Algunos personajes buenos y malos en la obra de Jordi Sierra i Fabra III

 
Por José R. Cortés Criado.

De entre las obras catalogadas para el público juvenil he de destacar los siguientes personajes buenos y malos. A David, protagonista juvenil en El último verano miwok, se le puede catalogar de bondadoso, al igual que a su padre, a su amiga Susana y al indio chamán chupador, Tortuga Veloz.

 

Malvados pueden ser considerados los constructores que no dudan en destruir un pasaje natural, cementerio milenario de los indios miwok, con tal de construir viviendas de lujo que le reporten pingües beneficios. Kaopi también es un personaje bueno, es un ser primitivo que vive feliz en su poblado hasta que el hombre blanco aniquila a su familia y decide buscar al Gran Señor en Paraíso. De sus peripecias en su búsqueda y del descubrimiento de la civilización del hombre blanco da cuenta gran parte de la novela. Los personajes malos son los hombres blancos, dueños de las armas mortíferas que someten a los habitantes de aquel continente.

 

En Noche de viernes los cinco chavales que salen a divertirse una noche no son malos, pero hay que catalogarlos como tal, pues son jóvenes anodinos que desean divertirse y acaban matando a un marroquí. Aunque cueste creerlo, no pretendieron llegar al asesinato, pero cuando llevaban bebidas un numero considerable de cervezas y deseaban adquirir droga, ocurrió lo inesperado. Son responsables de sus actos, pero a la vez víctimas de esta sociedad que ofrece a los jóvenes como alternativa salir a beber y consumir estupefacientes.

 

En Malas tierras, el maligno es el señor que conduce bebido y se empotra contra otro coche ocupado por unos jóvenes serenos y responsables causando la muerte a la conductora. Ésta es una buena persona y donante de órganos; gracias a ello su corazón salva la vida de otra joven que espera una donación para poder vivir.

 

Ventura, protagonista de Nunca seremos estrellas del rock, no es bueno. No puede catalogarse de tal a un joven que comete un parricidio. Tampoco lo es su padre, que lo trató con desprecio toda su vida y lo golpeó cuantas veces quiso.

 

En El asesino del Sgt. Pepper’s el malo es el que comete los crímenes en el barco donde viajan músicos y críticos musicales, incluido Jordi Sierra i Fabra.

 

Mario es el peor de todos los personajes de Seis historias en torno a Mario. Él es el responsable de su vida y decide acortarla al consumir drogas y no tener fuerza de voluntad para abandonar ese hábito. Aunque todas las personas que le rodean se sienten un poco culpables por no haber hecho algo más por salvarlo, ninguno puede ser catalogado de malvado, a excepción de su amigo Coque, quien lo inició en dicho consumo.

 

Carlos, protagonista de El tiempo del olvido, quiere ser malo pero no puede. Es un joven que vive con la esperanza de matar al asesino de su padre, pero cuando lo tiene frente al cañón de su pistola no es capaz de apretar el gatillo.

 

En Noche de luna en el estrecho su protagonista, el joven marroquí que logra entrar ilegalmente en España después de tres intentos es una buena persona, no así otros personajes que lo tratan con desprecio tanto en su país de origen como en el de acogida.

 

En Campos de fresas todos los protagonistas son buenas personas, la que más, la joven anoréxica que decide salir de casa para visitar a su amiga en coma tras ingerir una pastilla de éxtasis. El personaje que encarna la maldad es el “camello”, aunque su jefe tiene menos escrúpulos y es peor persona.

 

También en El mensajero del miedo, el malvado es el “camello”, pero al final decide enfrentarse a su jefe y salvar la vida de su hermano y la de la amiga de éste.

 

Abominable con apariencia de bueno es Juan Manuel, personaje de Retrato de un adolescente manchado. No duda en asesinar a su madre y echarle la culpa a su hermano menor, es un clásico de personaje pérfido.

 

En La música del viento el personaje más humano y solidario es el periodista que no duda en salvar a unos niños de la esclavitud a la que están sometidos en un taller de confección de alfombras en la India; junto a él se pueden citar los niños liberados y el sacerdote que dirige en centro de acogida donde son admitidos. La maldad está encarnada por los empresarios sin escrúpulos que esclavizan a niños de muy corta edad para poder tejer alfombras de mucha calidad y así venderlas a un elevado precio.

 

En Un hombre con un tenedor en una tierra de sopa, la honradez hace que uno de sus protagonistas se suicide al no poder soportar el haber dado información sobre la guerrilla al ejército y éste haber perpetrado exterminio de niños, mujeres y ancianos en un poblado de Chiapas. El mal está en parte del ejército que no respeta la vida de los campesinos. Al final de la novela se relata las matanzas impunes de indígenas en el continente americano.

