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Entrevista a Silvia Grijalba: “Contigo aprendí”

Por Juan Carlos Vicente
Fotografía por Pablo Gómez
 
 
 
 
 

Quedamos con Silvia Grijalba en una terraza de Lavapiés. Ha sido una semana repleta de entrevistas para ella tras la salida de su libro Contigo aprendí, Editorial Planeta, ganador del Premio Lara de Novela del 2011. Lo que en un principio se presenta como una entrevista más, acaba siendo una conversación fluida. Físicamente entre Catherine Millet y Anjelica Huston, con un vestido blanco y negro estilo años 60, y mostrando una cercanía en el trato que hace que resulte fácil mirarla a los ojos para escucharla, porque ante todo, Silvia es una mujer que expresa con la mirada.

 

 

 

J.C: Seguro que ya te lo han preguntado más veces, se ha hablado mucho de que el personaje de María Luisa ha sido una pionera en las libertades como mujer, pero ¿no crees que realmente el germen de esa valentía reside Radis, su madre?


S.G: Vaya, pues no me lo habían preguntado. Pues sí, yo creo que el personaje de Radis era muy especial, por eso lo incluyo tan al principio de la novela. Para entender a María Luisa hay que entender a su madre, aunque en el fondo, María Luisa, se rebele contra su madre y luego tenga que hacerla caso y sacrificarse por tener que casarse, en realidad la verdadera revolucionaria, en cosas muy pequeñas, que creo que es un poco la historia de esta novela, o  al menos en pequeñas transgresiones, cotidianas, que a veces he dicho que mi abuela era una heroína con glamour, y bueno, no es que fuera una heroína, pero sí creo que se puede ser una heroína en cosas pequeñas. y Radis, que era mi bisabuela, a la que no conocí, sí conocí a mi bisabuelo Gabino, era una mujer que no tenía la belleza de María Luisa, era muy normal, pero sí que tenía esa fuerza, ese deseo de independencia y de transgresión absoluta, o sea, que se iba a jugar a las cartas con Sabino…

 


J.C: Sí, bueno, tenía una amistad con Sabino que en esa época debió ser la “comidilla” de los vecinos…

 

S.G: Claro, eso por ejemplo es ficción, el personaje de Sabino no existe. Yo me lo inventé porque necesitaba que todos los personajes tuvieran una especie de guía, y entonces Sabino era el guía de José, pero estoy segura de que había personajes así, porque de hecho Radis se iba a la tasca de la aldea a jugar a las cartas, cuando era una de las grandes señoras de por allí, y se iba a jugar al tute. Era muy moderna, una adelantada a su tiempo y además tenía un genio, mi abuela tenía también, pero ella tenía muchísimo genio, entonces la relación con Gabino era muy curiosa, era como si hubieran llegado a entenderse perfectamente, él entendía las locuras de Radis.

 


J.C: Has comentado que esperaste 11 años para escribir la novela, ¿qué ha pesado más cómo materia prima a la hora de escribirla, la sentimentalidad y el recuerdo, o la literatura en estado puro?


S.G: En un principio cuando me puse a escribir la novela había pensado en escribir una cosa más tierna, más biográfica, pero cuando llevaba muy poco, unas cuarenta páginas más o menos, me di cuenta de que no, de que eso no funcionaba, de que la realidad a veces no es verosímil y la literatura necesita verosimilitud, y yo no quería hacer una novela así, entonces esas páginas no me sirvieron para nada. Pensé que tenía que partir de la base y de los hechos que habían ocurrido, pero que, por ejemplo, el triángulo amoroso, tenía que cambiar.

 

 

J.C: Si no hubiera sido una mujer con cierta cultura, y hubiera sido una campesina al uso, de las que había en la España de los años treinta, ¿crees que hubiera sido posible ese viaje?


S.G: Pues no estoy segura…Yo creo que hay una intuición, digo pensando en mi abuela, creo que ella tenía un carácter intuitivo, como una inteligencia natural, pero sí era culta y sensible y había tenido la suerte de haber recibido una educación especial, aunque en su caso concreto era más la intuición. Si hubiera sido una campesina, pues…bueno, podía haber sido una campesina muy guapa que se hubiera casado con mi abuelo y hubiera vivido todo eso, pero creo que en el caso de mi abuela la cultura no influyó tanto, era más una cosa de necesidad y de corazón. Sí creo que la cultura le ayudó a tener armas para realizar ciertas cosas y para que, en el sentido práctico, pudiera llevarlas a cabo, y posiblemente alguien que no hubiera tenido esa cultura no hubiera podido dedicarse a hacer cosas como el coleccionismo de textiles, etc..

