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El manuscrito de nieve

Por Luis Muñoz Diez.

 

“Piedra histórica, piedra de escándalo”.

 
El manuscrito de nieve. Luis García Jambrina. Alfaguara, 2010.

 

El manuscrito de nieve de Luis García Jambrina (Alfaguara 2010) es un libro independiente, pero se entiende mejor si se conoce su precuela, El manuscrito de piedra (Alfaguara 2008). Tienen en común al personaje del pesquisador, el joven bachiller Fernando de Rojas y sobre todo, otra protagonista innegable en las dos novelas: Salamanca de finales del siglo XV. Otra información para entender la verdadera dimensión  de este policiaco ambientado en 1498, es saber que quien lo escribe, Luis García Jambrina conoce perfectamente la ciudad, su historia y la literatura de la época que habla y en la que se inspira, no en vano es profesor de literatura en la Universidad de Salamanca. Eso imprime carácter y más si se siente un especial interés por ese periodo.

 

En Salamanca de 1498 se vive una transición, entre el oscuro medievo y el descubrimiento del nuevo mundo, en que la mayor parte de la sociedad es mirada con recelo, unos porque está aún latente la rivalidad entre los nobles partidarios de los dos bandos que acabaron coronando a Isabel cómo reina de castilla, dejando un saldo de vencedores y vencidos, otros porque la pobreza extrema y el hambre les hace pícaros, otro segmento de la sociedad vive bajo  la sospecha que despierta su pureza de sangre de cristianos conversos.

 

Hay un afán de modernidad, la mujer quiere acudir a la universidad y no duda en disfrazarse de hombre para hacerlo, siguiendo el ejemplo de Beatriz Galindo, La Latina, preceptora de la reina Isabel la Católica.

 

La ciudad es protagonista y está viva, de día y noche conviven: la docencia y la brujería, la ley y el juego, la iglesia y la mancebía. Todo tiene su sitio y es el mundo y submundo por el que ha de moverse el bachiller Fernando de Rojas para descubrir al asesino de estudiantes y clérigos, que aparecen envenenados y con miembros amputados, dando el ritual, una nueva dimensión al crimen.

 

A Fernando de Rojas  le ayudan Fray Antonio y un joven que ha sido criado en la pillería de la calle que conoce la parte canalla de la ciudad. Haciendo un guiño a la literatura que tan bien conoce García Jambrina, Rojas toma bajo su custodia al mismísimo Lázaro de Tormes y no solo elige como protagonista al autor del drama de Calixto y Melibea, en su novela hace hablar, en una tradición muy inglesa, a la propia reina Isabel y a Lucía de Medrano – primera mujer que ejerció la docencia en una universidad-. Nos cuenta las maquiavélicas rivalidades en que vive la poderosa Iglesia Católica, y el peso que tiene en la ciudad de Salamanca el arzobispo de Santiago de Compostela: don Alonso de Fonseca. En un momento, en que la tiara de Roma reposa sobre la cabeza de Rodrigo de Borgia.

 

La novela está bien construida, su brillo lo tiene en los diálogos con la dificultad que entraña poner a hablar a los personajes del siglo XV, de lo que el autor sale más que airoso. No es una novela que se recree en la descripción, quizá una elección libre del autor por no lastrar la intriga, y lo consigue porque se lee con mucha facilidad y engancha desde las primeras páginas.

 

 

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