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Terraza de café por la noche

Por Benito Garrido


 

Siempre he pensado que el mejor lugar para presentar un libro es un librería. Y precisamente hasta una de ellas se fue Emma Cohen para descubrirnos su nuevo libro Terraza de café por la noche, concretamente hasta La Central del MNCARS.  Siempre he pensado que cuando alguien escribe un libro lo mejor que puede hacer es compartirlo con sus mejores amigos. Y de ellos precisamente se rodeó la escritora para hacer esa presentación:  de un lado su editor Domingo Luis Hernández y del otro el director teatral Mario Gas. Siempre he pensado que basarse en un cuadro para escribir una obra de teatro tiene que ser harto difícil.  Pero precisamente, aquí está.

 

El primero en hablarnos fue el editor de La Página Ediciones, el cual defendió ese espacio para textos alternativos y vanguardistas como el que nos ocupa. Se trata de una obra de teatro surrealista, que resulta totalmente innovadora y audaz.  En una sociedad de lectores dominados por los best-seller, publicar un libro marcadamente ajeno a la comercialidad se convierte en un acto de valentía. El editor planteaba incluso, que si hoy se escribiera Rayuela, difícilmente encontraría editor. Reclamó la recuperación de la literatura como asignatura obligatoria en los estudios en un país que siempre ha sido reconocido por su valía histórica en esa materia.

 

Mario Gas comenzó con una frase certera “si el texto no me hubiese gustado, no estaría aquí”. Habló de Cohen como una escritora arriesgada y comprometida en todas sus facetas tanto personales como profesionales.  Recalcó la singularidad de un texto muy personal y complejo, que con el tiempo debería llegar a representarse, y que recuerda al teatro dadaísta, surrealista, a Valle Inclán, a Lorca. En él, la autora se pregunta sobre la felicidad, el amor, pero sobre todo por el trabajo como problema social, y utiliza un lenguaje conciso, atractivo y embriagador que hace del lector un soñante impactado.

 

Emma Cohen agradeció las palabras de sus compañeros de mesa, y pasó a resumirnos el porqué de una obra basada en el cuadro homónimo de Van Gogh, el porqué de pasar la acción de una pintura a la acción de un escenario. Nos desgranó cronológicamente su intensa relación con el cuadro “Terraza en un café de noche” tan presente siempre a lo largo de su vida.  Cuando era pequeña, una reproducción del mismo decoraba su casa; con los años leyó el libro Cartas a Teo (correspondencia entre Vincent y su hermano) que le impactó sobremanera; en 1980 conoció la obra de Artaud y lo que sobre el pintor holandés escribió; en 1990, durante una Feria del libro, mientras su compañero Fernando Fernán Gómez firmaba ejemplares, ella compró un calendario de reproducciones de Van Gogh donde aparecía otra vez el cuadro. Esa lámina pasó a formar parte de la decoración del baño de su casa, donde la observaba a diario, y aún más desde el momento en que Fernando cayó enfermo.  Fue entonces cuando “entró” realmente en el cuadro. Pero no es hasta 2008 cuando surge la semilla de la obra: en un trayecto del metro coincide con un chaval que le comenta sus ansias de trabajar y los problemas surgidos con la crisis. Decide “meter” a ese chico en el cuadro y contar su historia dentro del mismo, su búsqueda de trabajo entre esos personajes del lienzo.

 

Una edición realmente atractiva y colorista que anima al amante de la literatura a bucear dentro de ese cuadro escenificado.

 

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