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Duncan Jones y Jack Gyllehaal hablan de Código Fuente

 

Una crónica de Luis Muñoz Díez.

 

Se ha presentado en Madrid la película Código fuente, con todo el ritual necesario: primero, el director y el actor posaron para los fotógrafos, a continuación, en un salón del hotel santo Mauro de reducidas dimensiones, contestaron a las preguntas que les fuimos formulando. Ellos respondieron con la profesionalidad cercana que sólo tienen las verdaderas estrellas y consiguieron que saliéramos cautivados y convencidos.

 

Duncan Jones y Jack Gyllehaal venían ha promocionar su película, y lo hicieron  con un aplomado encanto y grandes dosis de humor. Formaban una curiosa pareja: el seductor actor y el casual y juguetón filósofo hijo de David Bowie.

 

Pegados a ellos dos traductoras y a los lados, mirando al reducido número de periodistas, dos fornidos muchachos vestidos de traje. Aunque en Madrid es primavera  durante el encuentro permanecieron puertas y ventanas cerradas. Nadie podía dudar de la seguridad, y ante la excesiva evidencia, Duncan Jones, siempre sonriente y por romper el hilo nos aseguró: “Quiero avisarles de que tienen mucha suerte de tener estas barreras de seguridad, porque somos muy peligrosos y por eso debemos estar separados. Por favor, os ruego que no nos tiréis cacahuetes”. Y así, dio la vuelta al cometido de los guardaespaldas.

No creo que pueda aportar ninguna exclusiva ni ninguna declaración arrancada en la intimidad que no tenga algún compañero. Venían a promocionar Código fuente y punto. Y esta crónica no pretende más que contar a los lectores de Culturamas cómo se movieron dos figuras atractivas  del panorama cinematográfico.

 

Duncan Jones hizo una declaración de principios:

Me gustaría llegar donde han llegado los hermanos Cohen o Tarantino.

¿Por qué?

Porque me gustaría escribir mis guiones y controlar todo el proceso y contar con un reparto y un presupuesto a mi gusto.

Rodé Moon fue mi primera película, había poco presupuesto, pero sirvió para demostrar que sabía hacer cine. Ahora he rodado Código fuente, una película mucho mas grande, para demostrar que sé moverme en una producción con  presupuesto, en un sistema como el de Hollywood y con grandes nombres en el reparto.

 

La publicidad de Código fuente nos propone a un héroe de guerra encarnado por Jack Gyllenhaal que es enviado al pasado para intentar evitar que estalle una bomba alojada en un tren con dirección a Chicago. Tendrá varias oportunidades para evitar el desastre, poniendo al protagonista, una y otra vez, en la misma situación, en una curiosa “versión” de El día de la marmota, pero con la mirada del filósofo Duncan Jones. El protagonista, de tanto ir y venir en el tiempo, se enamora y ese amor le hace variar el curso de esa Historia que se escribe con mayúsculas.

Duncan Jones es preguntado por la coincidencia de que tanto en Moon, su primera película, como en Código fuente hay un personaje que se ve envuelto en una realidad que no entiende y que es visto desde varias perspectivas.

¿Es esta una mirada filosófica?

La cuestión de la identidad es algo que me interesa, esa idea de cómo tú te ves de una manera y los demás de otra, y cuál de esas dos es la correcta.

 

Ante la pregunta de que Código fuente tiene referencias al cine de ciencia ficción Duncan ríe de una forma ruidosa. Parece un tic o que busaca tiempo para pensar la respuesta.

Cuando leí el guión vi que tenía muchas referencias a clásicos de ciencia-ficción y me pareció importante hacer un homenaje, que la gente supiera que éramos conscientes de ello. De todos modos, soy fan de todo tipo de ciencia a ficción, es un género muy rico. Yo estudié Filosofía y este hecho impregna todo lo que hago, por eso me gusta este género que te obliga a hacerte preguntas del tipo “¿Y si…?”. Te obliga a platearte una nueva forma de mirar las cosas.

Duncan, despeinado y con una barba pelirroja lampiña, sabe del peso de su padre,  David Bowie, y a pesar de estar en vísperas de cumplir los cuarenta lo nombra, pero marcando la diferencia entre el músico y su papá.

Mi padre, en la música, no me ha influenciado, pero definitivamente tiene que ver con mi interés por la ciencia-ficción, pero sólo porque era mi padre y me llevó a ver las películas que a él le gustaban, y me dio libros para leer cuando era pequeño.

