‘Una enfermedad moral’, de Soledad Puértolas
Por Robert Sendra.
Obras escogidas (Tomo I). Soledad Puértolas. Anagrama, 2011. 258 páginas.
“Una enfermedad moral” es el sugerente y a la vez inquietante título con el que Soledad Puértolas empezó a triunfar en el género del cuento allá por el año 1982. “Me gustó por su soberbia vaguedad. En esa enfermedad moral es posible imaginarlo todo”, confesaba la escritora al explicar el título en el prólogo del libro. En efecto, la expresión que encabezaba su colección de relatos era una carta blanca para hablar de temas dispares y a veces inconexos, a lomos de la libertad creativa. El resultado fue un volumen con historias variadísimas, frescas y desacomplejadas que hacían coincidir en las páginas de un único libro a un soldado del imperio español del siglo XVII, a una periodista gris y enigmática que se transforma al ponerse ante un micrófono o a un hombre antisocial que vive una aventura inesperada al salir a ver a un amigo en plena noche. Se trata de unos compañeros de viaje, o en este caso de lectura, nada comunes, que no suelen encontrarse muchas veces en el mismo libro. Ahora, la editorial Anagrama, dentro de su colección Otra vuelta de tuerca, ha recuperado estos relatos, junto a la primera novela de Puértolas, El bandido doblemente armado, en el volumen Obras escogidas (Tomo I).
La diversidad e independencia de los cuentos de Una enfermedad moral se traduce, por un lado, en una experiencia lectora que acaba siendo muy enriquecedora, aunque, por otro lado, provoca cierta falta de unidad. Sin embargo, la mayoría de los relatos sí que presentan sutiles elementos en común. Uno de ellos hace referencia a los personajes, cuya moral sufre un molesto vacío, ya sea el de las dificultades para integrarse en su entorno, el de la monotonía o el de los misterios que rodean el día a día.
En casi todos los cuentos, el mundo ordinario e incompleto de los protagonistas, muchas veces teñido de melancolía, se ve alterado por un desencadenante sorprendente que, de repente, como una tormenta súbita que cambia el cielo y el paisaje en cuestión de segundos, dan al cuento una nueva dimensión. Puértolas prepara para sus personajes mundos cotidianos y, de repente, les ofrece la posibilidad de la aventura sometiéndolos a un hecho sobrenatural que todo lo cambia. Secuestros, olas de calor, una persona fría que se derrumba en llantos, un acoso insospechado, un soldado que se enamora de una princesa, unos vecinos que regresan cada día a las tantas de la noche… Son, todos ellos, ingredientes capaces de transformar un cuento y una vida entera y de llenarlos de sorpresas. Es en este cruce de caminos, en este punto de no retorno, es donde Soledad Puértolas experimenta con la esencia de los personajes que ha puesto en movimiento. “Muchas veces, al escribir estos relatos, he pensado en todas esas personas desconocidas cuyas vidas han estado marcadas por la melancolía de lo inaccesible”, escribía Soledad Puértolas. Solamente el engranaje de la ficción nos permite imaginar qué pasaría al cruzar la puerta de esta realidad inaccesible.