Dos miradas sobre Insidious (2010)
Por Mila Marcos y Juan José Magaña.
A FAVOR: Una mirada positiva hacia el terror
Por Mila Marcos.
De los productores Oren Peli, Jason Blum y Steven Schneider, responsables de la película Paranormal Activity (2007), y James Wan y Leigh Whannell (quien, además de escribir el guión, interpreta a Specs, uno de los ayudantes de Elise, la médium), creadores de la saga Saw (2004-2010), llega a nuestras pantallas la más esperada, espeluznante y aterradora película del verano Insidious (2010).
Es más que una mera película de casas encantadas. Un tormento desgarrador que se adentra bajo la piel y las entrañas del espectador.
Josh (Patrick Wilson) y su mujer Renai (Rose Byrne), con sus tres hijos, son una familia feliz que acaba de mudarse a una vieja casa. Una noche uno de los pequeños sufre un accidente y cae en coma. Desde entonces, comienzan a producirse extraños fenómenos paranormales y fantasmales que acosarán y atormentarán a la familia.
Sin duda, el argumento promete y engancha, lo que harán de ella una muy buena película de terror.
El reparto, en todo momento y desde los primeros minutos de la cinta, logra meternos el miedo en el cuerpo y generarnos cierto desasosiego.
Puede que no sea original y única. Incluso que siga fielmente el esquema de este tipo de producciones, en cuanto a aspectos de argumento y desenlace, pero la trama resulta ser increíblemente buena. Es una película altamente entretenida y llevadera que te hará temblar.
Llena de desconcertantes efectos especiales e impactantes imágenes inesperadas, que logran inquietarnos, sumadas al permanente suspense y los desconcertantes giros argumentales, hacen que la cinta resulte.
Puntualizar en el film las muy decentes interpretaciones que, en todo momento, nos transmiten la tensión y una banda sonora que acongoja al espectador, compuesta por Joseph Bishara, quien interpreta al demonio en la cinta.
En resumen, puede que se repitan algunos clichés de cine del género pero cumple sobradamente con lo que se le pide como película de terror psicológico, nunca sangrienta ni desagradable. Sin lugar a dudas, consigue su objetivo, asustar. Ya que, en cada instante, el miedo está latente.
Altamente recomendada en versión original, por lo espeluznante de los sonidos y las voces de los personajes.
Se puede asegurar que a los seguidores del género, cansados de producciones a medio gas, más de intriga que sustos auténticos, les encantará.
EN CONTRA: El peque se va de marcha
Por Juan José Magaña.
Insidioso: Malicioso o dañino con apariencias inofensivas, reza el diccionario de la Real Academia Española. Porque observando el cartel de la última película de James Wan (Saw (2004), Dead Silence (2007)) parece adelantarnos que nos encontramos ante una nueva reflexión sobre las raíces del mal en contraposición con la inocencia infantil. Un género revitalizado en los últimos años gracias al remake de La profecía (2006) de John Moore, y que ha dado títulos tan dispares como Expediente 39 (2009) de Christian Alvart, La Huérfana (2009) de Jaume Collet-Serra, The Children (2008) de Tom Shankland o El hijo del mal – Joshua (2007) de George Ratliff. Wan, sin duda, es consciente de este hecho con lo que precipitará unos acontecimientos para jugar con nuestras expectativas, en lo que se configura como un estimulante punto de partida que lamentablemente no se desarrollará adecuadamente.
La razón es que los productores de Paranormal Activity (2007) de Oren Pelli y el director y creador de Saw (2004), una de las sagas de terror más exitosa de la última década, que ha marcado estilo no sólo en sus continuaciones sino en sus numerosos imitadores, no podían limitarse a realizar una película más de casas encantadas, tenían que convertirla en un nuevo referente del cine espectral. Y es aquí dónde fracasa estrepitosamente ya que en sus 102 minutos pasaremos por casas encantadas, apariciones extrañas, posesiones, cazafantasmas, médiums, sesiones de espiritismo, viajes astrales…… demasiados blancos para tan pocos cartuchos.
La película comienza con la estructura clásica de una pareja, Josh (Patrick Wilson visto en Angels in America (2003) y Watchmen (2009)), su esposa Renai (Rose Byrne que recordarás de 28 semanas después (2007) o X-men Primera Generación (2011)) y sus tres hijos que acaban de mudarse a una vieja casa. Tras un desgraciado accidente, uno de los niños entra en coma y, al mismo tiempo, empiezan a producirse en la casa extraños fenómenos que aterrorizan a la familia.
Desde los títulos de crédito, los cuales dan mucha información con lo que se recomienda no llegar tarde, podemos observar que algo no coincide con lo que se nos ha vendido en un principio. Las imágenes y el grafismo del título no concuerdan con el presentado en el cartel ni en el tráiler, es más, es un planteamiento radicalmente opuesto. Toda la puesta en escena tiene un aspecto excesivamente teatral que lastra el resultado argumental en la mayoría de los casos.
La película está plagada de incontables referencias. Pasaremos por homenajes y publicidad encubierta de Paranormal Activity (2007) y Saw (2004), por ser de la casa, pero también podemos ver elementos de grandes clásicos del cine de terror de las pasadas décadas como; El sexto sentido (1999) de M. Night Shyamalan, en el modo de presentar a los entes insidiosos, Poltergeist (1982) de Tobe Hooper en todo el desmadre espectral y la presencia de una medium, Los Cazafantasmas (1984) de Ivan Reitman en toda la parafernalia que utiliza el equipo de espiritistas y que alguno recuerda al artilugio que usaba Bill Murray en el piso de Sigourney Weaver, aunque tiene menos gracia que el de aquel, o El Ente (1982) de Sidney J. Furie, con la que además comparte a su protagonista Barbara Hershey, que hace el papel de abuela del niño amenazado en este caso, aunque sus intervenciones son muy escasas.
