Tecnocultura

¿El nuevo lucro de las empresas? La Responsabilidad Social Corporativa

Por Silvia Gomes Álvarez.

 

Hoy día las empresas ya nos lo han vendido todo: productos tangibles, innovaciones y mejoras de esos mismos productos, un status social asociado al producto… Pero antes de agotar todas las opciones se les ocurrió que podrían vendernos otra cosa: una moralina asociada a la marca, o lo que es lo mismo, la Responsabilidad Social Corporativa (en adelante RSC).

 

Con la RSC lo que las empresas tratan de hacer explícito es que su política es ir más allá de lo meramente legal en su actividad por medio de las buenas prácticas y la excelencia en relación al Desarrollo Sostenible. Indefectiblemente esto parece guardar relación con un incremento del valor percibido en la imagen de marca o en la organización en concreto; lo que significa que el consumidor adquirirá el producto por el valor añadido que supuestamente incluyen las prácticas responsables de la empresa.

 

Pese a esto no todas las empresas implementan programas de RSC. Y es que lo que se evalúa son activos intangibles, y es muy difícil saber si las actuaciones en esta materia conducen directamente al incremento de los beneficios. En esta temática hay distintas opiniones y estudios:  Porter y Kramer (2002) señalaron que la ventaja competitiva de la RSC era evidente, y esto ha hecho que la visión de la RSC se haya asentado de manera positiva. Con respecto al desempeño financiero de las empresas socialmente responsables, según datos del estudio de Avanzi/SiRi Company (2006), los fondos de inversión éticos en empresas socialmente responsables se han visto incrementados en volumen de activos en un 300%. En España, ese porcentaje es mucho menor. Triodos Bank, por ejemplo, es la entidad calificada como ética que mejores resultados arroja en nuestro país. Sin embargo, la banca ética tampoco cumple en su totalidad aquello a lo que se compromete. Por ejemplo, BBVA declara que tiene una política en contra de las armas, pero, por otra parte se haya vinculado con empresas de fabricación de bombas nucleares y de racimo; o por ejemplo, ha financiado en Perú la extracción de Gas en la Selva Amazónica contra de los Principios de Ecuador, deforestando y contaminando la zona.

 

Pese a que haya estudios, como el señalado anteriormente, cuyos datos arrojados son positivos, también existen trabajos en los que podemos encontrar evidencias en sentido negativo o neutro. Esto es debido a que las medidas de análisis en RSC son débiles y poco específicas. En realidad, el modo de evaluación del rendimiento financiero en materia de RSC de las empresas se realiza mediante contabilidad relacional de intangibles, y en todos los casos de organizaciones que cuentan con RSC se demuestra que no existen evidencias contundentes sobre su rentabilidad financiera.
Lo que sí se ha podido demostrar es que mejora el rendimiento, aumenta la fidelidad de los clientes (tanto externos como internos), y la reputación o imagen corporativa. Y en principio, estos son los elementos que llevan a una corporación a integrar políticas de RSC en su compañía.

Pese a todos los esfuerzos y evaluaciones que se hacen por tratar de legitimar una empresa socialmente mediante una acción responsable corporativa, encontramos que determinadas actuaciones por parte de las organizaciones no están del todo acordes con lo que se propugna en los informes.

 

La deriva inmediata a la que esto nos conduce es que la RSC se considera un elemento central de marketing o publicidad empresarial (venta de imagen de marca) de las mismas. No desean ser responsables, sino ser vistos como responsables. Y se puede afirmar esto por lo siguiente: las organizaciones que operan, además de en países desarrollados, en países del tercer mundo o en vías de desarrollo, suelen pecar de no cumplir todos los estándares que pueden cumplir en Europa o EEUU, en esos países subdesarrollados. Lo que se presenta es la problemática de lo que se conoce como los dobles estándares. Uno de los casos más sonados fue el de la explotación de menores en Indonesia, China y Vietnam por parte de Nike. Para la mayoría de las corporaciones la deslocalización de la producción es una ventaja competitiva, ya que les permite fabricar con un coste de mano de obra mucho menor y en condiciones que en Occidente no son legales. En otras ocasiones las multinacionales, si lo que buscan son recursos naturales, acuden a países africanos y los intercambian por armamento. Se encargan de elaborar una estructura legal para eludir la responsabilidad legal en esos países, o acuden a paraísos fiscales para eludir responsabilidades financieras. Sin embargo, sucede que en sus países de origen cumplen toda la normativa de RSC de modo excelente. Podemos ver, que efectivamente faltan elementos de evaluación en materia de RSC que además son básicos. El ejemplo de Repsol es también  paradigmático.

