MENTAL MOVIES “Wunderkebab y el banquete maldito”

Por Benito Garrido / Fotografía Pablo Gómez

En una jornada tan calurosa y llena de actividades como fue la pasada Noche de los libros, terminar recalando en el Ateneo de Madrid para disfrutar de una mental movie, se convierte en algo verdaderamente refrescante. Se trata de una especie de performance que combina literatura, arte y música, y en la que la participación del público se hace parte importante del evento.

¿Cómo surge todo? La editorial argentina Clase Turista encarga a un escritor que relate la película que filmaría si dispusiera de un presupuesto ilimitado. Luego un artista visual la recrea en imágenes y elabora el cartel de presentación. Y finalmente un grupo musical pondría banda sonora a lo proyectado. Todo ello, bien mezclado, da como resultado una inesperada película mental que solo se filma en el imaginario de un espectador ávido de cosas nuevas, y que se plasma en una colección de relatos breves redactados en formato de afiches cinematográficos.

En este caso, la mental movie “Wunderkebab y el banquete maldito” estaba ideada y relatada por Mercedes Cebrián. La conocida escritora hizo la presentación de una historia sobre la vida secreta de lo inanimado, en concreto del fast food en todas sus variantes. Las hamburguesas, pinchos, pizzas y demás comida basura desdeñada por los restaurantes, de pronto cobran vida. Encabezados por un kebab y una crôque madame, se revelan contra la sociedad humana imperante y reclaman el derecho de los alimentos a llevar una vida digna.  En esta lucha estarán apoyados por algunas obras de arte, también seres inanimados que se solidarizan con la causa.

El desarrollo artístico del falso film venía realizado por La Más Bella, una revista experimental de arte comandada por Diego Ortiz y Pepe Murciego, quienes hablaron del proyecto y de los diferentes puntos clave en los que se habían apoyado hasta llegar al cartel promocional de la película.  Mientras, las imágenes en una pantalla permitían analizar visualmente la evolución de sus comentarios.

Y, por último, se presentó la banda sonora y guinda fastuosa a este trazado, compuesta por el grupo Ginferno, que dio un miniconcierto con algunas de sus canciones.  Grupo ecléctico donde los haya, Ginferno hizo que el público se entregara a su música mezcla de estilos, peculiar y envolvente. La voz desgarrada y modulada a veces del vocalista, recordaba aquellos despojos en que se convierte el fast food protagonista del film.

La presencia de Fausto, un moderador presentador muy peculiar que se metió al público en el bolsillo desde el primer momento, aglutinó las tres facetas del proyecto. Aún le quedó tiempo para organizar un ensayo escogiendo de entre los asistentes a los posibles actores, así como para debatir sobre poesía con una espontánea del público.

En resumen, una hora y media inspirada y divertida, bien arropada por bastante gente que prefirió este tipo de experiencias a cualquier evento deportivo.