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La psicodelia regresa a San Francisco

Por Javier Franco.

El año 67 había sido el despegue definitivo de la música psicodélica. Gracias al empuje de discos como Sgt. Pepper’s de los Beatles o The Piper at the gates of dawn de Pink Floyd, el sonido underground había asaltado las oficinas de las grandes discográficas. Entre todas estas bandas que abrazaban el nuevo sonido se encontraba Jefferson Airplane, uno de esos grupos que, sin hacer mucho ruido, se plantaron en todas las grandes citas del llamado ‘Verano del Amor’, incluido ese mítico festival en Monterey.

Los seis músicos de Jefferson Airplane, salidos de la escena californiana, habían comenzado su carrera sobre las bases del country y el blues norteamericano, pero pronto supieron coger el tren de la nueva ola psicodélica. Así, se sacaron de la manga un álbum como Surrealistic Pillow, que sentaba las bases del nuevo pop ‘made in San Francisco’ sobre éxitos de la talla de “Somebody To Love” o “White Rabbit”.

Como todo grupo norteamericano que se precie, los californianos sabían que sólo recorriendo toda la geografía estadounidense podrían labrarse el respeto y el prestigio. Así, después de realizar este viaje de costa a costa durante gran parte de 1967, Grace Slick y compañía se presentaron en el Matrix Club de su ciudad natal, San Francisco.

Al aclamado Surrelistic Pillow le había sucedido unos meses después el conceptual After Bathing At Baxter’s, un disco en el que los californianos se despachaban a gusto con las nuevas tendencias del acid-rock y el blues psicodélico. El álbum, concebido como dos suites de varias canciones, mostraba a unos músicos en estado de gracia, recuperando el sonido más crudo y underground, que recordaba a partes iguales a artistas de la talla de Jimi Hendrix, Cream y Janis Joplin.

Con estas credenciales el grupo se presentó el 2 de Enero de 1968 a su vieja casa. Durante sus inicios el Matrix Club se había convertido en el lugar elegido para darse conocer, como antaño lo habían sido The Cavern para los Beatles o el UFO londinense para Pink Floyd. Ahora, con el peso del éxito, la banda decidía volver a la sala de conciertos para reencontrarse con el público de su San Francisco natal.

Si apenas unos meses antes The Doors habían pasado sin pena ni gloria por la sala de la bahía (quizás estaban demasiado alejados de las modas musicales de la ciudad), la explosión psicodélica de los Jefferson fue recibida como la esperada vuelta del hijo pródigo. Los californianos habían conseguido absorber lo mejor de la música de la época y presentarla en un cóctel de más de dos horas de show. En directo, las viejas canciones de su álbum debut o de Surrealistic Pillow se estiraban, jugaban entre la voz de Slick y la guitarras de Jorma Kaukonen y Paul Kantner.

Decididos a llevar hasta el límite su propuesta pop, la banda de San Francisco daría ese 2 de Enero uno de esos recitales que quedarán en la retina de los asistentes. Para nuestra suerte, 43 años después, los que no estuvimos allí podemos, por fin, disfrutar de este Return To The Matrix, testimonio discográfico del concierto.

Comenzando directamente con “Somebody To Love”, su éxito más notable hasta la fecha, las canciones se suceden una tras otra, sin solución de continuidad. El pop de “Young Girl Sunday Blues” y “She Has Funny Cars”, las voces pulidas de “Martha” y “Today”. También hay tiempo para el blues (“Kansas City”) y el arrebato gospel (“Won’t You Try/Saturday Afternoon”). Poco a poco el directo se va perdiendo entre éxitos (“White Rabbit”) y canciones menores, en las que la improvisación y el efecto de las drogas se hace más patente. El acid-rock hace de las suyas y nos regala tres cortes finales que, juntos, rozan la media hora. Así, con los diez minutos de “The Ballad of You And Me and Pooneil” se despiden los californianos hasta la próxima vez.

Después llegaría el rock directo de Crown of Creation y Volunteers, el triunfo en el festival de Woodstock, los días soleados y el final de la psicodelia, transformada con los años en el nuevo rock progresivo. Los propios Jefferson Aiplane sucumbirían a las nuevas tendencias y, previo cambio de apellido, pasarían a crear Jefferson Starship. Sin embargo, hubo un tiempo en que los seis músicos de Jefferson serían considerados la punta de lanza de toda una nueva generación de bandas salidas de los sótanos y clubs de San Francisco. Love, Quicksilver Messenger Service, Strawberry Alarm Clock y hasta los Beach Boys de Pet Sounds, pondrían a California en el punto de mira desde el que radiar los nuevos sonidos de la ola psicodélica, convertida en tendencia en los últimos años de la feliz década de los sesenta.

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