Especial Mathias Enard. Reseña y entrevista
Por Juan Laborda Barceló.
Habladles de batallas, de reyes y de elefantes. Mathias Enard. Literatura Mondadori, Barcelona, 2011. 112 Páginas. 16,90 €.
Una invitación del sultán turco Bayaceto II a Miguel Ángel Buonarroti es el punto de partida de esta historia. Matias Enard, tras recorrer exitosamente otros ámbitos más cercanos al monólogo interior en su anterior creación, se adentra plenamente en su quinta obra en la novela histórica.
La misiva del convite fue real, todo lo demás es pura ficción maravillosamente ambientada. A partir de ahí se dibuja, con verosimilitud y gusto, una historia que pudo ser y no fue: la del viaje alucinante de un genio del Renacimiento a la Sublime Puerta, al corazón del Imperio Otomano, a Constantinopla. El autor se integra de este modo en esa inmensa tradición de novelar la historia, de crear una ficción que por su trabajo y documentación nos parece real.
Enard es arabista, conoce a la perfección el mundo islámico y cuida cada detalle del texto para transmitirnos aquellas mentalidades. Sus letras viajan a través de las esencias del Mediterráneo de inicios del mil quinientos para mostrarnos los contrastes y las similitudes de aquel, como de éste más actual, oriente y occidente.
La construcción de un puente sobre el Bósforo, que una la orilla asiática y la europea del espacio turco, será el proyecto para el que se requiera al maestro italiano. Deseoso de escapar de las malas relaciones con su antiguo protector, el Pontífice Julio II, aceptará el encargo para convertirse, él mismo, en conector de ambos mundos.
El texto de Enard hila fino, es de una sencillez evocadora, sugiere suavemente el recogimiento de la lírica oriental. En él encontramos elementos muy conocidos de nuestra historia común con el Islam y con el Mare Nostrum. El legado de los Reyes Católicos se convierte en manos del autor en un elemento cautivador. No en vano andalusíes, salidos amargamente de tierras hispanas, jenízaros, la terrible infantería turca formada con los cautivos cristianos, espías y comerciantes, al servicio del señor que mejor y más pronto pague, sin olvidar a los poetas sublimes, pueblan las calles de una ciudad de la que podemos oler las especias de sus mercados, pasear por la corte del Gran Turco y saborear exóticas bebidas en sus tabernuchas.
El sincretismo, tan certero como necesario, se deja ver en los diálogos y las actitudes. La fuerza integradora de la creación, bien sea la pintura o la poesía, es el reclamo sobre el que los hombres se encuentran, viven y aman en ese marco dual que es la ciudad de Constantinopla/Estambul.
Ni siquiera se le puede reprochar al libro que ese preciosismo tan oriental prive al lector, embriagado con la prosa y deseoso de una mayor extensión, del placer de prolongar las aventuras del futuro creador de la Capilla Sixtina en oriente. No hay que olvidar que, en el fondo, se está transitando por una suerte de poema.
Una novela culta, elegante y cuidada. Su belleza se hace necesaria en nuestro día a día, no le defraudará.
Entrevista a Mathias Enard
El autor, muy premiado y leído en Francia, acaba de publicar Habladles de batallas, de reyes y de elefantes. Arabista y humanista sincero, sus reflexiones sobre la alteridad resultan especialmente significativas en esta época de convulsiones en el mundo islámico.
“El arte tiene el papel de mediar entre las diferencias, de proponer una forma de entender al otro.”
En esta, su quinta novela, parte de un hecho real, al más puro estilo de la novela histórica, ¿Cómo surgió la idea?
Eso es una asunto complicado, lo que es real no lo sé, lo que está en las fuentes es lo siguiente. Sabemos por uno de los autores más cercanos a Miguel Ángel, Ascanio Condivi, que existió una invitación del Sultán turco. Los historiadores más expertos en el tema creen que no se produjo tal viaje puesto que quedaría alguna constancia de ello.
Existe, sin embargo, un poema del propio artista titulado Miguel Ángelo en Turquía, escrito en contra del Papa, que hace dudar de si el viaje se dio o no. Todo lo demás es real, personajes, mercaderías…todo menos la parte central de la novela. Las listas, los materiales, fueron una manera de dar un contexto real, que te permita tocar, ver y entender las relaciones económicas entre los turcos y los italianos.
¿Cómo conjugó documentación y creación?
Estuve un año o dos leyendo todo lo que pude sobre Miguel Ángel, aunque la bibliografía es inmensa. Trabajé desde la perspectiva del arte, de lo social, de lo económico, pero sobre todo de lo biográfico, sus propias cartas aportan una información ingente. Además está la parte otomana, crónicas, historiadores del XIX, etc…Con todo ello escribí veinte páginas y no pude seguir, el peso de la documentación era tanto que no supe como continuar, lo dejé durante un año y tras ello mi editor me pidió que lo retomara. Al hacerlo, el poso de lo leído me había quedado, lo escribí todo de memoria en muy poco tiempo, en un mes y medio o dos meses.
De Roma a Estambul, del puerto a la corte, el cuerno de oro, Santa Sofía, de los andalusíes a los siphais o los jenízaros, ¿Es la ciudad un personaje más?
Si claro, lo considero el personaje clave, si no fuera por Estambul nunca hubiera escrito esta historia, ni sobre Miguel Ángel. El Imperio Otomano es un gran lugar, un gran momento histórico, que reconstruye lo mestizo, como son los andalusíes que se han ido de Granada o la comunicación entre cristianos, judíos y musulmanes en una ciudad donde hay muchos medios económicos para que la cultura sea brillante. Por tanto la ciudad es el personaje principal.
Recordando obras suyas como Remontando el Orinoco, ¿es el viaje como transformación interior una constante en su literatura?
Yo creo en esto por algo muy personal, el viaje ha tenido esa importancia en mi vida. Imaginar a Miguel Ángel viajando de esa manera me gustaba, era como ponerle un poco en peligro, cambiarle el entorno y ver como reaccionaba.
Es, en parte, una aventura. Hay algo de peligro físico en la novela, es un elemento de película, una dramaturgia casi shakespeariana. Como explica el título, los hombres son como niños, y hay que hablarles de batallas, de reyes y de elefantes, de lo épico, pero también son hombres grandes y hay que hablarles del arte, la cultura o el amor.
Hablemos un poco de formas literarias. Su prosa es sencilla, elegante y evocadora. El conjunto incluye poemas y parece un poema, ¿es un homenaje a la estética oriental?
Es un homenaje real a la poesía clásica persa, hay fragmentos que son no copiados, sino adaptados de obras clásicas. Los pasajes de tabernas, de la noche, están inspirados en un género que se llama Gazal, de poesía erótica, donde hay versos sobre escanciadores, cantantes o bailarinas.
En cuanto a la forma pretendía que el libro fuera como un cuaderno de bocetos, de dibujos que vas pasando, capítulos breves con una escena corta o una imagen y luego pasas a la siguiente, no tiene nada que ver con lo anterior que había hecho, cada obra te lleva a una forma de escribir, cada historia debe ser escrita de una forma distinta.
Sigamos con las formas. Sabemos que es arriesgado, su anterior obra, Zona, así lo demuestra. En este caso alterna diálogos interiores, que hacen avanzar la narración, con diálogos clásicos, ¿qué le llevó a utilizar esta fórmula?
Hay algo mixto en la obra, hay varias voces, son tres en concreto. Una voz del misterio, que aparece por la noche y habla a Miguel Ángel, es la más poética. Luego el narrador principal que cuenta lo que sucede, donde estamos y como nos movemos y, por último, la voz del propio Miguel Ángel en sus cartas. He querido equilibrar estas tres voces y que se respondan en una especie de triángulo. Las tres hacen avanzar la narración.
En varias de sus novelas, como Zona o La perfección del tiro, se trata sobre el concepto de guerra y violencia. En este caso sería más bien un conflicto de baja intensidad, ¿cómo entiende el choque islam-cristiandad en el Mediterráneo del XVI?¿y en la actualidad?
En aquella época el conflicto ya estaba presente pero de una manera distinta, de hecho la frontera no estaba tanto entre la Cristiandad y el Islam, puesto que dentro de éste había muchísimos cristianos. Hubo alianzas temporales con diferentes zonas cristianas como Venecia. El Imperio Otomano era una potencia como las demás. Hoy día es muy distinto puesto que desde el siglo XIX la voluntad de dominio colonial ha hecho que se forme una frontera imaginaria entre oriente y occidente, cabría preguntarse dónde empieza oriente, y pensamos que ese límite es real cuando en la época del XVI ese planteamiento no existía. Si hay alguna voluntad política en el libro sería reflexionar sobre qué ha ocurrido y qué es esa frontera entre oriente y occidente.
Servicios de inteligencia, obras de arte, mercaderes y mandatarios políticos trufan el relato, ¿no son estas otras formas de guerra?¿otras habilidades para conquistar voluntades?
Si, desde luego, quizá en el libro la guerra no esté presente como tal, pero si de alguna forma vemos las cábalas políticas propias de la época, de hecho Miguel Ángel es víctima de ello, como lo era en Roma. Él descubre que bien sea en Estambul o en la capital romana todo viene a ser lo mismo.
Constantinopla/Estambul, Miguel Ángel/Mesihi, Julio II/Bayaceto II, ¿Es una novela de encuentros o desencuentros?¿Son complementarios u opuestos?
Yo creo que lo que hay son diferencias y alteridad, hay que aceptar las diferencias y entenderlas para poder comunicarnos. No se pueden negar las diferencias, no es todo lo mismo, pero tampoco el hecho de las diferencias impediría la comunicación o la convivencia. Para ello hay que conocer y reconocer la alteridad.
Su obra reflexiona sobre la creación y la belleza, ¿sirve la creación para tender puentes en épocas de conflicto, como aquella y esta?
Creo que el arte tiene el papel de mediar entre las diferencias, de proponer una forma de entender al otro. La literatura y el arte visual son una gran manera de conocer al otro y de reflexionar sobre nuestras diferencias.
Me gustaría comprar el libro batallas, reyes y de elefantes vivo en argentina.