El director James Wan afirma que vio numerosas películas antiguas para tomar referentes y menciona algunas como El carnaval de las almas (1962) de Herk Harvey, y Suspense (1961) de Jack Clayton, y realmente han resultado mucho más que una mera inspiración. La primera es un clásico del cine de terror que ha influenciado a autores como David Lynch o George A. Romero, cuenta la historia de una chica que sobrevive a un accidente de coche y a partir de ahí comienza a ser testigo de hechos inexplicables, para terminar comprobando que el mundo de los vivos y el de los muertos están más conectado de lo que parece. La segunda es una adaptación del relato de Henry James Otra vuelta de tuerca (1898), en la que el autor ofrece un retrato inaudito hasta entonces de corrupción infantil, en el que el mundo espectral está también muy presente.
Sin duda El carnaval de las almas (1962) es una de las que más poso ha dejado, tanto en la estética de muchos personajes, en los que se nota el exceso de maquillaje, como en la utilización de música circense que te saca de la situación de tensión al instante. Este es el gran problema de la película, tanto de la puesta en escena como narrativamente, al intentar jugar al despiste sin saber si la amenaza viene de la casa, de algún espíritu maligno que les acecha o de algún miembro de la familia. Todo el conjunto logra aburrir irremediablemente ante la saturación de elementos que entran en juego ya que llevará una hora el que se pongan las cartas sobre la mesa y aun así la situación ya no mejorará.
Ninguno de los personajes está desarrollado, llegando a desaparecer y aparecer según les conviene al realizador y guionista, como ocurre con el resto de hijos de la pareja protagonista o Barbara Hershey que aparece con información clave cuando menos te lo esperas y te preguntas porque no habló antes. El conjunto actoral no tiene muchos momentos para lucirse y no se aprovechan ni en diálogos agudos ni en las situaciones que podían haber servido para relajar al personal, como en la relación de colegas del equipo de espiritistas. Podemos destacar a Lin Shaye que dota de personalidad a la médium amiga de la familia y que le otorga identidad propia alejándose de otros referentes tan marcados como la querida Tangina Barrons, médium del clásico Poltergeist (1982), que interpretó la tristemente fallecida Zelda Rubinstein.
En la información que se otorga al espectador hay numerosas lagunas como ocurre con muchos elementos; fotos, dibujos…. que no se nos anticipan de ningún modo y parecen sacados directamente de un sombrero de prestidigitador con lo que la sensación de tomadura de pelo comienza a ir en aumento, ya que uno se pregunta cómo no se han dado cuenta antes. Tampoco están explicados muy bien los supuestos flashbacks y la acción transcurre muy lentamente y en escenarios muy delimitados, ya que apenas saldremos un par de veces de las casas para ir al hospital o la clase dónde trabaja el padre.
En el afán de querer reinventar el género, como apuntaba al principio, se llegan a dar situaciones tan grotescas y ridículas como el convertir una sesión de espiritismo en una práctica de espeleología. El acceso al plano astral tampoco nos traerá mejores momentos ya que recuerda mucho al planteamiento de Silent Hill (2006), recreando escenas extrañas que no dan ningún miedo y más bien te sacan de situación y que recuerdan a algunas visiones de David Lynch. Todo este trajín para descubrir que las puertas del infierno tienen aspecto de garito trasnochado, con portero incluido, y que el diablo vive en un loft en el que ha habilitado un taller en el que se fabrica garras a lo Freddy Krueger.
Podemos afirmar que nos encontramos ante el mayor conjunto de despropósitos del cine de terror en lo que va de año. Ni siquiera la presencia más terrorífica se puede tomar en serio cuando tiene una presentación sacada de Nosferatu (1922) de F.W. Murnau, así como un rostro que recuerda mucho a Darth Maul, protagonista de la película, sin duda más terrorífica, Star Wars: la amenaza fantasma (1999) de George Lucas.
Para concluir podemos afirmar que el resultado nos deja un sabor muy amargo sobre todo porque Wan parece que o él mismo no se entera e intenta explicarse con poco acierto o considera que su público no está suficientemente preparado para entender determinados giros argumentales al haberles educado en una línea más de casquería. Hay momentos hacia la parte final en el que nos meterá insertos para que nos quede claro que lo que vemos hace referencia a cosas ya vistas, lo que resulta irritante y reiterativo. En toda el tramo final, en general, la acción está muy mal resulta, con persecuciones inconclusas y amenazas que no sabes muy bien de dónde vienen. Todo culmina en el inevitable y efectista epílogo con una repetición de planos para que nos quede bien claro lo que ha ocurrido por si no nos habíamos enterado la primera vez, lo que supone uno de los momentos más humillantes e insultantes sufridos como espectador en mucho tiempo.
Según afirman la película ha costado sólo millón y medio de dólares, un presupuesto irrisorio pero que marca la tendencia actual de realizar películas de bajo presupuesto y alta rentabilidad. Parece que el negocio ha salido redondo ya que sólo en Estados Unidos ha recaudado más de cincuenta millones de dólares, con lo que ya se está confirmando prácticamente la preparación de la segunda parte. Esperemos que la próxima vez se trabajen más el guión y que eliminen la representación tan teatral y circense que desde mi punto de vista no le hace ningún favor a un tema tan espiritual y espectral.
Insidious (2010) se estrenó en España el pasado 10 de junio de 2011.
Muero de ganas de ver está película, me parece que es una buena película de terror con un guión muy interesante, yo la acabo de ver en HBO Online el fin de semana pasado con mi novio, las manos nos sudaban y yo no podía soltarlo del miedo. Ahora a esperar la segunda parte…