Más cultura

Salvar la Era Gutenberg

 
Por Juan Carlos Vicente.

Mandaba Vila-Matas a su editor imaginario Samuel Riba a Dublín, a celebrar el Bloomsday en honor a Joyce y, a su vez, a oficiar un réquiem por la Era Gutenberg, la cual, y como editor jubilado que era Riba, llegaba a su fin por motivos tanto personales como evolutivos. Las nuevas tecnologías luchan por imponer el formato digital, por desplazar el papel como medio y por dejarnos las estanterías del salón desnudas y frías.

 

Joyce sigue muerto. Su mastodóntico Ulysses no resulta tan desafiante en un formato bytes. El último error en el sistema binario de Blogger borró comentarios y entradas de millones de blogs. Los usuarios temblaron al comprobar que todo lo que no ocupa un espacio físico puede desaparecer mucho más rápido de lo que imaginábamos. Podríamos desaparecer para siempre de la blogosfera y ni siquiera quedarían unas huellas de los pasos que hasta ese momento habíamos dado. Invisibilidad instantánea, olvido, y nuestro legado escrito pasará a ser una mera reseña en el caché de gran dios Google. Quizá por eso y, por qué no admitirlo, porque las modas como las tendencias son procesos circulares, el formato fanzine vuelve a aparecer y parece que viene con intención de quedarse.

 

Iniciativas como las de Mapache Press, Revista Casquivana, Crónica del fango, Tercero Cé o La Fábrica, nos demuestran que no hay que olvidar de dónde venimos. Y por supuesto no hay que olvidar hacía dónde vamos, no solo me refiero a fanzines de tipo literario, en el ámbito del comic proliferan otros tantos, y, en ambos casos, son un escaparate inmejorable para mostrarnos nuevos autores, para dedicar unos minutos a leer, pero sin el inmediato “click” con el ratón que a menudo nos hace pasar por alto tanto el contenido como el continente. Es lo que tienen las “vistas previas”, obvian los detalles, nuestro cerebro pasa de largo todo lo que no aparezca en negrita y tanta velocidad, tanta etiqueta, acaba siendo un sucedáneo de la verdadera lectura.

 

En una sociedad en la que nos adiestran para aceptar el control exhaustivo de nuestros hábitos el siguiente será comprar los libros desde casa. Formar parte de otro nuevo registro supuestamente con nuestros datos protegidos. Todos los que comprarán El guardián entre el centeno en formato digital encabezaran las listas del FBI. Quizá también los de American psycho. No quiero ni pensar los que compren El Barón rampante. Pensar y leer al margen del control, y encima en papel. Hay que salvar la Era Gutenberg, hay que atrincherarse, no podemos ser “otro ladrillo más en el muro”.

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