La acrobacia de Confucio

Por Cristia.

 

La acrobacia de Confucio. Dai Sijie. Salamandra. 15 €.

 

Quien diga que con el escritor Dai Sijie no se aprende es que jamás se lo ha leído, o si se lo ha leído no lo ha hecho con profundidad. Las cuatro novelas que ha publicado hasta el momento confirman la existencia de un gran escritor (además de cineasta) que, aunque escriba en francés, nació en China y exporta todo su saber oriental al mundo de Occidente, el cual aún ignora parte de la filosofía, historia y cultura de un país siempre encerrado a sí mismo y muy reticente a abrirse a los demás países. Gracias a Dai Sijie, a su gran aportación narrativa, estilística y descriptiva, los lectores occidentales podemos ahondarnos más en todo un mundo que fascina precisamente porque nos resulta desconocido.

 

La acrobacia de Confucio nos describe un personaje bastante desconocido para el colectivo español y europeo en general: la figura de Zheng De, emperador de China en el siglo dieciséis entre mil quinientos uno hasta mil quinientos veinticinco. A diferencia de muchos otros grandes emperadores chinos, Zheng De jamás quiso gobernar, y se sabe que mandaba ser sustituido para mezclarse entre el pueblo y gozar entre las alcahuetas en burdeles, descuidándose de sus obligaciones gubernamentales. De él se describen grandes exhuberancias y un estilo de vida basado en la lujuria y el placer, con el opio como su plato favorito y el sexo como su pasatiempo favorito.

 

La novela no pretende exculpar o criticar al emperador. Tan sólo se trata de una historia – parte ficticia, parte realidad – donde se nos presenta un tipo peculiar y digno de estudio. Empieza con la presentación de un emperador al que le gusta el juego de máscaras (tiene hasta cuatro sosias, cuatro imitaciones de él, que imitan sus gestos a la perfección) pero al que le preocupa la lectura de las estrellas, que aventuran un fatal destino para él. Prevenido de que no es seguro quedarse en palacio, se embarca en un viaje hasta Yangzhou. Tanto durante el viaje como en la ciudad el lector descubrirá una historia un tanto rara y diferente a la que uno pueda estar acostumbrado, ya que a veces el narrador se salta el enfoque narrativo y a veces, describiendo un objeto chino o a un famoso antiguo personaje en la Historia, divaga en sus narraciones. Además de eso, el lector presenciará un libertinaje sexual prácticamente sin tapujos donde tanto animales como seres humanos se equiparan, éstos últimos influenciados por las posturas de Confucio. Hechos como la participación en la historia de rinocerontes o como la presencia de un hombre de color por primera vez en China causarán la delicia de una lectura plácida y sin sobresaltos, cuyo gran logro quizá está en crear una tensión narrativa haciendo olvidar al lector del fatal destino del emperador.

 

El final, por cierto, está muy bien logrado. El juego de máscaras que tanto le gusta al emperador se convertirá en un juego fatal. Como en cualquier otro aspecto de la vida real, los juegos de niños acaban estampados contra una dura realidad. Y vaya que sí se estampa.

 

La acrobacia de Confucio resulta una lectura atractiva y no excesivamente larga, que satisfará tanto a propios de Dai Sijie como a extraños. La presencia sexual y las extravagancias del emperador tienen bastante que ver con ello. Y además, con mucho contenido educativo. ¿Se puede pedir más?

 

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