 

 

J.C: Desde Alivio rápido, pasando por Atrapada en el limbo, hasta Contigo aprendí, ha habido un cambio de registro, de temática, e incluso de estilo, ¿crees que ha sido necesaria alcanzar cierta madurez narrativa para poder escribir esta novela?


S.G: Sí, desde luego eso ha sido así. Cuando escribí Alivio rápido, mi primera editora que era Raquel Gisbert, que ahora ha sacado el libro de María Dueñas y ha tenido ese gran éxito, del cual me alegro un montón, me dijo, “Bueno, el libro que tú tienes que escribir es el de tu  abuela”, porque le conté más o menos la historia, y,  en aquel momento yo no me sentía capaz, era mi primera novela, y yo no me veía con las herramientas necesarias para hacer el tipo de novela que me pedía esta historia. Este tipo de historia es una historia clásica, de novela del XIX, tipo Jane Austen o Thomas Hardy, y eso requiere una madurez y una estructura que entonces yo no tenía. Escribí esas dos novelas, ensayos, libros de rock, y de pronto me sentí capaz, y me dije, yo creo que ahora es el momento de hacerlo, y entonces empecé, aunque sin tenerlo muy claro. Me fui a vivir a Robledo de Chabela, a estar retirada, ya que no me apetecía mucho estar aquí, y allí, de pronto, sí que me encontré lo suficientemente concentrada como para poder hacerlo. Entonces me puse a escribirla y ya me di cuenta de que sí, de que ya sabía cómo tenía que hacerlo. Cada historia requiere un tipo de literatura, y yo quería que Villa Radis fuese una hacienda importante, estilo Howards Ends, una mezcla entre esas novelas y el glamour, a lo Scott Fitzguerald. Ese ambiente un poco amoral era el que yo quería que estuviese en la novela.

 


J.C: Has sido letrista con Javier Colís, incluso hiciste un videoclip sobre tu primera novela con él, coordinadora de festivales de música, la música siempre parece cercana a ti. ¿Tienen un lugar común la literatura y la música, se retroalimentan de alguna forma?

 

S.G: En mi caso sí, yo siempre pongo referencias musicales en mis libros porque me parece que es una forma de unir los personajes y sobre todo los ambientes. En este caso concreto era muy importante, porque mi abuela conoció a Xavier Cugat o Cole Porter, entonces eso era parte de la historia. Además, me he preocupado mucho de que la documentación fuera muy, muy exacta, y desde, pensar cuales eran las sábanas que usaban la gente más humilde en aquella época, de que tela eran, pues hasta saber que canción exacta había tocado Grenet en ese año. Por eso en el tema de la documentación sí que he tenido ayuda, porque si no hubiera tardado siglos, ya que ha sido todo muy exhaustivo. Sí creo que la música es fundamental en las novelas, te ayuda a meterte en el ambiente.

 


J.C: ¿Se te podría catalogar cómo una escritora de novelas para mujeres, o sería un término fuera de lugar?

 

S.G: Yo creo que no, aunque cuando publiqué Atrapada en el limbo, sí se intentó englobarme en eso del “Lip chic “de la literatura para mujeres, pero creo que hay que tener cuidado con este término porque lamentablemente se está desvirtuando.

 


J.C: Hablando de mujeres, ¿cómo ves la situación de la mujer en la literatura española?


S.G: Yo creo que es un momento muy brillante. No me he preocupado de mirar mucho las ventas, pero Matilde Asensi, María Dueñas y Ana Barrios, están entre los escritores que más venden.. Al final esto es un mercado, entonces en las editoriales eligen textos que piensan que se pueden vender, y gracias a ese pensamiento de que las mujeres leen más, las editoriales han empezado a publicar libros de escritoras, algo que me parece muy bueno, y que es algo que al final ha provocado el público.

 


J.C: ¿Tienes algún proyecto en mente?

 

S.G: Bueno, en un principio proyecto literario, no, aunque habiendo dejado un final abierto como he dejado, quien sabe si podría hacer una continuación de la novela. No lo sé, ya sabes cómo son estas cosas, que de repente te viene el impulso. De momento lo que voy a intentar es desconectar.

 

 

 

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