 

El horror hace acto de presencia en La memoria de los seres perdidos cuando la joven protagonista descubre su verdadera identidad: es hija de una “desaparecida” argentina que fue torturada hasta morir, y su padre legal es uno de los militares que acabó con la vida de su progenitora. Toda la novela es un alegato a favor de la libertad, de las madres y abuelas de la Plaza de Mayo, personajes que encarnan la bondad; y en contra de las dictaduras y del genocidio, que simbolizan la maldad.

 

Este dolor, el tema de los desaparecidos en Argentina está presenta también en la trilogía El tiempo del exilio; y el de los desaparecidos en Chile, en Víctor Jara, reventando los silencios, y en El peso del silencio.

 

En Las chicas de alambre el mal está en el mundo de la moda, en los modistos que quieren modelos superdelgadas y de aspecto enfermizo, así como en las personas sin escrúpulos que rodean a estas jóvenes.

 

Los personajes malévolos de El oro de los dioses son los médicos de la extinta República Democrática Alemana que suministraron a los deportistas todo tipo de drogas con tal de conseguir triunfos deportivos sin importarles las secuelas físicas que podían dejar en los cuerpos de los jóvenes.

 

Personajes execrables en Las Furias son Ezequiel y sus compinches que se ensañan en dos profesores de su instituto. A una profesora la asaltaron en la calle y tras golpearla y desgarrarle la ropa la dejaron tirada en la calle; ella temió ser violada. Otro profesor, objeto de constantes burlas por parte de esos alumnos, perdió el control y dio una bofetada a uno de ellos. Este hecho provocó una frustración en el profesor, que desde ese momento renunció a su labor educativa; y una revuelta estudiantil, que saltó a los medios de comunicación.

 

En Marte XXIII los malos son los seres humanos, los cuales han creado una sociedad de hombres y mujeres máquinas sin que éstos sean conscientes de su naturaleza. Les han hecho saber que son seres humanos, habitantes en un planeta inhóspito, cuando en realidad forman parte de un experimento. Un joven descubrió la falsa y huyó con su compañera, integrándose ambos en el mundo de los humanos.

 

El bien y el mal se confunden en Donde el viento da la vuelta. Por un lado está el ejército guatemalteco que se presenta como garante del orden y combate la guerrilla; por otro, está la guerrilla integrada por muchos niños soldados, que se enfrenta al ejército regular y defienden a los indígenas, que son masacrados impunemente.  Pero al margen de las simpatías por uno u otro bando, la maldad está presente en el hecho de utilizar a los niños como soldados, en el uso de la violencia para solucionar los conflictos y en el daño que causan las minas antipersona. Contra todos estos aspectos y contra el exterminio de los pueblos indígenas está escrito el libro.

 

La aflicción también adopta forma de guerra en la novela titulada En un lugar llamado guerra. Esta obra es un alegato en contra de los conflictos bélicos y a favor de la población civil en caso de guerra, representada por un niño que hace de guía del corresponsal español llegado a la zona en conflicto, y por supuesto, encarna el papel bondadoso.

 

 

La guerra de mi hermano es otra obra donde un conflicto armado es el protagonista, y consigue no sólo enfrentar a dos bandos, sino a la propia familia de los jóvenes protagonistas.

 

En La piel de la memoria se trata el tema de la esclavitud humana. Los malignos en esta novela son los negreros, los traficantes de seres humanos que sin escrúpulo alguno compran y venden niños o niñas al mejor postor.

 

Una joven desequilibrada es la maliciosa en La canción de Mani Blay. Es una fan que dispara a bocajarro sobre su ídolo; pero no es la única. La acompañan otros personajes preocupados por conseguir algún beneficio económico del suceso, quieren hacer negocio con la ropa ensangrentada del cantante.

 

Una joven, personaje de Sin tiempo para soñar, vive en una zona marginal y caminan sobre el filo de la navaja; termina asesinada por unos proxenetas. Éstos son los bellacos en la novela, representan la explotación sexual de mujeres a las que también introducen en el consumo de drogas. Los buenos, además de la policía que actúa oportunamente a última hora, son los dos jóvenes estudiantes de periodismo que decidieron investigar qué había detrás de una escueta noticia de prensa.

 

Los personajes creados por Jordi Sierra i Fabra se cuentan por cientos, quizás pronto sean miles si sigue el mismo ritmo creativo

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