La música de las letras, Savater
Vaya por delante que en la contraportada se nos anuncia “este libro es un repaso a escritores y obras memorables, pero sobre todo una celebración de esa emoción singular: el placer de la lectura.”
Fernando Savater, dedica este libro a José Luis Castillejo, y dado que es una recopilación de notas sobre libros y escritores, abro esta reseña con la opinión del propio Castillejo sobre el asunto: “Ya es hora de que no se diga soy escritor, es escritor, no soy escritor, no es escritor. Ser o no ser, esa no es la cuestión. La escritura no es sólo un hacer sino también un no hacer y asimismo un deshacer.”
El filósofo nos avisa de que no se trata de críticas literarias, si no de notas a pie de página, pero si no tratase de una reflexión crítica con filias y fobias no lo hubiera dado a la imprenta y hubiera quedado para la intimidad de su biblioteca.
El autor se declara lector por encima de su faceta de escritor, también quiso aclarar que vive un momento en que le interesaba mas reflexionar sobre sus lecturas, que escribir sobre temas políticos de actualidad.
Esta observación, valiente por un lado, no deja de ahondar en la grieta que ha supuesto el cambio político mundial y la dificultad de ser políticamente correcto. Hubo un tiempo, aún no tan lejano, en que opinar de política era un acto de precisión: sabías a priori que sector te iba a aplaudir y cual te iba a estigmatizar. Ahora, cualquier terreno puede ser escurridizo y no todo está sujeto a dos bloques perfectamente definidos y su consigna. Estas ideologías, desnudas por el poder que han adquirido los medios de comunicación a finales del siglo pasado, ha derramando su pensamiento en ambas direcciones y el manchón mestizo ocupa ahora más espacio que las dos partes, antes tan bien definidas.
Convive en esta aldea global igualada por abajo por la ventana que supuso la TV en el siglo pasado y la plataforma de Internet en este, la globalización económica y los más ancestrales principios de arraigo a un espacio de tierra y sus costumbres. Usado a veces de un modo empobrecedor, pero totalmente legítimo, si es elegido libremente, pero no es el caso de ninguna de las dos opciones.
Fernando Savater ha influido como docente y ha supuesto un fenómeno editorial sin precedente, tocando temas de convivencia, educación y filosóficos. Su libro Ética para Amador ha sido recomendado y leído como un catecismo laico durante lustros.
A mí, personalmente, me gusta la labor divulgativa de Savater y no es difícil sentirse identificado con su faceta de lector. Los autores que ha elegido para reflexionar resisten el polvo y el paso del tiempo en casi todas las estanterías de las librerías de cualquier lector que se precie: Albert Camus, Voltaire, Edgar Allan Poe, Schopenhauer, Spinoza, Odo Marquard, Montaigne… o el cómics y sus héroes de papel, como Tintín, arraigados con tanta fuerza a nuestro propio imaginario que los conservamos como un legado vivencial.
Se le podría poner una pega, y es que utiliza el pensamiento de determinados autores en este libro para justificar sus propias posturas vitales, pero con una mano puesta en el corazón cualquiera se puede aplicar el cuento y formular la pregunta: ¿quién no lo ha hecho? La respuesta es fácil y en su descargo, él mismo, se declara conformado por sus lecturas.
Savater me gusta, y forma parte de mi bagaje como para él los autores sobre los que reflexiona, quizá por haber vivido en un tiempo tan mestizo de ideología y tan abismal en sus diferencias de enfoque, ha tenido que sufrir en sus carnes la incomprensión, el vacío e incluso la amenaza.
Una prueba dura es que se mueva el suelo que pisas, pero, a pesar de que estas experiencias son difíciles de asumir en un principio, seguro que a un pensador sin tiempo como él le habrán hecho mudar la piel de lo establecido, ser más joven y, seguro, que más libre.
La música de las letras
Fernando Savater
256pp, 16 euros.