Como Pascal, pero con mala leche

Por Ignacio del Valle.

 

Nicolás Gómez Dávila es el terror moral, que diría Kurtz. Una mezcla de mala hostia y disparos por elevación -da igual dónde caiga y a quién se lleve por delante-, que se concentran en los aforismos de su obra de título insostenible “Escolios a un texto implícito“. Resulta evidente que los de marketing no van a hacer su ferragosto, pero a los que les interese la literatura sin aditamentos, disfrutarán de estos pensamientos inmoderados, sarcásticos, a veces crípticos, siempre feroces en su brillantez, que descreen de los sistemas aunque el autor pretendiese crear una imagen totalizadora en el lector, al igual que en los pasatiempos de los diarios en que uniendo puntos dispersos se conforma un dibujo. Este colombiano es políglota, reaccionario, pesimista, orgulloso, romántico en tanto en cuanto el romanticismo significa todo lo irracional -que no revolucionario-, pero, ante todo, es un finísimo y mordaz observador de la estupidez humana. Su obra aforística es comparable a Nietzsche, Rivarol, Joubert, Cioran, Schopenhauer o Canetti, y nada escapa a sus fogonazos: política, amor, religión, literatura, arte… En fin, como en el sexo, lo mejor es no hablar de él, sino practicarlo, así que aquí les dejo un recipiente lleno de perlas, esmeraldas, amatistas, zafiros, diamantes, topacios, ópalos, lapislázulis, jades, cornalinas, aguamarinas, para que puedan introducir la mano en el a fin de relajarse, como hacía Hermann Goering, o mejor, para que llenen de tales piedras el cuenco de su magín. Bon appetit.

“Disciplina, orden, jerarquía, son valores estéticos”.

“En tiempos aristocráticos lo que tiene valor no tiene precio; en tiempos democráticos lo que no tiene precio no tiene valor”.

“No escucho tu prédica, sino tu voz”.

“El cruce de la relación horizontal amigo-enemigo con la relación superior-inferior configura la estructura política elemental”.

“A ricos y pobres hoy solo los diferencia el dinero”.

“Los partidos liberales (girondinos, propietarios franceses del 30, manufactureros ingleses del 32, demócratas jacksonianos, próceres criollos. Etc…) se han distinguido por la bella retórica con que adornan sus propósitos mercantiles”.

“Al romperse el marco, la burguesía se expande sobre la sociedad entera, inventa el estado nacional, la técnica racionalista, la urbe multitudinaria y anónima, la sociedad industrial, la masificación del hombre y, en fin, el proceso oscilatorio entre el despotismo de la plebe y el despotismo del experto“.

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