ulrich, cara visible del primer embate contra la mal llamada piratería musical, permita que todos podamos oír en internet y por la cara su nuevo trabajo previo al lanzamiento. ¡Cómo cambian las cosas!

 

 

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