Entrevista a Mar Benegas
Por Rebeca Álvarez Casal del Rey.
P: Es inusual encontrar un poemario en que el autor quede tan oculto ¿cuánto hay de tu propia infancia en Niña pluma niña nadie? ¿Y del hecho de ser madre?
R: Vaya, me sorprende que me digas eso, yo me pensaba en carne viva en ese libro.
En general y sin entrar en el análisis de si en Niña pluma. Niña nadie eso sucede, creo que la poesía ha de universalizar el yo poético. No es que se esconda si no que se comparte, se cede y deja de pertenecer al poeta. Poder verse en los versos, que el autor pierda su nombre, la voz poética ha de superar al individuo, ha de ser compartible y universal, ha de ser colectiva y comunal, por ello creo que la poesía es revolución y también generosidad, la poesía es un puente a lo utópico, allí donde se encuentren todas las personas.
Mi infancia está en mí, como cada cual lleva la suya cargada en la espalda, el que no mira hacia su pasado de vez en cuando, difícilmente podrá enfrentarse a su futuro, a partir de ahí, sí, hay mucho de mi propia infancia en el libro, revisitar para pacificar, para aprender, para no olvidar, mi generación somos los hijos de la posguerra, del silencio, de la vergüenza, del miedo, no debemos olvidar de donde venimos, que nuestras madres no podían votar y que los homosexuales eran encarcelados, que podías morir por tus ideas políticas y que todo aquello fue barrido con disimulo y dejado bajo la alfombra como si nunca hubiera sucedido.
Mi hijo tiene un montón de poemas escritos para él. No creo que mi hijo haya influído en este poemario, más allá claro, del cambio radical que significó su nacimiento, pero no es el hecho biológico de ser madre o padre, hay muchas madres y padres para los que tener un hijo sólo ha cambiado sus hábitos de sueño y ha incrementado su irritabilidad, pero poco más. Es más bien una crianza consciente lo que provoca el cambio en la mujer y el hombre, cuando te das cuenta de que hay que estar de parte de los niños, porque ellos son la única esperanza.
P: ¿Cómo nace Niña pluma? Si se puede saber, claro. ¿Y de dónde surge esta idea, que hay en muchos de los poemas, de la primera persona del plural?
R: Escribir siempre ha sido un acto solitario que me separaba irremediablemente de las personas que me rodeaban, hasta que empecé a relacionarme con poetas y me sentí acompañada y arropada, eso para mi marcó un antes y un después, a partir de ahí comienzo a escribir con una intención de conjunto, una continuidad. A partir de ahí un poema no es un puñado de palabras echadas al viento. Un poemario es otra cosa, ha de pasar sobre ti, sobrepasarte, de esa idea nace niña pluma, acompañada claro, de un momento interno particular y de muchas cosas que ordenar con palabras. Niña pluma es el primer poemario que nace como tal, sumergirme en un tema hasta agotarlo.
Nosotros: ni yo ni tú. Nosotros los niños, los que sufrimos, los que reímos, los que tenemos miedo, los que no sabemos, los que jugamos a vivir. Nosotros siempre mejor.
P: Niña pluma… es una obra con muchas capas de lectura y, como dice VíKtor Gómez en el prólogo, está desnuda de citas y referencias culturales ¿dónde la enmarcarías?
R: Prefiero no enmarcarla en ningún sitio, es muy pequeña todavía y eso me suena demasiado estático, demasiado muerto: marco, etiqueta, lápida.
P: ¿Poeta o poetisa?
R: Poeta por favor.
P: ¿Qué te parece que tu primera obra publicada forme parte de Candela, colección de poesía escrita por mujeres?
R: El hecho de que sea una colección de mujeres es irrelevante, lo que no es irrelevante para mi, es la necesidad de que existan medios y fórmulas para contrarrestar los efectos devastadores de miles de años de negación y de eso que ahora llaman igualdad. Las palabras igualdad y desigualdad están demasiado manidas, en exceso. La demagogia es un instrumento del poder, hacer uso de las palabras en la medida en que con ellas pueden controlarnos. La palabra igualdad esconde una gran trampa, es la artífice de una gran mentira: todos iguales, la masa uniforme en la que nadie se queja porque hemos conseguido la igualdad, todos tenemos las mismas oportunidades, los mismos derechos, eso es lo que me asusta.
