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Almodóvar y el cine con identidad propia

Por Alicia Valeria Alonso.

 

La próxima película de Pedro Almodóvar, La Piel que Habito (2011), que se estrenará en septiembre de 2011, se sumerge esta vez en el género noir. El film, protagonizado por Antonio Banderas y Elena Naya, cuenta la historia de un prestigioso cirujano plástico dispuesto a recuperar sea como sea a su mujer, quien murió quemada en un accidente. Para ello, se adentra en la investigación con terapia celular con el fin de reconstruirle una nueva piel. Inspirado en la novela de Thierry Jonquet, Tarántula, el que se convertirá en el decimo octavo trabajo del autor manchego, pretende sorprender.

 
Sin embargo, esta incursión en el cine negro, no se concibe para el director como una búsqueda de nuevos géneros donde inscribirse:

“Mis películas siempre han sido difíciles de clasificar en cuanto a género, porque suelo mezclar varios, y cuando hay uno que predomina no respeto todas las reglas. He terminado de rodar La piel que habito y me hallo en plena postproducción. Ahora que ya la he visto, creo que la película es un intenso drama que a veces se inclina por el noir, a veces por la ciencia ficción, y otras por el terror”.

 

Pero quizá, si analizamos su trayectoria en profundidad, sí podemos apreciar cierto olor a género. Pero no a un género estándar, sino, más bien, a una nueva forma de contar historias. Se trata de la creación de un cine con firma propia. El manchego tiene la habilidad de bailar de un género a otro con gran acierto, recogiendo influencias, guiños, sabores; y configurando con todo ello un estilo singular y genuino. El cine de Almodóvar se convierte en la máxima expresión del melodrama. Es un género cargado de sentimiento que trasmite las más profundas aspiraciones, deseos y anhelos humanos. Definitivamente, lo podríamos definir como el género de la introspección, de la búsqueda intrínseca del individuo.

 

Sí es verdad que la primera etapa del cineasta se centraba más en el retrato de un momento histórico. Almodóvar era la voz de toda una generación. Su obra se vinculaba más a la Movida Madrileña, a la búsqueda casi exclusiva de la provocación y el humor corrosivo, necesaria tras la represión de la dictadura. Sin embargo, el tiempo ha forjado en el autor una madurez expresiva que hoy en día le ha reportado el máximo reconocimiento internacional.

 

Aún así, Almodóvar sigue siendo el director del kitsch, del tipismo español. En él, se alzan los iconos religiosos como símbolo de una España idólatra, y se convierten en heroínas de barrio a amas de casa, prostitutas y travestidos. Influenciado por la estética pop de Warhol y los delirios surrealistas de Dalí o Buñuel, el mundo que recrea es siempre ambiguo y provocador. Pero al margen de dicha excentricidad, el director, guionista y productor español, sabe dotar de una intensa profundidad psicológica a sus personajes.

 

Almodóvar se ha revelado, entre otras muchas cosas, como el director de las mujeres. Al más puro estilo Cukor, se maneja a la perfección en el trabajo coral con el reparto femenino, contando con innumerables musas a lo largo de su trayectoria, desde Carmen Maura a Penélope Cruz. Pero según cuenta él mismo, este hecho no es más que el resultado de un guión en el que imperan este tipo de personajes. Almodóvar no tiene un interés especial en fijarse en el universo femenino más allá de sus pasiones, frustraciones o ataduras, las cuales suelen estar causadas por su desarrollo dentro de un contexto represivo – el mismo que pudo marcar sus primeros trabajos en la transición, como en el personaje de Luci en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980)-.

 

Pero más allá de ver la historia de diversas mujeres que tratan, de una manera u otra, de sobrevivir a sus circunstancias, lo que hace el director en sus películas es reflejarse a sí mismo. El manchego bucea en lo más profundo de su psique para desarrollar el entramado cinematográfico. Por eso la fuerte carga autoreferencial que emana de sus cintas, suele enmarcarse más en el plano emotivo, que en el meramente biográfico. Y por eso, es sus trabajos más recientes también hemos podido encontrar esa intensa reflexividad psicológica en personajes masculinos. Así lo hemos visto en La Mala Educación (2004), Hable con ella (2002) o Carne Trémula (1997).

 

En definitiva, lo que el cineasta quiere contar es el devenir de la existencia de cada personaje. Sus deseos, sus traumas, y sus miedos. La herencia de su familia, de su educación y la necesidad de ruptura con todo aquello que le inhibe o le restringe. Pero además, Almodóvar tiene una magnífica cualidad para describir las cosas que le conmueven. Para describir lo bello. Un sentimiento de atracción que a veces se vincula a la muerte. Muerte que se vincula a su vez a la pulsión sexual. En su cine está presente la fatalidad, el vértigo, la atracción-repulsión, y la belleza de lo putrefacto. Es el impulso que lleva a Benigno, en Hable con ella (2002), a enamorarse de una paciente en coma. Y ese impulso también se revierte, de forma que lo hermoso nos lleva al más profundo dolor. Aquí se perciben también la influencia de los poetas malditos y al ideal de belleza de Cocteau. Se aprecia en Carne Trémula (1997), Todo sobre mi madre (1999), Volver (2006), La mala Educación (2004), o Los Abrazos Rotos (2009)

 

Y todo nos lleva a pensar que también se reflejará en La Piel que Habito (2011). En este film se adentrará en el cine de terror, en el lado oscuro…géneros que ya ha acariciado en otros trabajos y que no son más que un contexto donde ubicar la expresión de su persona hecha película. Al igual que la influencia del melodrama hollywoodiense de Douglas Sirk, del suspense de su adorado Hitchcock, de la fina ironía de El Crepúsculo de los Dioses (1950) de Wilder, estas incursiones no son más que matices, distintos prismas de un mismo género. La firma de un autor y el reflejo de su genialidad.

 
 
 

La piel que habito (2011) de Pedro Almodóvar se estrenará en España el próximo 2 de septiembre de 2011, pero su estreno mundial es hoy 19 de mayo en el Festival de Cannes 2011

 

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