Un sueño llamado Walk the river
Por Cristina Consuegra.
El pasado mes de abril, el grupo británico Guillemots publicó su tercer y mejor álbum, Walk the river (Geffen, 2011), el trabajo más maduro y ambicioso del cuarteto de Birmingham. El primer single, “The basket”, pura euforia vestida con psicodelia-pop, una brutalidad de canción, puede considerarse toda una declaración de intenciones con la que Fyfe Dangerfield y el resto del grupo buscaron mitigar los rumores aparecidos tras la publicación del primer trabajo en solitario de Dangerfield, Fly Yellow Moon (2010), trabajo que constató, una vez más, la concepción musical y capacidad compositiva del líder de Guillemots. La publicación de los siguientes sencillos, “Walk the river”, una canción cuyo armazón de pop ochenteno deslumbra por el juego de claroscuros que mantiene entre el ritmo y la voz de Dangerfield, y “I must be a lover”, uno de los temas de corte pop más clásico y estribillo pegadizo, ha venido acompañada de un buen número de fechas por Reino Unido y una mini gira europea en septiembre que, por ahora, no los trae a nuestro país.
Sin embargo, Walk the river ha tenido que apagar otros fuegos; tras la publicación del anterior trabajo de la banda, Red (2008), la exigente crítica inglesa les reprochó cierto coqueteo con el lado más comercial e instantáneo de la música, y en cierto modo tenían razón pues parecía que Guillemots se estancaba en una suerte de territorio del que no sabía cómo salir. El tracklist de Red estaba compuesto por canciones muy luminosas de corte pop, no evolutivas, patrones sonoros que intentaban recoger los ecos de su álbum debut, Through the Windowpane (2006), un discazo que los catapultó a todas las portadas de los medios internacionales y permitió a la prensa especializada inventar una nueva hornada del pop británico a la que pertenecen bandas como Mystery Jets, Noah and the whale y The Maccabees.
Obviamente mentiría si no escribiera que Walk the river (2011) sigue, en cierto modo, la marca de la casa –duelos vocales intensos, melodías hipnóticas, estribillos de corte épico, atmósferas efervescentes y letras muy poéticas-, pero también mentiría si no dijera que Guillemots han sido conscientes, en todo momento, de que es en el tercer trabajo donde el artista se la juega, donde debe arriesgar, evolucionar y demostrar que el reconocimiento no es fruto de la transitoriedad o casualidad. Producido por un tipo que sabe mucho de esto, David Kosten, productor que se encuentra tras los trabajos de bandas como Bat for Lashes y Everything Everything (nominados al Mercury 2011), Walk the river es un álbum compacto, donde el grupo consigue casi una amalgama perfecta de estilos que se adapta a las letras y voces de cada canción. Un trabajo que suena menos forzado, con melodías delicadas, sofisticadas y elegantes, y con letras que transitan por el lado más oscuro del ser humano; canciones que hablan de decepciones, desamores, frustraciones y demonios interiores, en definitiva, tal como llegó a reconocer Dangerfield, canciones que hablan sobre todo aquello que aparece en la vida de uno cuando atraviesa la frontera de los treinta y sin saber muy bien por qué o cómo la vida se muestra menos agradable de lo habitual.
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