Gyllehaal es el contrapunto de la naturalidad del travieso cuarentón Jones, y a nte l a pregunta de que si le gusta hacer Cine que tenga carga política contesta con todo un ejercicio de interpretación: hace que se note que lo está pensando, cierra los ojos, modula la voz, y mientras los abre, con la técnica de desenfocar la mirada, consigue el efecto de que creamos que nos mira directamente a los ojos y responde:

Para mí, lo más importante, es que el personaje interese al espectador, y si hay connotaciones políticas siempre es un valor añadido y positivo, pero por encima de todo está el espectador, éste debe sentir empatía con los personajes, y eso es algo que hace especialmente bien Duncan. Otros directores, sobre todo en el género de ciencia-ficción, lo dejan de lado. Yo, siempre he dicho que la naturaleza del Cine conlleva connotaciones políticas, y eso representa todo un desafío.

 

La idea que tiene Gyllenhaal de la importancia que da Jones a sus personajes se hace patente con sus palabras:

Las películas buenas dependen mucho de la empatía que se genera entre el público y el protagonista principal. Si al público no le importa el protagonista, la película no va a funcionar. Me interesan los  directores que hacen películas visualmente interesantes, pero que también dan importancia a los personajes y consiguen buenas actuaciones de los actores. Directores cómo como Fincher, Besson, Scott o Akira Kurosawa. De Kurosawa admiro la humanidad que hay en su trabajo. Incluso con lo dramáticas y desoladoras que pueden llegar a ser sus películas, tienen un equilibrio entre humor y el desgarro.

Al hablar de trenes que explotan entre los compañeros surge la siguiente pregunta: ¿Recuerda a los atentados sufridos en Londres o Madrid? Antes de responder,  Duncan se pone serio, contrae los labios y los deja convertidos en una línea, y comienza a hablar:

En Londres, tenemos una larga historia de atentados en autobuses y en el metro, y es algo a lo que tenemos que ser sensibles y conscientes. Yo creo que en esta película hemos encontrado un buen equilibrio entre las cosas que hay que tomar en serio, como las ideas o las preguntas filosóficas, pero también hemos buscado un tono algo más ligero y con elementos de humor, para que sea una experiencia equilibrada.

 

Jack, con su voz pausada de encantador de serpientes, nos habla de la dificultad que entraña el representar una y otra vez la misma escena:

Nosotros sabíamos que el éxito o el fracaso de esta película dependían de cómo se rodasen esas escenas. Para mí, fue un ejercicio de interpretación muy emocionante. Duncan y yo siempre estábamos comentando como podíamos hacerlo un poco diferente y nos preguntábamos en qué estaría pensando el espectador en cada momento.

 

A la pregunta de si para la película se barajaron dos finales, Duncan Jones responde con argumentos de profesor de filosofía:

La película tiene varias posibilidades de interpretar el final, pero en mi opinión, hay sólo una manera correcta de interpretarlo. Hay un personaje, Colter Stevens, al que da vida Jack, que tiene una acción y esa acción tiene implicaciones para cambiar el pasado evitando un atentado terrorista. Había dos posibilidades de final, uno que era la que quería el productor: un final dulce y romántico. Pero el final que aparece en la película es el que yo quería: Colter consigue lo que merece por lo que ha hecho, pero con implicaciones y consecuencia en el futuro. Eso para mí, hace que el final sea algo que al público le pueda dar qué pensar al salir de la sala.

Gyllenhaal parece estar satisfecho de haber tenido la oportunidad de trabajar con Jones:

La verdad es que el guión me resultó fascinante, pero he de confesar que no me sentí  involucrado hasta el momento en que supe que Duncan había aceptado el proyecto. A mí, me parecía raro que quisiera hacerlo y ése había sido mi sueño. Cuando el productor me preguntó que a quien quería yo, como director dije que a Duncan, bromeando, pensando que era imposible que aceptara, y cuando me dijeron que sí que había aceptado creí que era como una broma.

A la pregunta de si entiende la forma de actuar de Steve Colter, su personaje, el actor razona:

Yo creo que lo que ayuda al personaje a llevar la situación, a pasar por la experiencia, es el hecho de que es piloto. En cuanto a mi trabajo como actor tengo que confiar en mi instinto, que a veces funciona bien y a veces no. Pero el capitán Colter, como piloto, ha tenido que aprender a confiar en los instrumentos, y también es un experto en asuntos militares, entonces yo creo que por eso él puede pasar por la situación.

 

Antes de despedirse, Duncan Jones, hizo un guiño de complicidad y cercanía:

Estoy emocionadísimo con el partido de hoy, es una pena que yo no pueda jugar porque estoy seguro de que podría  hacer que el real Madrid ganara.

 

Una vez acabadas las preguntas se pusieron en pie, saludaron y dieron la mano al reducido número de periodistas.

Duncan no perdió en ningún momento la sonrisa.

 
Las fotos que ilustran esta crónica son de Pedro Moral.

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