Crónicas ligerasEscena

El jardín de los cerezos

Crisis de hoja perenne

Por Elena Higueras

El jardín de los cerezos. Al contrario que el verde de los cerezos, marchito cada temporada para renacer en otro abril, la fronda de la depresión se abraza al tronco del sistema en el que le ha tocado crecer, sorteando los embustes e inclemencias del paso del tiempo. Si a principios del siglo pasado Anton Chejov ya describía la catástrofe de un modelo productivo que ahogaba a los viejos terratenientes para sacar a flote a los nuevos ricos, hoy las páginas de su obra “El Jardín de los cerezos” florecen como en un nuevo vergel regado por las mismas aguas estancadas.

La vigencia de este drama, enmascarado de comedia, invita a releer su historia o a encararse con ella desde la comodidad de un patio de butacas. La compañía Rayuela Producciones Teatrales nos brinda la oportunidad de acercarnos a la obra del escritor ruso de la mano de Escena Círculo, el sello que acoge la nueva programación escénica del madrileño Círculo de Bellas Artes, aunque el montaje seguirá su camino por tierras vallisoletanas durante el próximo mes de mayo.

 

Al frente del espectáculo, Nina Reglero dirige un elenco de siete actores en un desfile ininterrumpido por trece de los personajes que plantó Chejov en su jardín: La cabeza de familia y madre recién arruinada que vuelve a su antiguo hogar para enfrentarse al derrumbe de su vida y su fortuna, junto a su hermano y sus dos hijas, sus criados, amigos, amores… En la antigua hacienda tendrán que admitir su ruina y aferrarse a la esperanza de nuevas oportunidades lejos del status social que la herencia de clase les había regalado. Ahora serán los hijos y nietos de sus criados los que tendrán el poder de destronar a aquellos viejos “dueños de almas vivas”.

 

Sobre las tablas algunos de los actores entran y salen de cada uno de los personajes que interpretan a la vista del público, una apuesta arriesgada queEl jardín de los cerezos concede al respetable la oportunidad de ser partícipe de una transformación que va mucho más allá de la estética. En este sentido cabe destacar el trabajo de Maribel Carro que pasa de hija adolescente a hippie madura, y viceversa, sin tiempo para grandes artificios. El que no necesita ninguno es Carlos Nuevo, no sólo porque en su caso no cambia de papel, sino porque sorprende con la naturalidad de su interpretación, lejos de la afectación, a veces desmedida, de algunas intervenciones puntuales del reparto femenino.

Pero sin duda el gran acierto del montaje de Rayuela es la actualización escénica del drama chejoviano. Una voz en off y un luminoso con las caídas y bajadas de la bolsa nos recuerda que el discurso subversivo del estudiante soviético sigue siendo necesario en la aletargada sociedad de consumo de nuestro siglo XXI, donde, al igual que ayer, seguimos jugando con la especulación inmobiliaria haciendo valer la peligrosa creencia de que “es lícito fabricar moneda falsa”.

 

 

 

Hasta el 30 de abril en el Círculo de Bellas Artes

Dirección: Nina Reglero

Música: Klezmática, www.klezmatica.com

Más información:

http://www.circulobellasartes.com/

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