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Normalización

Por Javier Moreno.

Normalización, una palabra que posee diversos matices. Normalización social, normalización psicológica… En todos los casos la idea consiste básicamente en tomar la complejidad de un fenómeno y reducirla por medio de algún método más o menos ingenioso a otro más sencillo que encaje con una serie de leyes y reglas. Procusto, y no Gauss, fue el primer normalizador. La biopolítica y la corrección política son estrategias normalizadoras. Se toma a un individuo o a una sociedad en toda su complejidad y se le adocena con un puñado de eslóganes. En matemáticas se normaliza pasando de la  disparidad de los elementos de un conjunto a la unanimidad del grupo. Es algo así como el pixelado de una imagen. Tómese un grupo de 32×32 píxeles, cada uno con su información particular de RedGreenBlue, y unifórmeselos para que todos ellos (1024, si no me fallan las cuentas) adquieran una sola tonalidad. Algo así como pasar del puntillismo a la brocha gorda. Conseguimos así reducir la información, que la realidad pese menos, hacer hueco en el disco duro de nuestro cerebro. A cambio renunciamos, ay, a la calidad de la imagen. Pienso  que el arte –y la buena ciencia- siguen un camino inverso. Pienso en los googlegramas de Joan Fontcuberta, en ese pixelado engañoso que esconde una imagen en cada una de sus teselas. Imagino que pudiéramos seguir ese proceso hasta el infinito. Obtendríamos entonces una imagen fractal. Pienso que esa imagen se parecería bastante a la realidad. Pienso en la prosa de Felisberto Hernández. Creo que este autor consigue algo parecido con la literatura. Felisberto toma el brochazo grueso de un pensamiento o de un gesto, algo que Hemingway despacharía con una frase anoréxica, y lo descompone en una variedad de matices casi infinita por medio de una prolijidad agotadora y desconcertante. Hemingway es digital. Felisberto es analógico. Contra la normalización no hay mejor estrategia que el acto absurdo. En términos de teoría de la información, emitir ruido, producir sin sentido. La gran imagen del mundo no tiene forma.
Pongan sus televisores en modo analógico.
Disfruten del ruido blanco.

 

Normalización

Normalización, una palabra que posee diversos matices. Normalización social, normalización psicológica… En todos los casos la idea consiste básicamente en tomar la complejidad de un fenómeno y reducirla por medio de algún método más o menos ingenioso a otro más sencillo que encaje con una serie de leyes y reglas. Procusto, y no Gauss, fue el primer normalizador. La biopolítica y la corrección política son estrategias normalizadoras. Se toma a un individuo o a una sociedad en toda su complejidad y se le adocena con un puñado de eslóganes. En matemáticas se normaliza pasando de la disparidad de los elementos de un conjunto a la unanimidad del grupo. Es algo así como el pixelado de una imagen. Tómese un grupo de 32×32 píxeles, cada uno con su información particular de RedGreenBlue, y unifórmeselos para que todos ellos (1024, si no me fallan las cuentas) adquieran una sola tonalidad. Algo así como pasar del puntillismo a la brocha gorda. Conseguimos así reducir la información, que la realidad pese menos, hacer hueco en el disco duro de nuestro cerebro. A cambio renunciamos, ay, a la calidad de la imagen. Pienso que el arte –y la buena ciencia- siguen un camino inverso. Pienso en los googlegramas de Joan Fontcuberta, en ese pixelado engañoso que esconde una imagen en cada una de sus teselas. Imagino que pudiéramos seguir ese proceso hasta el infinito. Obtendríamos entonces una imagen fractal. Pienso que esa imagen se parecería bastante a la realidad. Pienso en la prosa de Felisberto Hernández. Creo que este autor consigue algo parecido con la literatura. Felisberto toma el brochazo grueso de un pensamiento o de un gesto, algo que Hemingway despacharía con una frase anoréxica, y lo descompone en una variedad de matices casi infinita por medio de una prolijidad agotadora y desconcertante. Hemingway es digital. Felisberto es analógico. Contra la normalización no hay mejor estrategia que el acto absurdo. En términos de teoría de la información, emitir ruido, producir sin sentido. La gran imagen del mundo no tiene forma.

Pongan sus televisores en modo analógico.

Disfruten del ruido blanco.

 
 
 

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