Hablar de pérdida de identidad me parece más acertado, más que desigualdad yo veo una negación de las identidades plurales y diferenciadoras, ya sea de las mujeres, inmigrantes, homosexuales, antisistema, hambrientos, oprimidos… pero aquí no pasa nada porque todos somos iguales y nadie tiene derecho a quejarse. La alineación es tal que en el momento en que intentas recuperar esa identidad vapuleada (ya sea la identidad femenina sin estereotipos sexuales o estéticos, ya sea de los pueblos en busca de sus raíces masacradas y sometidas, etc) eres un radical, el que triunfa lo hace comportándose como un depredador al servicio del poder y al poder no le interesa lo subversivo. La verdad es que sin identidad somos más manejables, y eso es lo que cuenta. Esa «igualdad» falsa no es más que una herramienta del poder. Para eso sirve una colección de poesía escrita por mujeres, para que en las librerías haya más de un 5% de libros de poesía escritos por mujeres, contra un 95% escritos por hombres ese porcentaje es el habitual , y eso sí es una realidad tangible que se puede comprobar en cualquier librería, lo que está haciendo una colección de poesía escrita por mujeres es ayudar a recuperar la identidad colectiva, a la que se llega desde la identidad individual y un reconocimiento social silenciado durante milenios y hasta nuestros días.
P: A la hora de establecer la genealogía de tu poética y de tus lecturas ¿encuentras más autores o autoras?
R: A la hora de establecer la genealogía de mi poética me encuentro a mí misma y al mundo que me rodea, lleno de personas maravillosas que me ayudan a ser un poco mejor y otras que me enseñan lo que no quiero ser de ninguna manera. Me importan las personas y lo que pueden aportarme, sin distinción de género.
Sin embargo he de confensar que a escondidas, compro muchísima más literatura escrita por mujeres, un 95% por lo menos, es mi manera de intentar equilibrar el desfase imperante, mi guerrilla personal.
P: Se lo ve un poemario muy trabajado, sorprende que sea una primera obra (publicada, que lo mismo hay más en el cajón) ¿Cómo encontrar el momento exacto? ¿Utilizas la crítica de otras personas?
R: Bueno como te decía antes, el momento exacto fue cuando me cansé de bucear. Bien podría haber seguido, puesto que creo que la poesía es infinita: un poema no se termina, se abandona (P. V.)
Sí, me gusta compartir lo que hago y revisitarlo desde otra mirada. Luego hay cosas que cambian y otras que no, pero siempre es enriquecedora la perspectiva de otras personas para situarse, abandonar poemas o versos o afirmarse en ellos.
P: ¿Qué te llevó a publicar en este momento? ¿Acababas de terminar el poemario o lo dejaste macerar un tiempo?
R: Pues lo revisé, sí, varias veces durante unos seis meses. Pero soy muy automática y muy impulsiva, me resulta impresionante la gente que deja reposar un poemario dos años, mi impaciencia me impide hacer esas cosas, a veces me gustaría tener esa capacidad, pero mi proceso de creación es espontáneo y de combustión inmediata. Sé que si dejo un poemario más de ocho meses terminado y guardado, ya no vuelvo a interesarme por él.
P: ¿Cómo entiendes el proceso de la escritura? ¿curativa?¿técnica?¿comunicación?
R: Como todo eso y más. Algo íntimo que traspasa al individuo, es un misterio alquímico. En mi caso me sirve para ordenar un mundo de imágenes que me habitan. El proceso de escritura es la materialización de lo onírico colectivo, la metáfora de lo metafórico.
P: ¿Para cuándo el próximo libro?
R: El próximo será A lo bestia, de poesía infantil, que verá la luz, espero, en los próximos meses. También tengo un poemario: Palabra bicéfala (una especie de poética) que quiero empezar a mover a ver si encuentro a quien le interese publicarlo, y estoy trabajando en mi primera novela, pues tenía la necesidad de cambiar de registro y me está pareciendo un proceso fascinante.
P: En Niña pluma niña nadie hay poemas durísimos, pero en cambio lo más destacable del libro es esa capacidad que tienes de crear esperanza sin caer en el tópico, de denunciar sin caer en el cliché, de hablar de los niños sin caer en lo ñoño y la lágrima fácil. También es destacable tu inteligente uso de la ironía… ¿Con qué poema te quedas?
R: Me di cuenta mucho después de cerrar el poemario y porque me lo dijo el prologuista, Víktor Gómez, eso que tú también apuntas, la última palabra del poemario es «esperanza», y me gusta pensar que es el tropo desde el cual se articula el poemario entero.
En cuanto a qué poema prefiero, pues hace poco me dijeron que Niña pluma no son muchos poemas, si no un poema largo, con varias partes, me quedo con eso.
y entre escombros
tocó con sus dedos
-siempre-
una ligera esperanza
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