 

Por otra parte, la primera responsabilidad que tendría una organización sería la de rendir cuentas y pagar los impuestos al Estado al que pertenecen, pero sucede que todos los años aparecen multitud de empresas eludiendo pagos de este tipo, y sin embargo cuentan con su memoria satisfactoria de RSC. También sucede que algunas empresas implementan la RSC para desgravar impuestos como único motivo.

 

Otra de las críticas que podemos encontrar en torno a la RSC tiene que ver con que las empresas, en ocasiones, operando en países subdesarrollados asumen determinadas funciones públicas del Estado. Y los Estados de esos países ya no pueden influir en las empresas porque éstas son de ámbito global, y el dominio estatal es de ámbito local. De este modo las empresas se apropian de sectores inherentemente estatales como la salud, la educación, e incluso los elementos de primera necesidad como el agua. Pero sucede que todo esto no está lo suficientemente divulgado, y tampoco forma parte de la evaluación de la RSC por medio de las herramientas de evaluación establecidas. Estas mismas empresas que dominan el sector público, acaban convirtiendo la ciudadanía en una ciudadanía corporativa, esto es, toda la comunidad en la que opera pierde todo lo que a sus individuos les conforma históricamente para pasar a depender directamente de la corporación. Normalmente, lo que sucede es que esas ciudadanías corporativas se instauran hasta que el espacio en el que operan deja de ser rentable. Entonces, estas comunidades pierden todo lo que se les había vendido como ciudadanía, volviendo a un estado anterior con respecto al que se encontraban antes de que esa empresa, normalmente empresa tóxica, llegara a esos lugares.

 

Las personas de esas comunidades tan sólo son consideradas como fuerza de trabajo. Lo que nos lleva a otra deriva crítica: la RSC no suele entenderse como retribución de impacto generado por su actividad en la sociedad en la que opera. Es más, las empresas que cuentan con RSC no aportan ni la mitad de beneficios en relación con el impacto que generan.

 

Un problema diferente que podemos encontrar es que la RSC es de carácter voluntario, es decir, las organizaciones son las que deciden si implementar o no la RSC y en materia de qué aplicarla. Esto es lo que permite que determinadas empresas generen un impacto ambiental ingente, y sin embargo, en sus acciones de RSC, lo palien con subvenciones a poblaciones. Lo que es legítimo es pedir la restauración del medio destruido, y en eso deberían consistir determinadas acciones de RSC.

 

Suele criticarse también, que debido al gran impacto que generan las empresas, la RSC se utiliza como un mecanismo de contención social, de tal manera que las poblaciones no se revelen ante determinadas actuaciones en determinados lugares por parte de las corporaciones.

 

Con respecto a las herramientas de evaluación, las ISO suelen ser también objeto de crítica y elementos deslegitimadores de las memorias de RSC de las organizaciones. Y es que las ISO son normas de calidad que están en consonancia con la Organización Mundial del Comercio y por tanto, con el libre mercado.

 

Otro tipo de actuaciones en esta materia tiene que ver con dinero que invierten las empresas en determinados proyectos: como es el caso de los microcréditos para el Tercer Mundo. El dinero se traspasa a los bancos, como el Grameen Bank, que gestionan los créditos y lo único que se está generando es el endeudamiento de los más pobres del planeta. Sin embargo, todo esto en Occidente no se hace visible, y lo que a nosotros nos llega es una imagen de determinada empresa que invierte en la mejora de la calidad de vida de los seres humanos de algunas regiones del planeta.

 

Ante este tipo de situaciones surgidas por actuaciones de índole socialmente responsable por parte de las empresas, uno se pregunta ¿la RSC es realmente lo que propugna ser? ¿Sería mejor que dejaran de ejecutar estas prácticas? ¿No habría que informarse previamente antes de adquirir un producto de una empresa si el criterio de compra es su RSC? Este es el punto de comienzo de la reflexión obligada que como consumidores deberíamos hacernos para este tipo de productos empresariales.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *