"Terraza de café por la noche" de Emma Cohen

Por Benito Garrido.

 

“Terraza de café por la noche”

Emma Cohen

Teatro

Colección SurReal

La Página Ediciones, 2011

72 páginas

18,95€

 

 

Leer teatro puede ser una aventura arriesgada en un momento cultural donde el lector mayoritario se mueve siguiendo el rastro de asesinos suecos, de eclipses vampíricos, o de algún otro best-seller.  Esa aventura se hace aún más valiente si lo que se enfrenta en la lectura es una obra surrealista plagada de personajes que se mueven dentro de un cuadro.  La autora utiliza el cuadro homónimo de Van Gogh para escenificar lo que ocurre en la pintura, para pintar la escena con los colores del cuadro, para dar una personalidad propia a cada figura.  Con la excusa de un soñador-soñante accidentado que entra en el cuadro, el escenario se convierte en esa misma terraza de café, dónde se mueven desde un hombre con sombrero, hasta el propio pintor, pasando por el camarero, una bohemia solitaria o la andarina yellow que cruza la calle.

 

La escritora se vale del teatro surrealista para hablarnos de la felicidad, el arte, los sueños, la belleza, la amistad, los ideales, la vida.  Y a través del soñante nos hace llegar su preocupación por la actual situación de crisis laboral que ahoga a una juventud desempleada y desilusionada.  El amor que late durante toda la obra se consuma sobre el escenario.  Y los encuentros buscados se convierten en ciertos.  El lector-espectador se termina identificando con ese soñante impactado, que como única figura ajena al cuadro, se convierte en el eje de atención principal de la obra.

 

Cohen configura un texto muy personal y abierto, tremendamente imaginativo.  Se vale para ello de un lenguaje atractivo y seductor en el que las conversaciones son rápidas y vibrantes.  Al lector no le queda más remedio que dejarse llevar por ese torrente de energía que transmite el cuadro escenificado.  Y aunque en determinados momentos, el hilo se pueda llegar a perder, es cuestión de retroceder un poco en el tiempo para volver a situarse.  Estamos en un mundo soñado en el que la imaginación y el color dominan sobre la realidad.

 

Resulta una experiencia interesante cerrar los ojos e intentar visualizar la obra leída, pero ahora representada en un escenario teatral.  Aún teniendo en cuenta la dificultad que arrastra un texto alternativo como este, uno no puede dejar de sentir el impulso de levantarse y alargar la mano, para tocar la superficie de ese cuadro-escena que ha estado soñando-leyendo impactado desde el primer momento, ese en que suena la todavía sin inventar “Tocata5 Tráfico Rodado”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *