Juan José Mestre Tanús: bolitas de vidrio
Por Chus Sanesteban Iglesias
El buzón de las alegrías me trae una carta desde Venado Tuerto. Juan José Mestre Tanus, poeta argentino enamorado del piar de los pájaros y con la capacidad de asombro que muestran los que están vivos, ha escrito unas palabras para nosotros:
Cierra los ojos, ¿qué recuerdas si te digo » bolitas de vidrio «?
¡Uy, tantas cosas! Una ventana que deja entrar el tibio sol de otoño entre las hojas de parra virgen, los barrotes de la reja, una mesita con bordes para que no se cayeran las bolitas de vidrio con las que lograba hacer figuras geométricas y espectros de colores inimaginables, microcosmos en mis retinas llenas de asombro y el silencio de la casa, sutil encanto de susurros apagados, ensimismadas fantasías de un surrealismo mágico, cautivante, palpable por mis manos trémulas, inasible penumbra del sol temprano en su ocaso… Fantasías de un niño que no podía caminar y se conformaba con ese rincón de átomos sencillos y límpidos que emergían por necesidad y por el hecho de imaginar la esperanza de hallar algo más que soledad y aislamiento. Y ciertamente, había hallado la emotiva capacidad de admirar la belleza…
¿ Quién te enseñó a leer?
Mi abuelo libanés. Recuerdo los interminables paseos por el pueblo. Él, empujando una sillita de bebé que “miraba” para adelante y yo, absorbía el mundo a raudales. La estación de trenes, el galpón de máquina (taller de mantenimiento y reparaciones), la casa del jefe de estación, el ámbar de los pastelitos del “Turco” Sanesteban (sí, tenía tu mismo apellido), la piscina de la Sociedad Colombófila con montones de pececillos de colores, los partidos de truco en el Hotel la Florida, la vuelta a casa cargada de golosinas… Él me enseñó a leer. En plena siesta leíamos un poco de francés y mucho de Latín (resabio de su época de seminario en el Líbano. A los tres años mi latín era bastante fluido. Ya no lo recuerdo, pero oírlo me resulta placentero y lo entiendo bastante bien. Aprendí mucho de mi abuelo. Unas pena que partiera a mis siete años.
¿Cómo descubriste la poesía?
Pues la descubrí en la luz mortecina de la casa, en las bolitas de vidrio, en los ojos de mi madre, en ese microcosmos de mi infancia, en la ternura de mi primera maestra, en la soledad luminosa de mi ostracismo interior, en aire cargado de ozono después de una tormenta de verano, en la callada sonrisa de mi padre y, por supuesto, en la geometría inefable de las bolitas de vidrio, en la lucha por mi rehabilitación, la escuela, la adolescencia, los amigos, el periodismo en radio y semanarios, la madurez, la soltería, la vida que va pasando y hoy me encuentra en la misma casa que habitamos con la familia -ya muerta- desde siempre, hace ochenta más de años. Y yo, escribiendo y escribiendo todos estos años… La poesía, en mí y mi circunstancia, fue inevitable.
Este invierno la radio oyó tu voz. Hablabas como la poesía.
Es todo un tema esto de mi voz. Por mi parálisis cerebral no es audible, pero me convencieron de hacer una entrevista a través de Skype para el programa de Sinda Miranda en Radio Nava. Salió bastante bien. No sé si hablaba como la poesía; sí sé que no concibo la vida sin poesía.
Tu máquina Remington, ¿ guarda muchos poemas?
La remington guarda toda la poesía de mi adolescencia y de mis amigos. Recuerdo haber escrito mucho con ella. Recuerdo cosas como esta: ” recuerdo aquellos primeros años de mi vida con mis padres paseando por el encanto y aquel asombro ingenuo de la Belgrano o el Cine Verdi, con sus palcos y caramelos Sugus y chicle pegado en las sillas de esterilla. O cuando se incendió el Ópera y nos quedamos todos medio perdidos porque se había ido un amigo.
Claro que Venado es –además- trigal en sol, bohemia de la pampa, sueño de pioneros, fortín El hinojo, leyenda de malones y un venado con un ojo solo advirtiendo a la soldadesca, canto de pueblo, música de ciudad, poetas y pintores reunidos por el vino del Café Babel, todo ruido y silencio, industria y campo, reunión de amigos en el centro, la Revista Lote realizando utopías en arte y cultura, cultura posmo del postmodernismo, de inmigrantes irlandeses pero también de todos los demás, lluvia de verano, amor en Aries, gente que viene y que va, la música de los plátanos como en Boston, el aire que se empapa en los pulmones y sofoca o alivia, paraíso infernal, pero paraíso; infierno quedo, pero infierno, civilización y barbarie, canto de las cruces sobre el cielo de las plazas.
