CríticaMúsica

Mavis Staples y el viejo oficio del Gospel

Por Javier Franco.

Al principio fue la música vocal, la música hecha con las manos y la voz. Mavis Staples aprendió esta lección hace muchos años, cuando comenzó a cantar en iglesias y actos religiosos en su Chicago natal. Y para demostrarlo, la norteamericana abrió su concierto en Madrid con “Wonderful Savior”, ese ejercicio vocal con el que Mavis separa a los buenos de los mejores en el ancestral oficio del gospel.

No obstante, no hay que olvidar que la de Chicago inició sus andadura en esto de la música allá por los años cincuenta en uno de los clanes musicales más recordados de la música negra. Comandados por Roebuck Staples, patriarca de la familia, The Staples Singers se convirtieron en unas de las formaciones más reivindicativas con los derechos de la población negra. En Madrid sonaron “Free Highway” y “I’ll Take You There”, como recuerdo de esos turbulentos años sesenta en los que la música todavía tenía el poder de cambiar las cosas.

No fueron los únicos de los que se acordó la siempre agradecida Mavis Staples. Su versión de “The Weight” de la mítica banda norteamericana The Band nos recordó a ese The Last Waltz, en el que la propia Mavis compartía su voz con Levon Helm, Robbie Robertson, Rich Danko, Richard Manuel y Garth Hudson.

Sin embargo, lo de la cantante en Madrid no fue un simple arrebato nostálgico. Con el Grammy a mejor disco de Americana bajo el brazo, la de Chicago llegaba para presentar You Are Not Alone, el disco que produjo en 2010 junto a Jeff Tweedy, líder de Wilco. En él, la artista se despacha a gusto con el gospel y el R&B gracias a versiones de clásicos como Allan Toussaint o Randy Newman. Precisamente la interpretación del Wrote A Song For Everyone de los Creedence Clearwater Revival sirvió de excusa para animar a las primeras de cambio a un público en perfecta comunión con Mavis. La cantante no paró de moverse, a pesar de sus 71 años, sobre un escenario que llenaba con la ayuda de tres instrumentistas (mención especial al toque guitarrero de un Rick Holmstrom, que nos hizo por momentos olvidar a Jeff Tweedy) y tres coristas, entre los que se contaba su hermana Yvonne.

Con estos ingredientes poco le hacía falta a la cantante para encandilar a un público, ya fuera con su versión más sofisticada (especialmente en temas como “You Are Not Alone” y “Losing You”), ya fuera en ese desenfreno vocal que derrocha en cortes como “Moses” y “Only The Lord Knows”. Convertido el Escenario de Puerta del Ángel en una iglesia de la música de raíces, la cantante abrió la mano para que su banda se explayara en una interpretación de “I Belong To The Band” que parecía no querer acabar. Eran los últimos instantes de un concierto con el que era imposible no dar palmas y mover las caderas al swing de una Mavis en todo su apogeo.

Para los bises tenía la de Chicago guardado un as en la manga, de los que sólo los grandes saben salir airosos. “For What’s It Worth”, originaria de los Buffalo Springfield, marcaba el comienzo de la retirada de Staples y compañía, no sin antes recuperar “Down In Mississipi” y “Eyes on the Prize”, los dos temas que abrían We’ll Never Turn Back. Agradecida por un público entregado a los encantos del soul, se marchaba la cantante de Madrid con una gran sonrisa. Lo suyo fue un concierto a la vieja usanza, sin grandes artificios, dejando que el viejo arte de la música tomara el mando. Grandioso, a fin de cuentas.

 

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