"El oficio ajeno", de Primo Levi
El oficio ajeno. Primo Levi. El Aleph Editores. 2011, 256 pp., 21,90 €. Traducción de Antoni Vilalta.
Por Carlos Javier González Serrano.
Escribir no es exactamente un oficio o, al menos, en mi opinión no debería serlo: es una actividad creativa y por eso encaja mal con horarios y plazos de entrega, compromisos con clientes y con los superiores. Sin embarho, escribir es “producir”, o mejor, transformar: quien escribe transforma sus propias experiencias para darles una forma accesible y agradable para el “cliente” que las leerá.
Primo Levi, El oficio ajeno, “Exquímico”
A través de un estilo sencillo y de una escritura fluida, El Aleph Editores nos presenta un interesantísimo volumen en el que quedan recogidos más de cincuenta escritos publicados en diferentes periódicos por Primo Levi, donde podremos comprobar, una vez más, su vena de enciclopedista de curiosidades ágiles y minuciosas, y su vocación de moralista que aboga por una moral que siempre nace de la observación. Primo Levi se dirige, como él mismo nos explica, a «la humanidad de nuestros tiempos, condenada y acostumbrada a vivir en un mundo donde todo parece estable y no lo es, en el cual energías pavorosas (no hablo solo de los arsenales nucleares) duermen con sueño ligero».
Primo Levi es un lector empedernido, pero también “desordenado”: «Es una zafiedad, una pequeña traición –afirma refiriéndose a la acción de abandonar la lectura de un libro–: tú no sabes lo que el autor te depara en la siguiente página, te niegas a seguirlo y a escucharlo, eres un mal juez, que hace callar al testigo antes de que concluya su declaración; pero la tentación es fuerte y me la refuerza con su ejemplo el mismo Huxley, quien confesaba que su vicio predilecto era el “desultory reading”, la lectura desordenada». El oficio de escritor ha de estar preñado de experiencias vitales que funcionen al modo en que lo hace un ladrillo en relación al edificio como conjunto: el autor que carece de ellas trabaja en vano, pues cree escribir y, sin embargo, sólo emborrona páginas insulsas, vacías, hueras. En el breve prólogo de Italo Calvino que precede a la obra, éste explica que en Primo Levi la observación no es tan solo un fin en sí mismo, sino que puede a la vez ayudarnos a comprender algo más profundo.
El hábito de penetrar en la materia, de querer descubrir su composición y estructura, de prever sus propiedades y su comportamiento, conduce a un insight, a un hábito mental de concreción y concisión, al deseo constante de no detenerse en la superficie de las cosas. La química es el arte de separar, pesar y distinguir: tres ejercicios que también resultan útiles a quien pretende describir hechos o dar cuerpo a su fantasía.
Primo Levi, El oficio ajeno, “Exquímico”
El lector encontrará en este libro de pensamientos, narraciones, anécdotas, disquisiciones morales y apreciaciones científicas la disposición de espíritu propia del hombre de letras que, convencido de su ignorancia, recurre al método científico con la intención de inmiscuirse literariamente en el fondo de la experiencia humana, con el fin de descubrir en ellas cuánta humanidad se esconde tras el miedo de enfrentarse a la existencia, por mucho que, como el mismo autor explica en “Inventar un animal”, «la fantasía humana […] no se decide a emprender nuevos caminos y prefiere combinar elementos constructivos ya conocidos».
Anímate y lee el primer capítulo, que Primo Levi dedica a explicar la curiosa relación que mantiene con su casa…
Me ha encantado. Como siempre. 🙂
pO FAVOR, NO ES COMENTARIO, ES PETICIÓN, SI TIENEN EL DISCURSO DE ACEPTACIÓN DEL NOBEL DE nELLY lEONE sASCH, PODRÍA COMPARTILO, GRACIAS,