Venado Tuerto, un lugar para vivir… y sobre todo, para morir consciente de las flores que regalará tu cuerpo.” Escribí muchas cosas con esa máquina. Todavía recuerdo su peso bajo mi brazo camino del colegio…
¿ Cuáles son los poemas que te hacen vibrar?
De mis poemas recuerdo muy poco. Los leo y ya no son míos. No he sido yo quien los haya escrito: No me pasa lo mismo con este:
NOCTURNO EN PAZ
Duerme, mujer de azaleas de añil.
La noche está afuera, lejana y tenue.
Los barcos son devorados por el telón de estrellas
que cubre el estrecho.
No hay vigías, no hay faros.
No hay luciérnagas, no hay luna.
El negro mar está quieto.
No puede perturbarte.
Duerme, mujer, duerme.
Estoy aquí para custodiar tus ojos que descansan.
Estoy aquí, con mis dedos rozando el perfume de tu cuerpo.
La música y el libro esperan por ti.
Para cuando despiertes, mujer, cuando despiertes…
Me propuse usar el estilo de Neruda. No lo logré por supuesto. Pero el poema me gusta. Está bastante bien.
Otra cosa que me moviliza es la poesía en prosa. Y como admirador de Conrado Nalé Roxlo, tengo debilidad por los nocturnos:
NOCTURNO EN PROSA
Ondas de agua se refractan con los últimos rayos de luz que el sol le escamotea a la noche que sigue, imperturbable, su camino de mujer de misterios de azabache. Es lo único que denota vida en el estanque. Los pájaros regresan a sus nidos con la natural calma que les da el saber que todo sigue el orden lógico. Los árboles negros contrastan con el dorado desvaído del poniente. Un fresco perfume a hierbas comienza a inundar el aire pleno de ozono y rosas. Estalactitas de menta se derriten al fundirse con el sereno embrionario. La luna juega con su rubor de modorra para lograr la plata. Una melodía se oye a lo lejos. Bach. Y una rana se entrega al canto, sin que interesen disonancias.
En este nocturno escribo sobre el entorno. Es algo que me apasiona. Creo que me da la posibilidad de describir el mundo en estado puro, sin la locura a que lo sometemos los humanos. Distinto es lo que me sucede cuando escribo sobre mí o el hombre en general: mi poesía se vuelve impiadosa, oscura, sin atenuantes:
SIETE LINEAS ACERCA DE LOS OPUESTOS
Desde todos los soles
proyecto sombras
de todas las negruras
mis idénticos se componen
el infinito
no es más que una pizca de luz
repetida en los espejos
HUMUS
Entre la planicie de la vida dejo mis huellas invisibles. Simbiosis del paisaje, mi existencia no es más que un poco de sol, una pizca de tierra sin simiente alguna, uno que otro pájaro silente y un pedazo de luna casi sin brillo. Nada se parece a nada: el todo es una entelequia diluida en fragmentos. No soy dueño ni siquiera de los caminos que recorro. Lo único que me pertenece es el hueco de mis pies que horadan el humus blando y generoso. Lo único, pero sólo por el infinito instante en que el barro se cubre de penumbras.
¿ Con qué poeta te habría gustado charlar y de qué le hablarías, además de poesía?
Definitivamente con John Donne. Su poesía me deslumbra. Así como su vida. Le hablaría del Amor. Intuyo que dio mucho de sí en su vida. Además, le preguntaría qué lo llevó al sacerdocio. Que me lo contara con sus palabras.
¿ Qué te preocupa?
EL hombre. Me parece que está al borde de un abismo. No obstante, tengo esperanza en su redención. Es un sentimiento contradictorio, aunque aliviador.
¿Cuál es tu sueño?
Tengo pequeños grandes sueños: seguir escribiendo, aprender más y, en lo inmediato, publicar mi libro inédito. Los costos son muy altos y el mecenazgo no es algo que abunde hoy en día.
Juanjo se despide de nosotros.
Sólo decir que ha sido todo un placer hacer esta entrevista para “Culturamas”. Gracias Chus por elegirme. Realmente, me siento honrado. Por último, enviar un cordial saludo a los lectores que sé que son muchos.
Muchas gracias a Chus y a todo el staff de Culturamas por el honor de esta nota.