"Cuento kilómetros", de Mario Crespo
Por Esteban Gutiérrez Gómez.
Mario Crespo es un autor destinado a marcar un futuro. Cada una de sus obras es una apuesta por el riesgo, por la innovación, por lo desconocido. Me sorprendió gratamente su primera novela, LS6, un puzzle bien elaborado y en el que, a mi modo de ver, aunaba sus dos pasiones: la literatura y el cine. LS6, ahora lo puedo decir, es la primera novela en la que me encontraba hasta cinco finales diferentes, uno tras otro. Y digo hasta cinco porque el último de los finales (el número 5) te lleva, si eres curioso, a un capítulo intermedio con una segunda lectura muy diferente a la primera, precipitándose de nuevo hacia nuevos finales, en un bucle continuo, infinito. Una proeza.
En esta ocasión Mario Crespo nos ofrece en Cuento kilómetros una mixtura entre libro de relatos, diario de viajes o novela de aventuras. Podemos hablar, ciertamente, de relatos o anécdotas ocurridas a varios personajes entre los que siempre está presente uno: Claudio Rivera. Lo novedoso es que varias son las voces narrativas aparecidas en el libro, incluso la del propio autor. Voces narrativas diferentes, aunque la elección del relato muy breve y la variedad de esas voces, hagan dificultoso apreciar esa diferencia. Voces que van curtiendo la piel del viajante, Claudio Rivera, desde el año 2000 al 2010, dejando apreciar una evolución del personaje.
Aunque no lo diga, el libro tiene un marcado acento confesional, y no dejan de ser las aventuras vividas por el autor, Mario Crespo, embutido en su personaje y alter ego, Claudio Rivera. Estamos pues ante un escritor viajero, un ser ávido de aventuras, ciudades, paisajes y nuevas gentes. El viajero sabe que se busca a sí mismo (así lo reconoce expresamente en las primeras páginas del libro), así que no anda engañado: busca la conformidad de su alma con esos paisajes y esas nuevas gentes. Las historias surgidas en los viajes a lo largo de esos diez años, muestran al rebelde, al inconformista, al justiciero; muestran cómo se va formando su personalidad, cómo busca la complicidad de los que le rodean, como poco a poco va conquistando con decisión su futuro.
De los relatos-aventuras, podría destacar algunos, como “Vendetta”, que logra introducir al lector en un ambiente opresivo y trasmitirle la sensación de agobio de los protagonistas. También la etapa de Noruega, “Fantoft.Bergen”, merece ser destacada, pero en ésta ocasión porque es un relato cinco estrellas, tanto por el argumento como por cómo está escrito. Nada falta ni sobra en él. La concisión es escarapelo en manos de un buen cirujano que sabe hacer su trabajo.
Indudablemente, las experiencias en los viajes nos van formando como personas. Guardarlas todas en un libro es atesorar el saber. Así lo hicieron aquellos inquietos beats en la América del Norte de 1950. Pero hay que tener en cuenta que nunca se dejará de estar expuesto a ellas cuando la vida de uno es el camino, el viaje, y lo que menos importa es llegar al destino. Entonces, en éste sentido y volviendo a Cuento kilómetros, nos encontrarnos de nuevo con un libro sin final.
Esteban Gutiérrez Gómez
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Uno de los relatos del libro:
Fantoft. Bergen (Noruega)
Somos cuatro, dos parejas, tenemos un Ford Focus azul alquilado y viajamos por Noruega ligeros de equipaje. Bergen es la segunda ciudad del país, después de Oslo. Precioso enclave. Llueve durante trescientos días al año. Llegamos y sale el sol. Nos hablan de una iglesia de madera. Una de esas románico-escandinavas con forma de barco vikingo. Está en la periferia, en un monte. Noruega tiene grandes atracciones naturales. Es lo que la gente busca en los fiordos. Sentirse bien. Sentir algo distinto. Hay bastantes españoles en el mercado del puerto. Comemos una tapa de ballena ahumada. Noto un cosquilleo en las yemas de los dedos. Diez vibraciones. Es el estrés, está saliendo a presión por las manos. Siento mi cuerpo pleno de antioxidantes. Hablo de manera pausada, como un sabio. Soy libra, pero no creo en el Zodiaco. En Bergen el cielo está estrellado a pesar de que es de día. Estamos muy arriba, el globo se achata para acogernos. Y ves el cielo a un palmo de tu cabeza, de tu cerebro. Dicen que la iglesia de Fantoft posee propiedades curativas. Pero los escandinavos no son tan tontos. El Focus, tras horas dando vueltas, llega al paraje de la iglesia. No hay peregrinos. La gente no sube de rodillas hasta el monte. No veo velas ni exvotos. Apenas media docena de coches. Todo está en silencio. El aire está cargado de oxígeno. Inspiro y me purifico. Expulso un esputo que me recuerda mis tardes de footing. Catarsis y otras sensaciones difíciles de describir. Durante la subida no vemos la iglesia. La ascensión es dura, empinada. Estamos agotados. Si el panel informativo del parking está en lo cierto, el monumento se encuentra arriba: on top, en su edición en inglés. Metros de cuesta por una senda embarrada nos llevan a un claro entre la frondosidad verdeoscuracasinegra del paraje. Ahí está. Vemos el tejado a dos aguas cubierto de escamas de madera. Nuestra alegría desbordada rompe el silencio de los allí presentes. Disculpen, somos españoles. Fotos y más fotos. Dentro, un pequeño retablo insertado en la angostura del ábside brilla gracias a un haz de luz que entra por uno de los vanos saeteros. Recuerdo la luz blanca, el sonido creciente llegando a mi cerebro, el ruido de fondo, las voces angelicales y, después, todo blanco: el paradigma de la luminosidad, algo excepcional que no sabría describir. Sobre todo porque después de esa experiencia mística no recuerdo nada más. No sé cómo coño salimos de allí, cómo llegamos al coche. Y aseguro que no bebí. Creo que esa laguna en la mente fue provocada por aquella luz blanca que, en su elevación protogótica, no me ascendió al Cielo, lo bajó hasta mí.
Claudio Rivera
CUENTO KILÓMETROS
Mario Crespo
(Editorial Eutelequia, 2011)
Presentaciones:
Zamora: 6 de mayo. 20:00 horas. Biblioteca Pública. Presenta David Refoyo. El turno de ruegos y preguntas se realizará a través de Facebook.
Madrid: 10 de mayo. Café del Libro La Buena Vida (C/Vergara, 10. Metro Ópera). Presenta Mark Besas.
Barcelona: 10 de junio. La Central del Raval. Hora y presentadores por confirmar.