Entrevista a Pedro Ugarte
Por Robert Sendra.
«El humor permite escribir con una cierta soltura ética y estética»
Libros de relatos como Los Traficantes de palabras y La isla de Komodo y novelas como Los cuerpos de las nadadoras son la mejor carta de presentación del escritor vasco Pedro Ugarte (Bilbao, 1963). Recientemente galardonado con el V Premio Logroño de Novela por El país del dinero, el autor bilbaíno sorprende de la mano de la editorial Páginas de Espuma con la colección de cuentos El mundo de los Cabezas Vacías, una propuesta atrevida que observa, con humor y con un elenco de personajes grotescos, las rarezas, los desajustes y los pequeños dramas que reinan actualmente en las llamadas sociedades modernas. Abogado, columnista y colaborador habitual de varios medios de comunicación como el diario El País, Pedro Ugarte es, ante todo, un maestro del relato. Como dice uno de los personajes de su último libro, “aspiraba a vivir de mis propias mentiras y no de las que sugiriera la mera realidad, y aquella esperanza fue agrandando a medida que se hacía más descabellada, ya que me dedicaba al cuento, la pesadilla de todos los editores, el género más ruinoso de su ingrata industria”.
Pregunta: ¿Es el nuestro un mundo de cabezas vacías?
Respuesta: Lo es en todo caso pero, para el personaje del cuento que da título al libro, la estupidez de la humanidad entera alcanza rasgos patológicos.
P: ¿Con qué deberíamos empezar a llenarnos la cabeza para vivir en una sociedad más justa y equilibrada?
R: ¡Ojalá tuviera la respuesta!
P: ¿Cómo surgió la idea de escribir El mundo de los Cabezas Vacías?
R: En mi caso, la escritura de novelas exige un proyecto premeditado, pero con los cuentos me pasa lo que imagino que suele ocurrir habitualmente con la poesía: uno escribe cuentos según va viviendo, según va respirando. Y en un momento dado se detiene, selecciona algunos, los ordena, los concierta, elige un título y concibe al fin el libro. Digamos que en la novela el proyecto precede a la ejecución, mientras que en el cuento o en la poesía suele ocurrir al revés.
P: ¿Han sido los periódicos y los telenoticias una fuente de ideas para sus historias?
R: Sí extraigo de los medios de comunicación motivos para escribir, pero confieso que la mayoría de mis argumentos, para cuentos o para novelas, los tomo de las distancias cortas, de la observación de las personas, de las situaciones más cercanas. Hay algo de espionaje en mi vida cotidiana.
P: Todos los cuentos de la colección están protagonizados por personajes distintos pero que siempre se llaman Jorge y narran su historia en primera persona. ¿Qué tienen en común los distintos Jorges?
R: Jorge es un personaje que ideé hace mucho tiempo. La abrumadora mayoría de mis cuentos los protagoniza él y también dos de mis cuatro novelas publicadas. Cambian sus ocupaciones, su estatus económico o social, su edad o sus mujeres, pero el modo en que reflexiona, y también el modo en que padece la vida, son los mismos. Supongo que debería confesar que Jorge es una especie de alter ego del autor. Salvo en ocasiones muy concretas, a la hora de escribir me disfrazo de Jorge: a partir de ese momento es él el que trabaja.
P: ¿Podríamos relacionar el abanico de Jorges con un alter ego colectivo de los ciudadanos del siglo XXI?
R: Nunca lo había visto de ese modo, pero al hilo de la pregunta considero que se trata de una reflexión muy sugerente: Jorge pasa por situaciones muy distintas y buena parte de su vida se podría concebir como una crónica del devenir de los ciudadanos de los países desarrollados, con las necesidades primarias cubiertas pero cierta desorientación vital y emocional.
P: Uno de los temas recurrentes en El mundo de los Cabezas Vacías es la relevancia que tienen en la sociedad las nimiedades y la frivolidad. Así lo demuestran hechos como la importancia que se le da a la forma de vestir. ¿Diría que en la actualidad prima la superficialidad?
R: Sí, es posible que criterios o conductas muy superficiales sean importantes, pero no creo que nuestra sociedad sea en eso peor que cualquier otra. La moda es el núcleo del más largo de los cuentos del libro “Azul marino o gris marengo” y configura un pequeño tratado acerca de las formas de vestir y de cómo ello afecta a las relaciones de jerarquía dentro de la sociedad.
P: Otro de los temas con más fuerza en el libro es el de la espinosa y dramática relación de los padres con sus hijos: falta de afecto, egoísmo, incomunicación, abandono… ¿Era ésta una temática que le preocupaba?
R: Me empezaron a preocupar, literariamente hablando, las relaciones de los padres con los hijos a partir del momento en que yo mismo me convertí en padre, lo cual refuerza la idea de que a Jorge, el personaje de mis cuentos, le preocupan las cosas que me preocupan a mí.
P: Uno de los cuentos hace referencia al posicionamiento de un intelectual en la lucha antiterrorista que, ya fuera de la ficción, está de enhorabuena desde el pasado 20 de octubre. ¿Para un escritor vasco como usted, resulta inspirador el fin de la actividad terrorista anunciado por la banda ETA?
R: Hemos experimentado una situación de opresión, física y real en el caso de muchas personas, pero moral en el de casi todas, que ha pervertido las relaciones sociales y también entorpecido el desarrollo cultural del País Vasco. Escritores como Jokin Muñoz, Iban Zaldua o José Javier Abasolo han escrito, en euskera y castellano, sobre esa temática. En casi todos mis libros de cuentos, y ya van siete, siempre hay alguna pieza que aborda esa cuestión. Ahora ha sido “País en armas, héroes de barro”. No descarto hablar en el futuro sobre ello, pero sería un instrumento para abordar las mismas cosas de las que he hablado hasta ahora: las paradójicas relaciones entre los seres humanos.
P: A menudo, parece que los personajes caricaturescos y las situaciones paródicas que pueblan algunos de sus cuentos le permiten decir verdades afiladas sobre aspectos como la hipocresía, la corrupción o el funcionamiento del sistema. ¿Qué cree que aporta el factor paródico en su obra?
R: La parodia, el humor, aporta distancia. Permite escribir con una cierta soltura ética y estética. De todos modos, me gusta precisar que el humor que practico se basa en la ironía y no en el sarcasmo. El móvil del sarcasmo es hacer daño, a entes individuales o colectivos. La ironía, en cambio, es mucho más piadosa con el ser humano.
P: Recientemente obtuvo el V Premio Logroño de Novela por su novela El país del dinero, que verá la luz en marzo y que habla sobre la especulación inmobiliaria. Como algunos de sus cuentos, la novela trata aspectos candentes y de gran calado social, pero, ¿qué diferencias de género ha encontrado entre el cuento y la novela a la hora de desarrollar sus temas?
R: En mi caso, la elección del género a la hora de escribir no se reduce a la elección de una distancia: también hay una diferencia en el tono. En los cuentos escribo siempre desde el humor. En la novela, en cambio, los registros son más variados. En general, el dilema del relato es la elección de un tono, mientras que el de la novela es la elección de una estructura. En cuanto a El país del dinero es una novela que aborda la especulación inmobiliaria, pero hay también en ella una perversión sexual muy particular, que preferiría no revelar antes de tiempo…