[Sitges 2011] Crónica 2: Llama un extraño
Por Nacho Cabana.
Si hay algo peor que ir disfrazado a una fiesta que al final no era de disfraces es presentarse en Sitges disfrazado y maquillado de zombie… casi una semana antes de que se celebre la tradicional procesión de muertos vivientes. Eso ocurrió el pasado sábado ante el estupor de los presentes que nos cruzábamos por la calle con zombies deambulando con cara de «Where is the party?».
El teléfono es el protagonista de dos interesantes películas vistas en estos días: Night Fishing (Paranmanjang) (2011) de PARKing CHAnce y The Caller (2011) de Matthew Parkhill. El extraño nombre que firma la primera es en realidad el resultado de mezclar los de Park Chan-wook y su hermano pequeño Park Chan-Kyong. Se trata de un mediometraje de 30 minutos rodado íntegramente con un iphone 4 con lo que consiguen una imagen muy amateur en las secuencias en color pero una interesante textura cuando, en las secuencias nocturnas, los directores optan por virar la imagen al blanco y negro. Es un efecto parecido al que consiguió Jean Renoir colocando una tela de saco delante del objetivo en el también mediometraje Una partida de campo (1936) La película tiene alguna imagen poderosa pero me pasa con ella como con buena parte de las producción oriental: remite a una leyenda (coreana) previa que los directores suponen que el espectador (coreano o japonés o thailandés) conoce a la perfección pero que a los occidentales se nos escapa. Al final acabas componiendo más o menos el puzzle pero siempre tienes la impresión de que se te han quedado cosas por el camino.
The caller (2011) es una coproducción entre Reino Unido y Puerto Rico que debería haberse rodado en Nueva York con Britanny Murphy pero que al final se ha hecho en Puerto Rico con Rachelle Lefevre de la saga Crepúsculo y la serie Swingtown (TV). Su premisa es interesante: una mujer recibe llamadas a su domicilio de otra chica que desde el pasado le pide ayuda contra su marido maltratador. Una vez superada la (lógica) estupefacción los consejos dados por la protagonista en el presente provocarán cambios en el pasado que alterarán su vida actual… Paradojas temporales, pues, que acercan la película al universo de Cronemberg cuando la Lefevre comienza a sufrir en carne propia las quemaduras y heridas que se están produciendo al otro lado del teléfono, años atrás. Lamentablemente la escasez presupuestaria (brillante y divertidamente expuesta por el productor Luillo Ruiz en la presentación de la película) hace que en ningún momento viajemos a 1979 a pesar de que hubiera sido una mejor solución para la historia que recurrir a apariciones y fantasmas por mucho que Parkhill intente, con relativa fortuna, aprovechar el recurso para darle a su cinta un barniz de locura que adentre su heroína en los territorios de Repulsión (1965) de Roman Polanski o The Innocents (1961) de Jack Clayton.
En esos territorios de locura femenina se sumerge con singular fortuna Kotoko (2011) de Shin’ya Tsukamoto que, al igual que la primera de las películas comentadas, tiene un componente musical importante en esta ocasión porque la actriz protagonista, Cocco, es una cantante japonesa de maravillosa voz y sorprendentes dotes interpretativas. Sería injusto decir que ella es lo mejor de la película porque Kotoko (2011) nos devuelve al Tsukamoto de A snake of june (2002) tras su fallida tercera revisitación al universo Tetsuo que le dio fama mundial. Con algo de Inland Empire (2006) de David Lynch, Kotoko (2011) es un alucinante viaje al infierno de una mujer autodestructiva y su bebé en permanente peligro donde su mente enferma, sus recuerdos y sus deseos se mezclan de forma aleatoria para ella pero no para su director. Muy humilde en cuanto a producción, es hasta ahora una excelente muestra de cómo la sección Noves Visions se ha convertido en la más interesante del festival hasta el extremo de convertirse en algo parecido a un festival paralelo dentro del festival.
Para acabar, The mortician (3D) (2011) de Gareth Maxwell Roberts tiene su mayor mérito en haber rodado en 3D una historia a priori difícil de ver en este formato. Empieza como una descripción en tempo lento de la triste vida de un tipo encargado de hacer autopsias y disecar animales en un sombrío entorno industrial poblado por personajes marginales y dispersos. Lamentablemente, a partir de un momento todos estos personajes secundarios entran en relación para así tener una historia que contar y el relato resultante es un melodrama barato y tópico que deriva en una historia de redención que no desentonaría en las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud. No se puede prometer una peli en 3D con autopsias y acabar ofreciendo una historia de superación personal.