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ENTREVIÑETAS con Carlos Giménez

Por Luis Daza.

Carlos Giménez es uno de nuestros dibujantes de cómic más conocido dentro y fuera de este país. Sin duda un gran dibujante, pero sobre todo un grandísimo narrador. Uno de los mejores contadores de historias contemporáneos. Nadie como él ha manejado y maneja los tiempos y las emociones en el cómic sin que la estética de sus dibujos pierda nada de su belleza.

Autor de una larga lista de obras maestras entre las que destacan Dani Futuro, Hom, Barrio, Los Profesionales, y sobre todas: Paracuellos, la más conocida y la más personal y para muchos, incluido el que suscribe, su obra cumbre.

Ha sido reconocido con el Yellow Kid en 2002, con la Medalla al Mérito de Bellas Artes en 2003, el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona en 2005 y con el Premio del Patrimonio del festival de Angouleme en 2010, entre una larga lista de premios.

Carlos Giménez además de ser un gran creador es una gran persona, humilde y sencillo como todos los grandes y sensible y comprometido con el tiempo que le ha tocado vivir.

De esa humanidad, seguramente, le viene la capacidad de hacer historias que se agarran al estomago, hacen un nudo en la garganta y al instante te enternecen o te hacen reir. Si algo le distingue es que ha conseguido como nadie transmitir emociones desde una hoja de papel.

Recién salida la edición integral de Los Profesionales, Carlos nos hace algunas reflexiones sobre este oficio.
P. ¿Recuerdas alguna vez haber querido ser otra cosa que no sea dibujante?

R. Cuando de niño me preguntaban que vas a ser de mayor yo contestaba que medico y no se me ocurría contestar que dibujante de tebeos porque la gente habría pensado: ¡este niño está tonto!

P. ¿Y como llega ese niño que quería ser medico a dedicarse a esto?

R. Porque esta es una profesión de la que te enamoras, de la que te quedas pillado, es como el que tiene una novia muy guapa de la que está enamoradisimo, pero la novia no le hace caso. La novia es un putón verbenero que se va con otros pero tampoco te deja en paz y vuelve alguna que otra vez, y tú te encuentras queriendo mucho a una profesión que a ti no te quiere nada. Es una profesión muy dura y trabajosa.

P. ¿Más difícil que otras disciplinas relacionadas con el dibujo?

R. Mucho más. Yo he tenido la suerte de hacer incursiones en otros campos próximos como la ilustración y la publicidad y ahí me doy cuenta que todo lo demás es muy fácil. Lo más difícil es el cómic, hacer tantos dibujos en unas viñetas tan pequeñitas donde los personajes tienen que ser siempre los mismos, parecerse para que no se confundan y situados de tal manera que coincidan con los textos y estos su vez ir colocados de tal forma que se lean primero uno y luego el otro para que tenga sentido la narración. Hay que tener en cuenta tal cantidad de cosas a la hora de hacer un tebeito que se convierte en algo muy complicado. De todo lo que se puede hacer sabiendo dibujar, lo más difícil es hacer tebeos sin ninguna duda, por eso grandísimos ilustradores y pintores son incapaces de hacer tebeos mientras la mayor parte de los dibujantes de historietas son grandísimos ilustradores.

P. ¿Qué esperabas de esta profesión en tus comienzos?

R. Yo al empezar me conformaba con que alguna vez hubiera una persona, un lector, niño o adulto, que sintiera ante mis dibujos lo que yo sentí en su momento leyendo a los dibujantes que admiraba, y la verdad es que he tenido la suerte de que la vida me lo ha dado. He conocido mucha gente que me ha hecho declaraciones de amor a mi obra como, por ejemplo, las que yo le hice a Iranzo, el dibujante que yo mas admiraba de niño, el día que le conocí.

P. ¿Cómo fue tu aprendizaje?

R. Hay dos tipos de enseñanzas que recibes, la del maestro que conoces, con el que hablas, la persona que tienes la suerte de tenerla a tu lado, y otra la de ese autor que no conoces, pero te ha llegado su obra, y su obra es un libro de texto para ti, donde has observado, donde has aprendido, donde has estudiado. Yo he tenido la suerte de tener en mi vida muy buenos maestros, maestros reales pero quizás el más importante fue D. Manuel Lopez Blanco que dibujaba Las Aventuras del FBI y del que yo era su ayudante. Le llamaba Jefe y de él aprendí muchas cosas, cosas de la vida, de las humanidades, del sentir, del vivir, del comprender. No solo era un maestro en el sentido profesional, sino en el sentido de los griegos, y eso hacía que más que ser un aprendiz, era también un discípulo. Luego vinieron muchos más porque lo que yo he sido siempre es una esponja aprendiendo de todos y de todo lo que me rodeaba.

P. Una de tus grandes virtudes es saber crear personajes muy reales y auténticos. ¿De donde los sacas?

R. La mayor parte de los personajes son universales, no son de un sitio o de otro, están en la calle, como las ideas. Solo es cuestión de salir, mirar, ver y pensar. Si vas por la calle con los ojos abiertos te los encuentras. La mayor fuente de anécdotas está a tu alrededor, en la vida. Si te metes en una habitación no tienes nada que contar, solo la habitación. Para contar cosas a la gente que vive fuera de la habitación tienes que asomarte a la ventana porque a la gente lo que le interesa es su propia vida, lo que les pasa a ellos.

P. ¿Por donde empieza la creación de un cómic?

R. A la hora de ponerte a dibujar, lo que tiene que primar es la profesionalidad. No puedes empezar por lo más fácil, lo que te gusta o lo que es más divertido, o lo que se te da mejor, tienes que llevar un orden, primero tienes que escribirte el guión y dividirlo en viñetas y en paginas, y que todo te encaje y te cuadre, y que lo cuentes, lo cuentes en esas paginas, que no te sobre y que no te falte. Eso es un ejercicio que te obliga a sintetizar, a esquematizar, a dividir, a fragmentar, a incluir correctamente y administrar todos esos textos que en una novela van seguidos pero aquí van separados y en un sitio muy concreto. Todo requiere un estudio de orden y espacios, porque en la historieta la lectura avanza a la derecha, no es como el cine que la lectura avanza sobre el mismo punto, eso condiciona el sitio de los personajes en los diálogos y en los movimientos ya que todos tienen que estar posicionados para que coincidan sus bocadillos en el orden que se van a leer esos bocadillos con esos textos. Y a diferencia del cine donde hay muchas personas participando en la historia, la historieta es un trabajo hecho por una sola persona en la soledad de su casa con sus libros y con su música; con una página en blanco, un lápiz y con muchas dudas, muchas horas y mucho trabajo.


Luisdaza@live.com

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