CreaciónNo ficción

"La cura del lobo estepario", de Allan Percy

Ediciones Luciérnaga presenta a los amantes de la -buena- literatura y del pensamiento una obra muy atractiva: La cura del lobo estepario, de Allan Percy (2010, 168 pp., 16 €). Probablemente, Hermann Hesse es el autor de novela iniciática más importante del siglo XX. «Faro de los lectores jóvenes-explica Percy en la “Nota introductoria” del libro-, su claridad de pensamiento ha seguido iluminando a millones de personas desde hace casi un siglo».

 

En esta obra, que no puede tildarse de libro de “autoayuda” (ahora tan de moda), se nos ofrecen decenas de citas del propio Hermann Hesse, sobre las que Allan Percy elabora reflexiones relacionadas muy directamente con el estado actual de nuestra sociedad. El autor divide el libro en seis apartados bien diferenciados: “El jardinero del alma”, “La magia de la vida”, “Descubriendo el camino”, “El camino de la felicidad”, “La búsqueda de Dios”, y “El arte y las letras”. Las opiniones de Hermann Hesse sobre el arte de vivir fundamentan lo que Percy llama “este pequeño manual”, en el que recoge sus mejores “píldoras” de sabiduría en forma de aforismos; su objetivo es dirigirse a toda persona que busca orientación y serenidad para la vida cotidiana.

Para abrir boca, os dejamos algunas de las citas de Hermann Hesse que Percy comenta en La cura del lobo estepario:

 

La soledad es el camino por el que el destino quiere conducir al hombre hacia sí mismo.

Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros.

La verdad se vive, no se enseña.

El conocimiento intelectual es papel. Sólo transmite confianza aquel que sabe de lo que habla.

Una meta alcanzada no es una meta.

Para que pueda surgir lo posible es preciso intentar una y otra vez lo imposible.

El hombre exige perentoriamente la felicidad y, sin embargo, no la soporta mucho tiempo.

Felicidad es amor, nada más. Quien puede amar es feliz.

He sido un hombre que busca y aún lo sigo haciendo, pero ya no busco en las estrellas y en los libros, sino en las enseñanzas de mi sangre.

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