El Jardín de las Delicias
Nueve ovejas para un sueño
Por Elena Higueras
En este cuento las ovejas no se cuentan. Se cantan. Se les regalan sones, arrumacos y caricias para alcanzar el sueño. No un deseo cualquiera de los que entumecen el subconsciente, sino el sueño imposible de la libertad.
En un palacio abandonado, Lais huye de su fama como actriz, dedicada al cuidado de sus tiernas ovejas y entregada a la pasión de su enamorado Zenón, mitad hombre, mitad bestia. Entre atropello e intromisión de sus admiradores vía telefónica, la joven va y viene de un pasado traumático que a duras penas ha conseguido disfrazar de normal. Sometida a las normas y a la moralina del internado de monjas donde creció, la pequeña Lais fantasea con ser libre y se escapa a un bosque donde conoce al mago Teloc, que le descubre su futuro como actriz.
Desde el falso envoltorio de cotidianeidad en el que ha decidido esconderse del mundo y de sí misma, Lais viaja al pasado para encontrarse con los fantasmas de su niñez. Hasta que no consiga enfrentarse a ellos, clavarles su enorme cuchillo, no será capaz de acercarse, ni de lejos, a su sueño de libertad.
En El jardín de las delicias, escrito por Fernando Arrabal en 1967, el autor nos propone un rito dramático de purificación, en el que es necesario el sacrificio para volver a renacer y alcanzar así la auténtica libertad. A pesar de que la obra ha cumplido ya el medio siglo, nunca antes se había representado en español. Los culpables de tal acontecimiento son las compañías Curtidores de Teatro y Proyecto Bufo, que han unido sus fuerzas gracias a ETC (Espacio Teatro Contemporáneo), una iniciativa de la sala Cuarta Pared para facilitar la investigación y el desarrollo de nuevos lenguajes escénicos.
Como maestra de ceremonias, Rosario Ruiz Rodgers, cofundadora y directora adjunta de la Fundación Teatro de la Abadía. Su trabajo a dúo con Germán Torres ha dado como resultado un montaje que consigue llevar al espectador de la risa a la estupefacción y del terror a la melancolía sin tiempo para preguntarse el porqué. Sólo cuando termina la función, el estruendo de los aplausos pone todas las piezas en su sitio, haciendo que las tinieblas de la confusión se disipen.
Sin embargo, el doloroso resurgir de la oscuridad a la luz no sería creíble sin la espectacular transformación que sufren los personajes del drama, especialmente Zenón y Lais, interpretados magistralmente por Arturo Bernal y Ángels Jiménez. El trabajo físico de los actores es, a mi juicio, la gran baza a favor de un espectáculo en el que el protagonista masculino tiene que conjugar su poderoso instinto animal con su capacidad para amar, y hacerlo sin que ninguna de sus dos caras resulte artificiosa. La protagonista femenina, por su parte, canjea su papel de diva excéntrica por el de ingenua colegiala cada vez que pasa por el arco de su palacio, que es también el de su subconciencia. Completan el reparto Carlos Domingo, en el papel del mago Teloc y Mercé Rovira, en la piel de Miharca, la amiga de la infancia de Lais.
El jardín de las delicias ofrece al público una buena oportunidad para descubrir un texto representativo del teatro pánico, interpretado por cuatro actores que se dejan la piel -y unos cuantos kilos- en el escenario y capitaneados por una directora que ha sabido convertir el caos «arrabaliano» en una contundente manifestación de esperanza.
Obra: El Jardín de las delicias
Compañía: Curtidores Teatro y Proyecto Bufo
Autor: Fernando Arrabal
Dirección: Rosario Ruiz Rodgers
Intérpretes: Ángeles Jiménez, Arturo Bernal, Mercé Rovira y Carlos Domingo
Dónde: Sala Cuarta Pared (Madrid)
Desde: 8 de abril de 2011
Hasta: 17 de abril de 2011
Horario: 21.00 h.
Precio: 12 euros
Excelente artículo, me pregunto por qué no se había representado en castellano antes.
Hay quien dice que algún editor lo debió poner en el sitio equivocado.