Mezcla de géneros, el secreto de un buen cóctel: Gebbie, Plans, Hiber y Mauleón
Por Benito Garrido
Fotografías de Pablo Álvarez.
Melinda Gebbie es una escritora de comics para adultos en la que destaca un poder femenino a veces eminentemente pornográfico (no dejen de leer Lost girls o Cobweb). Cuando se le pregunta sobre cómo podría ella definirse, su respuesta es rápida: primero dibujante y persona, luego mujer. Le encanta observar las emociones de la gente, las historias de todo el que va por la calle. Siempre trata de reflejar la verdad , ser honesta, evitar la hipocresía. Sobre todo le gusta dibujar emociones.
Cuando hace comics, le encanta destacar lo que ella misma llama la política sexual que se establece en las relaciones. La realidad es que no somos capaces de desarrollarnos como seres humanos para conseguir sobreponernos a nuestros complejos y debilidades. La gente presta demasiada atención a sus cuerpos, y esto hay que superarlo para ser feliz. Bajo esta premisa tan clara, la dibujante habla de la sexualidad y de las formas en que las personas hacen ese descubrimiento y disfrutan de él.
Nos habla también como anecdótico en su vida, de ese juicio por pornografía que sufrió en Inglaterra, y a raíz del cual todavía tiene prohibido uno de sus comics en dicho país. “Parece mentira que todavía se hable de denuncias por obscenidad, cuando yo siempre he defendido la moralidad de mis trabajos”. La resolución concluyó con la quema de todo el material confiscado.
Solo nos queda embarcarnos y bucear en esta obra tan peculiar. Lost girls es solo una muestra de ello.
Juan José Plans presenta en la carpa A Quemarropa la reedición, treinta y cinco años después, de su libro El juego de los niños. Nos encontramos ante uno de los grandes clásicos comtemporáneos de la literatura fantástica y de terror. El autor siempre tuvo la idea de que, como en toda evolución de las especies, la naturaleza se tenía que revelar antes o después. Los niños serían, como cauce natural, las primeras víctimas del asunto. Y ahí fue donde el autor se planteó la posibilidad de que fuesen esos niños los que iniciaran la eliminación de la especie. Los niños se convertirían por juego en némesis del ser humano.
Novela más de terror que de ciencia ficción, destaca la maldad que inevitablemente todos llevamos dentro, algo que sobre todo se ve en los niños. Lectura aconsejable siempre que tengamos en cuenta que el miedo del que uno disfruta y que domina, siempre es bueno.
Llevada al cine por C. Ibañez Serrador, la historia se convirtió en una película de culto, que no tuvo la repercusión que se merecía porque en aquel momento, mostrar a niños que matan resultaba algo tremendo. En otro país, quizás esta novela se hubiera convertido en un clásico del cine. Ahora se está trabajando en una nueva versión cinematográfica que quizás llegue a la calidad y repercusión que en otro momento no tuvo esta fantástica historia.
Hiber Conteris pertenece a la vieja guardia de los narradores de novela negra. Candidato este año al premio Hamett por su novela El séptimo año, es la primera vez que viene a la Semana Negra. Su novela sobre la zona cero, ese “espacio vacío símbolo del capitalismo”, nos cuenta como una estudiante argentina en Nueva York, no llega a aparecer entre los cadáveres del 11-S tras el atentado. El profesor de la chica, por inciso de sus padres, inicia una investigación de lo ocurrido con esa desaparición. El viaje de búsqueda es como una road movie que se inicia en Uruguay y acaba en Bangkok. No es una novela negra en el sentido más estricto, pero sí que está muy cercana al género.
Hector Mauleón nos hace en Marca de sangre una crónica de la génesis de una guerra tan tremenda como es la del narcotráfico en México. Son muchas preguntas las que se plantea el autor: ¿por qué el poder de los narcos? ¿de dónde salieron? ¿cómo llegaron al poder que ahora detentan? Su libro se convierte en una crónica que rastrea el origen del narcotráfico, una espiral de violencia impresionante, que ya se ha llevado por delante más de 40.000 víctimas. Realmente no se sabe quien pelea con quien, solo que nos encontramos con una cantidad exagerada de muertos.
La palabra narco, se ha convertido en algo que rodea cada espacio de la vida cotidiana de México, sobre todo en el norte del país. Han pasado ya 25 años desde que una noticia relacionada con el narcotráfico ocupó la primera plana de un periódico. Las palabras narco-política, narco-corrido, narco-arquitectura… Se han hecho de uso habitual en el país, y así, todos los últimos años, meses, días. Se ha llegado a la vanalidad del mal en su máxima expresión.
Hablamos de un mundo visible y a la vez invisible, conocido y desconocido. La violencia se ha convertido en el mecanismo de comunicación de los traficantes, su señal reivindicativa. Ellos han llegado a cobrar impuestos y le han arrebatado al gobierno la potestad de la violencia y el orden. Su influencia no solo se ha filtrado en la política, la policía, el mundo militar, sino en todas las capas de la sociedad. Ha llegado un momento que somos rehenes del crimen y de nuestros propios políticos.
Esto es la Semana Negra y sigue…